En estos episodios, el cuerpo no necesita nutrientes: es la mente la que busca consuelo. Esta desconexión puede generar un círculo vicioso difícil de romper.
Señales para diferenciar el hambre emocional del hambre real
Reconocer cuándo comemos por necesidad y cuándo lo hacemos por impulso emocional es clave para cuidar nuestra salud. Estas son algunas diferencias claras:
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El hambre física aparece progresivamente y se puede satisfacer con cualquier tipo de alimento.
El hambre emocional es repentina, específica y urgente, y suele llevar a buscar productos ultraprocesados o dulces.
Tras comer por hambre emocional, muchas personas experimentan culpa o arrepentimiento.
Cómo romper el ciclo de la alimentación emocional
Volver a una relación saludable con la comida implica trabajar tanto en lo físico como en lo emocional. Algunas estrategias que pueden ayudar:
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Incorporar técnicas de relajación como la meditación o la respiración consciente.
Hacer actividad física regular, que libera endorfinas y reduce el estrés.
Buscar apoyo social o profesional, especialmente si este patrón se vuelve recurrente.
Además, es importante reconectar con nuestras señales de hambre y saciedad, prestando atención al cuerpo y sus necesidades reales.