Noviembre 2022. El Mundial de Qatar apenas mostraba los primeros capítulos -con derrota de Argentina ante Arabia Saudita incluida- y la Universidad de San Andrés divulgaba los resultados de una edición especial de la "Encuesta de Satisfacción Política y Opinión Pública", un estudio mensual que se realiza con el objetivo de obtener mediciones sobre la satisfacción de los ciudadanos con el desempeño de los poderes del Estado y con el desempeño en diferentes áreas de política pública.
En ese momento, el estudio reveló que el 77% de los consultados consideraba que el resultado del Mundial podía influir en el humor de la gente. El 49% creía que incidiría "mucho" en el estado de ánimo de los argentinos y otro 28% sostenía que solo iba a influir "algo", pero no demasiado.
En términos de impacto político, el 36% creía que el resultado no iba a afectar de manera alguna en las próximas elecciones presidenciales, y solo un 13% consideraba que tendría un efecto importante.
El Mundial de Qatar llegó a su fin. Y lo que comenzó con un tropiezo inesperado, terminó convirtiéndose en uno de los éxitos deportivos más relevantes de la historia argentina, a partir de un equipo que fue capaz de movilizar a millones de personas a lo largo y ancho del país.
¿Se cumplieron las estimaciones previas de la encuesta de noviembre?, ¿el Mundial produjo el impacto social esperado?, ¿tuvo algún tipo de repercusión en materia de percepción política?
En estos momentos, la Universidad de San Andrés realiza el trabajo de campo para encontrar respuestas a estas preguntas. Y mientras se aguardan los resultados definitivos, AIRE entrevistó al director de esta encuesta, Diego Reynoso, investigador independiente del Conicet, Licenciado en Ciencia Política, doctor en Ciencias Sociales con especialización en Ciencia Política de FLACSO-México y la Universidad de Michigan.
—¿Se pueden adelantar algunas conclusiones a partir del trabajo de campo que realizan en estos momentos?
—Desde ya podemos confirmar que el triunfo en el Mundial tuvo un impacto positivo que se nota cualitativa y cuantitativamente en la calidad de los vínculos sociales y personales de los argentinos.
Los temas de conversación cambiaron y esto generó una situación de horizontalidad que se vio reflejada también a la hora de compartir el espacio público. Durante estas semanas, los argentinos conversaron sobre temas que no erosionan los vínculos sociales. La partidización de los asuntos públicos había afectado fuertemente esos vínculos y, al menos, se logró una suerte de paréntesis en este fenómeno.
Al desplazar la partidización de los asuntos públicos, el Mundial mejoró los vínculos cotidianos. Las consignas planteadas no fueron en defensa o en contra de nada.
—¿Esta nueva realidad puede tener algún impacto en la política del país?
—Mi impresión es que no tiene ningún impacto sobre las intenciones de voto de la gente. Además, no sabemos cuánto durará esta situación y por cuánto tiempo mejorará la calidad de la convivencia.
Ningún sector político podrá sacar ventajas de lo sucedido, porque el plus de bienestar que experimenta la gente se produce a partir de lo que pasó con el Mundial. Pero ese bienestar no se traduce en un cambio de preferencias partidarias electorales, ni en cambios en las actitudes sobre los asuntos públicos.
A modo de ejemplo, nadie va a cambiar su opinión sobre la Causa Vialidad o sobre el fallo de la Justicia por el resultado del Mundial. Nadie cambiará su opinión sobre lo sucedido con el viaje a Lago Escondido. Nadie cambiará su posicionamiento sobre la polémica entre Nación y Ciudad de Buenos Aires por la coparticipación.
El gobierno no tendrá más respaldo por el triunfo en el Mundial, ni la oposición podrá sacar alguna ventaja por esto.
—¿Podrá modificar al menos los vínculos interpersonales en materia política?
—Eso sí puede ocurrir. Y ojalá suceda. Que, a diferencia de lo que venía ocurriendo, se modifique esa polarización afectiva que hacía que no quisiéramos al que tenía preferencias políticas diferentes a las nuestras. Esto puede modificarse momentáneamente, a partir de que nos reconozcamos a través de un lazo diferente, independientemente de nuestras ideas políticas.
—El modelo de liderazgos y de equipo que reflejó la Selección de fútbol, ¿puede generar cambios en los parámetros de los argentinos a la hora de evaluar a sus dirigentes y candidatos?
—Aunque lo sucedido puede generar cierta memoria emotiva y colectiva, no veo un vínculo directo con la política a la hora de evaluar conductas. En este Mundial vimos liderazgos más emotivos y sensibles; diferentes al macho se bancaba todo en el Mundial de 1986. Esto puede reflejar un cambio profundo en la sociedad argentina, más allá de actitudes como las del "Dibu" Martínez.
Todo lo sucedido refleja un proceso profundo de cambio en los modelos de liderazgos, pero no sé si esto puede llegar a la política. No sé si será copiado. Quizá aparezcan candidatos que lloren al lograr un triunfo.
Pero la política ha perdido tanto la espontaneidad porque la gente nota cuando algo es prefabricado. Incluso, cualquier intento de los políticos de capitalizar el triunfo de la Argentina en el Mundial, restará más de lo que sumará. Porque la gente lo percibe claramente.