Además del superávit fiscal de hambre y pobreza o la fundación de la Primera Internacional Libertaria, el presidente está obcecado con un espacio de disputa que obsesionó a célebres filósofos y politólogos que ustedes han oído nombrar y él también (pero leyó más bien poco): Antonio Gramsci, Pierre Bourdieu o Noam Chomsky, de la “maldita” tradición marxista, sobre la hegemonía y la disputa cultural por la colonización del sentido común dominante.
Dato de color para googlear cuando hayan terminado esta nota (no antes): el origen de la fórmula “guerra” o “batalla cultural” se remonta al Imperio Alemán de 1871, a la sórdida disputa que mantenía el canciller Otto Von Bismarck y su incipiente Segundo Reich con la Iglesia Católica y su expresión política partidaria: Zentrum. Hoy el presidente y su incipiente Primer Reich la libran también contra… ¡ohhh, vaya persistencia!
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El presidente declaró hace un mes en un mitín de VOX: “A mí me dicen, cómo va a hablar así de sus adversarios políticos, usted es presidente, a ellos les digo que la batalla cultural no es algo que uno toma o abandona por conveniencia, es un compromiso inalienable”.
Milei no tiene quién le escriba (se extraña un Iglesias Illa y por qué no un Alejandro Grimson), estaba leyendo y el adjetivo debió ser indeclinable o irrenunciable. Pero a lo nuestro: el vocero presidencial juntó dos sustantivos, uno abstracto (superávit fiscal) y uno concreto (Néstor Kirchner) y los pegoteó para su habitual verdugueo matinal ante la prensa acreditada en la Casa Rosada.
El superávit fiscal primario de Néstor Kirchner (es decir los ingresos menos los gastos totales, excluyendo los pagos de deuda) no se contabilizó licuando jubilaciones y pensiones, salarios estatales, subsidios a la energía y al transporte de los y las argentinas, programas sociales o transferencias a las provincias y a las universidades nacionales.
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Además, una ecuación fiscal sana es la que considera la suma del gasto primario y los servicios de deuda, algo que según un informe del IARAF (Instituto Argentino de Análisis Fiscal), sólo sucedió en seis de los últimos 62 años. Al presidente y a su vocero no les va a gustar la resolución de la adivinanza sobre cuáles: porque fueron los que transcurrieron entre 2003 y 2008, es decir Néstor Kirchner y el primer gobierno de Cristina Fernández. Luego nunca más, hoy tampoco.
Si se toma sólo el gasto primario, entonces sí Milei se encuentra con otros gobiernos y nombres de los que –recesión inducida y desempleo registrado mediante– puede sentirse ideológica y políticamente heredero: Carlos Menem y Domingo Felipe Cavallo entre 1991 y 1993 y Fernando De la Rúa en 2000, todos deudores del inicio y la quiebra de la Convertibilidad.
Entonces pasamos en limpio con mejores datos: son Menem, Cavallo (que puso el grito en el cielo por la depresión económica que avizora, con los niveles de actividad y empleo por el suelo de la patria) y otro presidente que combinó ajuste y transferencia regresiva de ingresos con una brutal represión de la protesta social (que terminó con 39 muertes y más de 500 heridos en 48 horas), el “inalienable” e “inculpable” Fernando De la Rúa.
No hay chamba: cambio subsidio por salario
A la espera de los números de desempleo que publicará el INDEC el lunes venidero, pueden repasarse las cifras oficiales del primer trimestre del año, en el que se registró una suba interanual de desempleo de más de un punto entre el último trimestre 2023 y el primero de 2024, del 5,7 al 7,1% de la Población Económicamente Activa. El último REM (Relevamiento de Expectativas de Mercado) que construye y publica el BCRA, nos anoticia además que ese número seguirá incrementándose durante el año, para cerrar en torno del 8%, es decir más de 2 puntos por encima del que dejó el Frente de Todos.
“En economía no hay almuerzos gratis”, solía decir el presidente en campaña, pues bien, en ejercicio está pagando el precio del superávit primario que se almuerza: más de 120 mil puestos de trabajo registrado pulverizados por la contracción del consumo y la actividad económica y los despidos en los sectores público y privado y un aumento interanual del 60% de argentinos y argentinas que han cambiado empleo por desempleo, salario por subsidio.
Prestaciones por desempleo.jpeg
El Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda, asegura que éste es el resultado previsible del combo letal que significaron para el consumo y la actividad económica, la devaluación, el corte de la obra pública y el ajuste brusco del gasto estatal. Es el efecto en la cobertura estatal que surge de la pérdida de 95 mil empleos registrados en el sector privado y los 26.700 en el Estado.
En el primer grupo se lamentan 55.800 fuentes laborales de la construcción (producidas por la eliminación de la obra pública nacional y subnacional) que reclamara a viva voz el gobernador santafesino Maximiliano Pullaro, al que Milei le ofreciera en Rosario y hace horas, firmar el Pacto de Julio en Tucumán.
Aviso del todo importante para el gobernador y todos aquellos y aquellas que se avengan a firmar el pacto fiscal que supone el acuerdo libertario: uno de los puntos centrales es el que dice que el gasto público total (nación + provincias) no supere el 25% del PBI. Hagan cuentas simples, si el peso del gasto Público Nacional a valores de 2023 era del 21,5% el de las provincias promediaba el 15%, la propuesta supone ajustar a las provincias en 7 puntos del PBI, más o menos. Aquí no se trata de marcaciones ideológicas o posicionamientos más o menos progresistas, en algunos meses habrá que revalidar electoralmente los triunfos de 2023, entonces ¿qué es lo que están tan apurados y dispuestos a firmar?
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Tal como publicamos en AIRE, las transferencias no automáticas a las provincias cayeron un 89,5% para aportar al superávit nacional, un 84% para Santa Fe, que pide federalismo y firmaría un pacto fiscal que le quitará recursos.
Al menú de cuatro platos que precede al desempleo: paradas de planta (por turnos o completas), suspensiones temporarias con reducciones salariales, retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas, se suma la baja expectativa de que los empresarios tomen trabajadores en blanco, no sólo por las reformas que acaban de votarse con la Ley de Bases, sino porque como asegura José Robles (titular del Instituto del Mundo del Trabajo): “Nadie contrata a un trabajador en blanco si tenerlo en negro no le cuesta nada, pero mucho más si no tiene expectativas de producir más, el crecimiento del empleo viene atado al crecimiento de la economía”.
Y es el FMI –no CEPA, CESO, CIFRA, MATE u otras consultoras que aportan buenos datos que pueden ser sospechados por izquierda– el que dice que la actividad económica caerá un 3,5% del PBI, corrigiendo un mal pronóstico en base a un plan que no tiene ningún motor activado para ningún rebote.
Como aseveramos en la nota anterior, habrá recesión inducida para los próximos 6 meses, todas las expectativas están puestas en una nueva devaluación (nosotros no alentamos corridas contra el peso, pero el consejo se cuenta solo) y en lo único que importa, pero difícilmente traccione el empleo: el RIGI.