Tenía apenas 15 años, una pistola y un objetivo claro: asesinar a Benito Mussolini. Lo que hizo Anteo Zamboni el 31 de octubre de 1926 pudo haber cambiado el rumbo del siglo XX. Fue el cuarto intento de magnicidio contra Il Duce, pero este, como los anteriores, falló. Y el precio que pagó el adolescente fue brutal: no sobrevivió ni un minuto y medio tras disparar contra el dictador italiano.
Zamboni era un chico tímido, de temperamento difícil y con escasa educación. No militaba en ningún partido político, pero odiaba profundamente al régimen fascista que controlaba Italia. Según crónicas de la época, como la del diario español ABC, aquel día se convirtió en un símbolo involuntario de la resistencia antifascista.
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El intento de asesinato que sacudió a Italia
El atentado ocurrió en Bolonia, durante un acto conmemorativo de la Marcha sobre Roma, el movimiento que en 1922 había llevado a Mussolini al poder. Il Duce estaba en la ciudad para inaugurar el estadio Il Littoriale y, al finalizar el acto, salió en un auto descapotable para recibir el saludo de la multitud.
Entre aplausos, flores y vítores, Anteo vio su oportunidad cuando el coche del dictador disminuyó la velocidad para girar en una esquina. Sacó su arma y disparó. El proyectil rozó a Mussolini, desgarrando su banda de San Marino y parte del uniforme, e hiriendo levemente al alcalde de Bolonia. La reacción del líder fue inmediata: “Nada, no es nada. Calma. Que nadie pierda la cabeza”.
Pero el caos ya se había desatado.
Un linchamiento brutal y una advertencia
La multitud enardecida —en su mayoría miembros del Partido Nacional Fascista y simpatizantes del régimen— se abalanzó sobre Zamboni. Lo acuchillaron 14 veces, lo estrangularon y le dispararon. El adolescente fue asesinado en menos de 90 segundos. Cuando su cuerpo fue llevado a la Dirección de Policía, no llevaba documentos. Nadie sabía quién era. Solo era un “criminal”, un “traidor”, según el discurso oficial.
Ese mismo día, el Partido Fascista emitió un comunicado:
Una amenaza directa contra cualquier posible opositor.
¿Quién era Anteo Zamboni?
Anteo era hijo de anarquistas. Su padre, Pasquale Zamboni, tenía un taller de imprenta y había sido arrestado en varias oportunidades por imprimir material considerado subversivo. Aunque Anteo no pertenecía formalmente a ningún grupo político, vivía rodeado de ideas anarquistas y libertarias.
Luego del atentado, la represión se intensificó. El Estado utilizó el episodio como excusa para eliminar las últimas libertades civiles. Se disolvieron partidos opositores, se ilegalizaron medios de comunicación críticos y se estableció una dictadura total. La Ley de Defensa del Estado, impulsada pocos días después del atentado, consolidó el poder absoluto de Mussolini.
¿Y si hubiera tenido mejor puntería?
Historiadores coinciden en que si Zamboni hubiera logrado su cometido, la historia del siglo XX habría tomado otro rumbo. En 1926, Adolf Hitler aún no había llegado al poder, y el fascismo italiano era el modelo a seguir para muchos movimientos extremistas en Europa. Sin Mussolini, probablemente Alemania no se hubiera atrevido a avanzar tan rápido hacia la Segunda Guerra Mundial. Millones de vidas podrían haberse salvado.
Hoy, en Bolonia, una calle recuerda a Anteo Zamboni. Para algunos, sigue siendo un traidor. Para otros, un mártir precoz, un joven que —sin saberlo del todo— intentó detener a uno de los hombres más peligrosos de su época.
“¿Qué hubiera sido del mundo si hubiese tenido mejor puntería?”, se preguntan algunos, al recorrer esas dos cuadras con su nombre.