Estimulación Cerebral Profunda: la cirugía que mejora la calidad de vida de pacientes con Parkinson y se realiza en Santa Fe
La Estimulación Cerebral Profunda es un procedimiento que mejora la calidad de vida de pacientes con Parkinson. En 2024 se realizaron 20 procedimientos en Santa Fe.
La Estimulación Cerebral Profunda es una herramienta eficaz para mejorar la calidad de vida de personas con Parkinson.
Casi 10 millones de personas viven conenfermedad de Parkinson en el mundo y cada año se suman unos 90.000 nuevos diagnósticos, según la Parkinson’s Foundation.
Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente después del Alzheimer y una de las que más limita la autonomía. Los especialistas advierten que su avance constante podría convertirla en uno de los grandes desafíos de la salud pública en las próximas décadas.
Este escenario vuelve imprescindible contar con tratamientos capaces de sostener la movilidad cuando la medicación deja de funcionar.
El neurocirujano Pablo Andrés Mortarino junto a su equipo los doctores Tomás De la Riestra, María Eugenia Ferri y Mauricio Chamorro.
La Estimulación Cerebral Profunda, un procedimiento que surgió en los 80, es una de las herramientas más eficaces para mejorar la calidad de vida de personas con Parkinson cuando la medicación empieza a perder efecto.
El neurocirujano Pablo Andrés Mortarino, integrante del Departamento de Neurocirugía Funcional y Estereotáctica del Sanatorio Parque de Rosario y profesional del Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, explica el procedimiento con una imagen simple. “Es muy parecido a un marcapaso cardíaco, pero dirigido al cerebro”, señala en una entrevista con AIRE.
En qué consiste la intervención que mejora la calidad de vida
La intervención consiste en colocar un electrodo muy fino en una zona profunda afectada. Ese electrodo reproduce el efecto que la medicación ofrece durante los primeros años, cuando el paciente vive su “luna de miel” con los fármacos.
Con el tiempo esa etapa se acorta y aparecen fluctuaciones: momentos breves de buena movilidad que se intercalan con otros de fuerte rigidez. “Podemos reproducir ese efecto y hacerlo perdurar en el tiempo, mucho más allá de la luna de miel”, explica el neurocirujano.
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La intervención consiste en colocar un electrodo muy fino en una zona profunda afectada.
Aunque la enfermedad no se cura, la cirugía puede enlentecer la progresión de algunos síntomas. Por eso las indicaciones cambiaron en los últimos diez o quince años, siempre en la misma dirección: cuanto antes mejor.
“Una vez cumplidos los requisitos, era más conveniente no demorar la indicación para que este enlentecimiento se dé en etapas más tempranas. Cuando la enfermedad avanzó demasiado, la cirugía ya no tiene el efecto que podría haber tenido antes”, aclara.
El año pasado el equipo realizó más de veinte cirugías solo por Parkinson. Tres de esos procedimientos se llevaron a cabo en el sector público. La meta es ampliar el acceso con el apoyo del hospital y de instituciones provinciales. El equipo está integrado por Mortarino y los doctores Tomás De la Riestra, María Eugenia Ferri y Mauricio Chamorro.
Quiénes pueden operarse y quiénes no
Mortarino es claro. “No es para todos los pacientes”. Lo primero es que la persona sea seguida por un neurólogo especialista en Parkinson. En Santa Fe, remarca, "hay profesionales altamente capacitados y con experiencia en manejo farmacológico". Ese seguimiento es clave, porque la cirugía recién se considera cuando la respuesta inicial a la medicación, que suele ser muy buena, empieza a fragmentarse.
El indicador central son las fluctuaciones. “El paciente nota que tiene por momentos del día una muy buena respuesta, pero de corta duración, que se sigue de periodos con muy mala respuesta. Aumenta la dosis y eso genera efectos adversos”, explica. La cirugía permite estabilizar esas oscilaciones.
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La edad dejó de ser un límite rígido. Antes se operaba hasta los 65 años, luego hasta los 70. Hoy pesa la edad biológica.
Hay contraindicaciones claras: uso de anticoagulantes que no puedan suspenderse, patologías cerebrales que impidan colocar los electrodos o trastornos psiquiátricos severos sin compensar. Por eso el proceso de selección incluye una evaluación interdisciplinaria con psiquiatra, neuropsicólogo y neurólogo especialista en movimientos anormales. “Somos muy estrictos porque en esto se juega el éxito del tratamiento. Es tan importante la evaluación previa como la cirugía en sí”, afirma.
La edad dejó de ser un límite rígido. Antes se operaba hasta los 65 años, luego hasta los 70. Hoy pesa la edad biológica. “Hay pacientes de 70 años en un estado de salud óptimo, mejores candidatos que otros de 50 con Parkinson juvenil muy agresivo”, señala.
¿Qué pasa después de la cirugía?
Cada paciente evoluciona de manera distinta, pero el objetivo es claro: sostener la calidad de vida cuando la enfermedad empieza a avanzar. “La realidad es que no todos los cuadros son iguales. Las indicaciones cambiaron porque notamos que la cirugía puede enlentecer la progresión de determinados síntomas, y eso es más beneficioso si se hace antes”, explica Mortarino.
La tecnología avanza hacia sistemas capaces de programarse a distancia, algo especialmente útil para una provincia extensa como Santa Fe. “Sería una excelente herramienta para pacientes que no tienen la accesibilidad de quienes viven en ciudades más grandes”, sostiene.
También existen líneas de investigación que buscan reproducir los efectos de la cirugía sin necesidad de realizar un corte en la piel. Si bien todavía no igualan la eficacia de la neuromodulación tradicional, representan una opción para personas con contraindicaciones quirúrgicas.
Formación y trabajo conjunto
Mortarino se capacitó en múltiples centros, entre ellos el Toronto Western de Canadá. Agradece en particular al doctor Forte Mandoi, neurólogo funcional de la Fundación Favaloro, por su apoyo constante en el desarrollo de estas técnicas.
Además del Sanatorio Parque y el HECA, el equipo colabora con profesionales del Hospital Iturraspe y del Cemafe, donde trabajan en unidades de dolor que emplean dispositivos similares. El objetivo común es ampliar el acceso a tecnologías que mejoran de manera concreta la vida de los pacientes.
El reconocimiento
Por su aporte a estas cirugías, Mortarino fue distinguido con un Diploma de Honor por la Cámara de Diputados de Santa Fe. La presidenta del cuerpo, Clara García, entregó el reconocimiento en una ceremonia realizada en la explanada del Palacio Legislativo. El neurocirujano admite que la sorpresa fue grande. “Fue muy lindo, no lo esperaba. La nominación llegó a través de un paciente que difundió su experiencia”, cuenta.
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Por su aporte a estas cirugías, Mortarino fue distinguido con un Diploma de Honor por la Cámara de Diputados de Santa Fe.
Aun así, insiste en que el mérito no es individual. “Somos un equipo y todos somos igualmente importantes”. Para él, la distinción funciona como respaldo para seguir avanzando en un objetivo central: que cada vez más personas con Parkinson, sin importar su cobertura o lugar de residencia, puedan acceder a un tratamiento de primer nivel.