El derrumbe ocurrido el pasado miércoles en parte del suelo del cantero central de Bulevar Pellegrini, esquina 9 de Julio, volvió a encender las alertas. Tanto fue así, que un hombre de 65 años cayó al vacío y por fortuna logró sostenerse con sus manos de lo que quedaba del pavimento. Bajo sus pies, se observaba un enorme socavón de alrededor de 6 a 8 metros de profundidad.
No es el único socavón de enormes dimensiones que existen en esta zona de la ciudad. Pocas cuadras más al oeste, en la esquina de Bulevar Pellegrini y Urquiza, otro hundimiento permanece desde hace años sin que los técnicos encuentren una solución definitiva.
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Durante 35 años, Hugo Alessandría trabajó en áreas vinculadas con Estudios y Proyectos de la exDipos, en Aguas Provinciales de Santa Fe y en Assa.
Maiquel Torcatt / Aire Digital
A estos puntos críticos se pueden agregar otros, como el que se produjo en López y Planes y Cándido Pujato -en la esquina del estadio de Unión- o en Urquiza y Cándido Pujato.
Nuevo socavón: por qué se suceden los hundimientos de suelo en la ciudad de Santa Fe
Debajo del cantero central de bulevar Pellegrini y bulevar Gálvez, se encuentra la cloaca máxima que recibe los líquidos provenientes desde toda la ciudad. Este caño tiene un diámetro de 1,70 metros y comenzó a operar a pleno en la década de los noventa, derivando los residuos cloacales hacia el este de la ciudad. Desde allí, recorren otras tuberías que desembocan en el río Colastiné, donde son arrojados sin tratamiento alguno.
En todos los casos de hundimientos la situación es la misma. Cañerías cloacales que se rompen, suelo que literalmente desaparece arrastrado por los líquidos y hundimiento de la superficie, agravado por las vibraciones que genera el tránsito constante de vehículos.
Para Alessandría, existen al menos cuatro factores esenciales que explican por qué la ciudad de Santa Fe sufre de hundimientos constantes en distintos puntos del casco urbano.
- Las características del suelo. La ciudad de Santa Fe se encuentra rodeada por dos ríos, sobre terrenos bajos y un suelo conformado por sedimentos. "Es un suelo de tipo no cohesivo. Esto significa que no es compacto y que, a mayor profundidad, es aún menos consistente", explicó el especialista.
Y agregó: "La influencia del río sobre las napas de Santa Fe es directa. Si sube el río, suben las napas; si el río baja, bajan las napas. Cuando la napa sube, las cañerías subterráneas son empujadas hacia arriba. Cuando las napas bajan, los caños son comprimidos por el suelo superior".
La experiencia demuestra que los caños de hormigón no resisten estas fluctuaciones aunque, de todos modos, existen otros factores que agravan la situación.
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El socavón de Urquiza y Bulevar Pellegrini viene generando inconvenientes desde hace años a los vecinos y negocios de la zona.
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Sub utilización de las cañerías. Según explicó Alessandría, lo óptimo sería que los líquidos ocupen cerca del 80% de las cañerías y que el espacio restante sea ocupado por los gases que se generan. Sin embargo, en la cloaca máxima de Santa Fe pocas veces el caudal supera el 50% de la tubería, ya que fue pensada para una ciudad de un millón de habitantes.
En estos momentos, la ciudad no solo cuenta con una población menor, sino que menos del 70% de los domicilios cuentan con sistema de cloacas.
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Imagen del interior de la cloaca máxima de Santa Fe tomada en 2015, cuando fue necesario realizar reparaciones. Como se observa, el sector del caño por donde circulan los líquidos se encontraba en buenas condiciones, mientras que el área superior de la tubería ya mostraba los efectos dañinos de los gases sobre el hormigón.
"La carga de líquidos fluctúa permanentemente. Los gases que ocupan gran parte de la cañería también perjudican los materiales, lo carcomen. En la unión entre los líquidos y el aire, se forma ácido sulfúrico. Y el hormigón no es amigo del ácido sulfúrico. Esto hace que los caños se debiliten y terminen colapsando debido a lo poco compacto del suelo y a la acción de las napas", remarcó.
- Para el especialista, "queda claro que el material elegido para las cañerías no es el adecuado en una ciudad como Santa Fe. Los viejos caños de fundición inglesa, que datan de 1907, no tienen esos inconvenientes".
El problema es que utilizar otros materiales implica mayores costos y que, en términos generales, no existen tareas constantes de prevención para detectar hundimientos subterráneos o pérdidas en las cañerías.
La vieja cloaca máxima recorría avenida Urquiza
Hasta los ochenta, la cloaca máxima de Santa Fe recorría todo lo largo de la avenida Urquiza, pero comenzó a verse colapsada y la falta de capacidad impedía el crecimiento de las redes hacia el norte de la ciudad.
Esas cañerías -que siguen en funcionamiento- se inician en Urquiza y Cándido Pujato -justamente donde existe un socavón histórico- e iban hasta el Náutico Sur.
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El hundimiento frente a la cancha de Unión se encuentra a escasos 100 metros de la cloaca máxima.
Ante la necesidad de incrementar los alcances de la infraestructura, lo que se hizo fue colocar nuevas cañerías hacia el oeste en J. J. Paso y 4 de Enero, llegar hasta Santiago de Chile. Desde allí el sistema continúa hacia el norte, atraviesa Av. Freyre y desemboca en Cándido Pujato, para unirse a la nueva cloaca máxima construida debajo de Bulevar.
"Es justamente ese caño el que se rompió frente a la cancha de Unión", explicó Alessandría, quien advirtió que todas estas conexiones y extensos recorridos hacen que los líquidos estén demasiado tiempo circulando por las cañerías, lo que refuerza su poder corrosivo.
Otro punto crítico y el agua que "desaparece"
El especialista sostuvo que existe otro punto crítico donde "se pueden producir hundimientos en el mediano plazo. Se trata de la estación elevadora central, ubicada en cercanías de calle Ituzaingó y el Club Regatas. En este caso, los problemas serán todavía más graves porque en ese punto de la ciudad el sistema está mucho más profundo".
Algunos datos a tener en cuenta para entender la gravedad de problema:
- De la planta potabilizadora de Assa salen aproximadamente 8.500 metros cúbicos de agua por hora.
- Se supone que el 80% de ese caudal de agua debería retornar a través de los sistemas cloacales -el 20% restante se consume-.
- Como solo cerca del 70% de Santa Fe cuenta con cloacas, el caudal de agua potable que debería retornar al sistema hasta la cloaca máxima es de unos 4.400 metros cúbicos por hora.
- Sin embargo, solo llegan algo más de 2.000 metros cúbicos por hora.
¿A dónde va el resto del agua?: "Parte de los líquidos seguramente terminan en la laguna Setúbal por conexiones clandestinas. Y otra, simplemente se pierde en el subsuelo. No hay trabajos de prevención y de control. En Assa actúan como bomberos apagando incendios", finalizó Alessandría.