La feria se ubica sobre avenida Almirante Brown y Ángel Cassanello, y abre desde las 8:30 hasta las 17:30. Allí se despliega un verdadero museo a cielo abierto: radios a válvula, sifones de plomo, relojes, máquinas de escribir, jarrones, platos, cuchillos, herramientas, libros, radios y hasta bicicletas antiguas.
Entre los tesoros que se exhiben, Ángel, guitarrista flamenco con 40 años de trayectoria, muestra con orgullo una colección de 40 guitarras antiguas: “Me gusta aquello que tenga ya un tiempo de vida”.
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A su lado, Carlos, otro puestero, enseña una radio de 1948 que aún capta estaciones: “Lo viejo funciona. Lo que pasa es que hay un cambio generacional. Los jóvenes no vienen tanto a comprar, vienen a ver qué es y para qué sirve”.
Hay también ánforas antiguas, pavos reales de la India en bronce, balanzas italianas, relojes mecánicos y hasta un violín con más de 140 años de antigüedad. “Tiene el sello adentro, lo podría arreglar un luthier, pero la madera es original”, explicó su dueño.
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En tiempos donde lo nuevo se vuelve obsoleto al poco tiempo, esta feria es un recordatorio vivo de que, como dice la serie y como repiten los feriantes, “lo viejo funciona”.