“Estuvo una semana, que fue justamente en 1810, cuando pasa hacia el Paraguay”, contó Jorge Busaniche, del Instituto Belgraniano, en una entrevista con AIRE.
Esa visita dejó una marca profunda. Según detalló Busaniche, la reacción de la población santafesina fue tan positiva que el propio Belgrano decidió agradecer de una forma particular: “Le solicita a Buenos Aires que se nombre 'Ciudad Noble' a Santa Fe. Y así queda inmortalizado ese nombramiento con la placa de mármol que está en la municipalidad”.
El prócer se alojó en el convento de Santo Domingo, a pocos metros de la actual Plaza 25 de Mayo. "En ese entonces, Santa Fe era una ciudad pequeña, con su casco urbano limitado a lo que hoy es la calle Juan de Garay. Lo que es el Colegio Nacional, ya era en los suburbios de Santa Fe”, agregó.
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Pero más allá del recorrido, lo que más emociona a quienes lo estudian es su carácter. José Maciel, también miembro del Instituto Belgraniano, lo describió así: “Él era muy humilde en todo su proceder. Era muy culto. Abogado, político, periodista, y siempre buscó la unión nacional”.
Esa humildad, según Maciel, fue reconocida con mucho retraso: “Se tardó mucho tiempo en reconocerlo, ya que recién, más de medio siglo después, el 8 de junio de 1938 se instala el 20 de junio como feriado nacional”.
Por su parte, Jorge Busaniche destacó su aporte a la construcción de la Argentina: “San Martín es el 'Padre de la Patria', todos lo reconocemos. Belgrano decía que deseaba ser un buen hijo de la patria. Fue el patriota que más contribuyó a hacer la patria”, concluyó.