menu
search
Política argentinos | Elecciones | democracia

Indignados inmóviles ante las elecciones: el 56% de los argentinos no vota por convicción

En pleno año electoral, más de la mitad de los argentinos rechaza el sistema político. El 21% descarta la oferta completa. ¿La democracia agoniza o está muerta?

No tenemos noticias de que Cristina Kirchner –una política profesional que lee y mucho– conozca el proyecto intelectual del italiano Bifo Berardi, de hecho, jamás lo ha citado hasta el momento. Pero Bifo habla de Cristina para decir que “la democracia liberal está muerta. No insistan porque no volverá. Sí puede ser que Cristina Kirchner pueda volver a ganar elecciones en Argentina, sinceramente lo deseo. Pero todo será muy difícil porque hemos destrozado las condiciones mismas para transformar la sociedad”.

Y le habla a Cristina y al peronismo en proceso de reunificación cuando amplía para todos los procesos sociales emancipatorios vigentes, en cualquier parte del mundo: “La palabra resistencia no significa nada, no ganaremos nada si nos planteamos resistir para recuperar lo que existió, lo que necesitamos no es resistencia, sino creación”.

Cristina Kirchner estrena su condición de proscripta y presa; Bifo Berardi estuvo cinco veces preso entre 1969 y 1979 y, durante su último cautiverio, en los muros de la cárcel se pintó la frase “Bifo libre”, la misma que hoy se esgrime pero con el nombre de “la presa que baila y canta”, que amplía su potencia simbólica en reducción y encierro, que convierte tobilleras carcelarias en apliques festivos y floridos y que es el objetivo final de la revuelta que hace unos días reunió a casi un millón de personas.

LEER MÁS ► La participación electoral, en su piso histórico: ¿por qué la gente no va a votar?

¿Cuánta de esa energía social renovada podrá impactar en los niveles de hartazgo democrático y ausentismo electoral que ya pueden medirse? En un par de meses podrá saberse a ciencia cierta, pero una muestra cifrada de ese fenómeno se expone en el informe “Indignados made in Argentina”, de la consultora Equipo Mide. La misma consultora que en marzo de éste año publicó un informe que quemaba sobre el despacho de Santiago Caputo, por tres cifras claves: el 53% de los encuestados tenía una mala imagen de Javier Milei (-8 puntos en seis meses), el 51% no estaba de acuerdo con las políticas económicas del gobierno y el 56% consideraba que el presidente no sabía cómo resolver los problemas del país.

La ficha técnica del último sondeo cuenta 1.761 casos, en un lapso de tiempo que va del 9 al 12 de junio, apenas dos días después de que se conociera la condena contra Cristina y antes de que el peronismo recreara la marcha federal de la resistencia sobre la ciudad de Buenos Aires.

Encuesta por que la gente no va a votar.jpeg

Como puede apreciarse a simple vista, el margen de error declarado no altera sustancialmente ninguno de los valores significativos, ni el que cuestiona el sistema político (a la estructura burocrática, los cargos y responsabilidades y la mecánica de gestión de la cosa pública), ni los que aluden al menú de propuestas y candidatos. El ítem “escepticismo electoral” implica que el sentido del voto no tendrá ningún efecto de mejora ni empeoramiento en las condiciones de vida autopercibidas y por lo tanto se desglosa del “rechazo al sistema político”; pero si los sumamos en tanto el sistema se valida en la delegación de poder mediante el voto, la cifra se eleva al 77% de los encuestados.

El trabajo firmado por el politólogo y máster en investigación cuantitativa Pedro Antenucci y el sociólogo y máster en ciencias políticas, Sebastián Halperín, hace sus propias cuentas. “Uno de cada dos encuestados rechaza la baja performance registrada en sucesivos gobiernos, que se traduce en una mirada devaluada de la dirigencia para dar respuesta a la agenda pendiente (…) esto se evidencia en una actitud de fuerte enojo con la política, con frases como me tienen podrido o ya estoy harto.

LEER MÁS ► La participación en las elecciones de Santa Fe volvió a caer: una tendencia preocupante y los factores que la explican

El sociólogo e historiador Alejandro Horowicz, que acuñó la fórmula “democracia de la derrota”, suele señalar lo mismo desde otro lugar, al decir que el nivel de postración política y las posibilidades de superar una coyuntura abismal, están directamente relacionadas con una medición comparativa: el tamaño y la gravedad de los problemas (la agenda que señala Equipo Mide) y la estatura intelectual y creativa de sus dirigentes –no de uno, Cristina por caso– sino de la media o acaso de todos y todas. Sus conclusiones, por razones parecidas y diferentes a las de Bifo, son pesimistas.

Bifo Berardi.jpeg
“El fascismo, una agresividad, una psicopatía agresiva desesperada que destroza la democracia, puesto que no resuelve las condiciones básicas de vida. Como no satisface lo suficiente, destrozamos la democracia”, afirma Bifo Berardi.

“El fascismo, una agresividad, una psicopatía agresiva desesperada que destroza la democracia, puesto que no resuelve las condiciones básicas de vida. Como no satisface lo suficiente, destrozamos la democracia”, afirma Bifo Berardi.

El italiano que analiza un corpus vivo y muerto a la vez (la democracia liberal y los movimientos emancipatorios residuales europeos) tiene también un ojo en América Latina y en Argentina en particular: promueve desde su último libro “Desertemos” el abandono de la lucha en los términos convencionales, darle la espalda a una maquinaria política y militar que se alimenta de la resistencia, como el “único comportamiento éticamente aceptable y estratégicamente racional”.

Algo para lo que los latinos en general y los peronistas o las izquierdas argentinas en particular no están listos, ni aceptarían jamás. Aún quieren comer, vestirse, educarse y sanar dignamente, también vacacionar o ir al cine y al teatro, aunque no sepan votando a quién ni con qué programa.

LEER MÁS ► La participación en las elecciones de Santa Fe fue más baja que en 2021 y 2023

El peligro novedoso es la decisión de no ir a votar y que una “democracia desobligada” genere un país en el que 47 millones de personas sean finalmente gobernadas por un puñado de dirigentes votados por menos de un tercio del padrón electoral y condicionados o directamente subordinados por un grupo más poderoso e “invisible” a los que nadie vota.