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Política Elecciones 2023 | Sergio Massa | Wado de Pedro

La peor noticia para Juntos por el Cambio: el candidato es Massa

Cristina hizo lo que tenía que hacer: los escuchó a todos, negoció con Alberto, lo cuidó a Wado y subió al segundo mejor cuadro político de Unión por la Patria, el que más hizo por mantener cohesionado y competitivo a un frente inviable. Rodríguez Larreta no tiene consuelo y La Cámpora tiene otra gran oportunidad para crecer.

Digámoslo de entrada y sin citar a nadie: la fórmula del consenso y la unidad es producto de un acuerdo de cúpulas que trata de relanzar (hacia alguna parte, el programa aún no se conoce) y mantener unido por arriba lo que en 2021 se fracturó por abajo. Y es la mejor fórmula posible dados los dirigentes realmente disponibles y a la altura y la realidad de un Frente sin programa ni conducción unificada, con una crisis ideológica y de autoridad sólo “comparable” a la de los 70 (la Tendencia desafió abiertamente a Perón, las formaciones juveniles peronistas o filoperonistas querían a Wado de Pedro pero siguen subordinados a la Jefa y no impulsan ningún socialismo nacional).

Uno de los tres jefes de La Cámpora, uno de los tantos que ya no es joven pero tampoco un dirigente maduro con volumen electoral, masculló resignado: “Vamos con lo que diga Cristina, pero yo prefiero perder con los míos”. Un militante de HIJOS –es decir un par de Wado, un compañero– con responsabilidades políticas y precandidato, ya había publicado fotos con uno de los hijos de la generación diezmada (como tantos) y no salía de su estupor: “Al final la rosca mata la militancia”. Tiene lógica, puede leerse así, pero hay algunas objeciones que hacer a ese y otros razonamientos desgarrados:

* El peronismo siempre fue dos cosas: un territorio bajo asedio (externo) y disputa ideológica y política (interna), y sobre todo fue lo que el líder quiso que fuera en una coyuntura histórica determinada. Parte de la generación diezmada no pudo subordinarse a esa lógica, incluso cuando el que conducía era Perón y se cantaba a voz de cuello “qué pasa, qué pasa, qué pasa General, que está lleno de gorilas el gobierno popular”. Y esta resistida –por lo bajo y por lo alto- solución de coyuntura es la que Cristina (que siempre tuvo a Massa como primera opción) cree mejor para enfrentar una elección que, con Wado y Manzur, sólo podía lucir la épica de una derrota segura y que la iba a salpicarla, tanto o más que la fallida elección de Alberto. Tode militante que reviste en el peronismo y siga considerando a Cristina como “La Jefa”, debería subordinarse y ordenarse, sino tendrá que hacerse planteos más profundos, legítimos, existenciales, a cuatro meses de las generales.

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Lamentando lo que no pudo ser, pero sin rencores. El ministro del Interior no se molesta con el diminutivo con que lo nomina Massa (Wadito) y se dispone a militar la candidatura acordada con su jefa política.

Lamentando lo que no pudo ser, pero sin rencores. El ministro del Interior no se molesta con el diminutivo con que lo nomina Massa (Wadito) y se dispone a militar la candidatura acordada con su jefa política.

* Políticos, sindicalistas, intelectuales, periodistas, militantes, gente bien informada, saben que “no se comieron una operación”: era Wado hasta que Cristina “lo sacó para cuidarlo”, porque es uno de sus preferidos (lo quiere como a un hijo, tanto o más que como a un HIJO) porque su trayectoria es impecable y retenía votos por izquierda. Pero –pese a ser el moderado de La Cámpora, el que gracias a Massa tiene relaciones con el círculo rojo– no disputa votos no peronistas con Larreta. Si Massa no iba como candidato, la ganancia era para Larreta y la derrota no era probable sino segura. La candidatura de Wado –esa que decían polarizaba con Bullrich por sus posiciones antinómicas en 2001- fue festejada en el equipo de campaña del jefe de Gobierno porteño. La definición de Massa como candidato único, es la peor noticia para Juntos por el Cambio, tanto o más que para el kirchnerismo y acaso por las mismas razones: porque se conocen y se parecen, porque disputan un electorado común y disponible (excluyendo a los que nunca votarían nada que se presente como peronista, ni a Massa), porque es mucho más respetado y considerado que Larreta por quienes nos prestan el país para vivir como argentinos (gobierno de los Estados Unidos y sus agencias, empresarios, justicia, medios) y porque es un operador a 10 bandas que trabaja 25 horas por día y, por lo tanto, derrotarlo les va a insumir un esfuerzo enorme.

* Y finalmente por lo que escribimos aquí mismo en agosto del año pasado: la emergencia del liderazgo de Massa es un indicador directo del fracaso del Frente de Todos en su formato original, fracaso achacable a Alberto y también a Cristina. “Había que disponer de un equipo y de un plan que fuese algo más que reírse de Alberto y los desatinos de sus funcionarios” y el que los tenía era Massa. Cristina no quiso, Axel tampoco, Máximo hace dos años que se cansa de aclarar que no iba a ser, quedaba Wado y no alcanzaba. Massa se preparó durante años para ser presidente y tejió los acuerdos y alianzas necesarios para presentarse, La Cámpora no tiene un cuadro como él y Cristina lo sabe y corrigió lo que era un error. ¿Le pesa? Por supuesto, pero jugar a perder implica joderles la vida a millones de personas por cuatro años o más –a los que la gran mayoría de dirigentes del espacio nacional y popular van a sobrevivir pues no tienen problemas de flujo ni de caja–, la única verdad es la realidad y sus seguidores deberían repasar este axioma elemental.

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Refrendemos lo anterior respondiendo otra pregunta del estupor por el triunfo de la rosca y que también podría ser respondida por Cristina: ¿a dónde está el kirchnerismo en la fórmula? En los dos componentes avalados por Cristina, incluso en un Chivo Rossi que la desobedeció abiertamente en 2021 y difícilmente traccione votos santafesinos, pero que fue un inobjetable cuadro y funcionario kirchnerista y hoy es el fruto de la negociación con Alberto Fernández.

¿Massa es Massa? Sí y no. Sigue siendo el interlocutor dilecto de los enemigos del kirchnerismo, el socio político de Morales, carcelero de Milagro Sala y represor de pueblos originarios (que de todos modos nunca fueron sujetos políticos destacados del peronismo). Pero desde 2019 juega adentro del Frente de Todos, sin trapisondas ni fisuras y es el que más hizo por la unidad de un dispositivo que se había convertido en una verdadera picadora de carne, sin importar con qué cuadro político se la alimente. También es cierto lo que Wendy Sherman (vicecanciller de Joe Biden) le dijo y publicamos un par de notas atrás: Estados Unidos y su agencia geopolítica para la dependencia económica (el FMI) le creen solamente a Massa, quieren a Massa y su candidatura era una de las condiciones para viabilizar el adelantamiento de los famosos 10 mil millones de dólares (hasta hoy se propone la mitad) para afrontar los vencimientos de la semana venidera y el resto del año, e intervenir en el mercado de cambios para sujetar los dólares paralelos.

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Lo novedad de la candidatura del ministro de Economía mejora la posición relativa de Massa y –con una inflación alta pero descendente por segundo mes consecutivo, que promete menos de un 7% para el mes de junio– debería impactar sobre otra exigencia persistente del FMI: una devaluación del 20/30% para achicar la brecha cambiaria, lo que volvería a disparar la inflación a dos dígitos mensuales y complicaría la campaña del candidato de Unión por la Patria.

Con candidato único en los distritos principales (menos en Santa Fe hasta el momento), la clave no es una sino varias: que Cristina se ponga la campaña al hombro (lo que no hizo con Scioli en 2015) y defina un programa consistente, con un mecanismo claro para la toma de decisiones que resguarde a su electorado y condicione al candidato, que La Cámpora aproveche para potenciar un cuadro competitivo para 2027, que los gobernadores que impusieron a Massa militen la fórmula sin ambigüedades y que la militancia supere la decepción y construya una victoria que hasta hace 48 horas era prácticamente imposible.

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