El fallo de la Corte Suprema que confirma la condena a Cristina Kirchner trastocó el escenario electoral y abrió interrogantes para todas las fuerzas políticas.
Cristina Kirchner saluda a la militancia peronista en la sede del PJ, un día antes del fallo de la Corte Suprema.
La decisión de la Corte Suprema de Justicia de confirmar la condena a seis años de prisión de Cristina Kirchner e inhabilitarla de por vida a ejercer cargos públicos trastocó el escenario electoral y abrió una etapa de imprevisibilidad que arroja no pocos interrogantes sobre cómo se reconfigurará la geografía política de cara a las próximas elecciones.
En el peronismo todo es conmoción y desconcierto. El universo kirchnerista trata de disimular la orfandad que le provocó la pérdida de su candidata más competitiva con un relato épico en el que apela a la resistencia y la victimización. Su objetivo es lograr el apoyo de la mayor parte de la dirigencia a la jefa condenada. Eso incluye la búsqueda de la rendición del gobernador Axel Kicillof, que se atrevió a desafiar el liderazgo de la ex presidenta.
Kicillof, sin embargo, no da muestras de transigir, aunque en su entorno admiten que el fallo de la Corte no pudo ser más inoportuno. Hoy la centralidad recae sobre Cristina Kirchner. Le será difícil resistir la presión de dar marcha atrás con su decisión de desdoblar la fecha de las elecciones bonaerenses, previstas para el 7 de setiembre próximo.
Mientras tanto, otros sectores del peronismo, sobre todo los gobernadores, son cautos y esperan que baje la espuma que generó el impacto de la condena. Quieren ver cuánto apoyo popular conserva Cristina Kirchner y cuánto cala socialmente su autoproclamada persecución.
Los gremios, salvo los más afines al kirchnerismo, tampoco se inmolan por la ex presidenta: si bien expresaron tibiamente su solidaridad, no tienen previsto convocar a medidas de fuerza en señal de protesta, aunque sí se sumarán a la marcha prevista para el miércoles 18.
La condena de Cristina no solo trastocó al universo peronista. También al mundillo libertario, que había basado su discurso y su estrategia electoral en la polarización con la ex presidenta. Los libertarios quedaron huérfanos, en este caso, de rival.
En el oficialismo nacional temen que el fallo de la Corte termine por amalgamar las tribus peronistas en la provincia de Buenos Aires, pese a sus diferencias, lo que complicaría sus posibilidades electorales en el principal distrito electoral. Por eso, acelerarán las tratativas para arribar a un acuerdo electoral con el PRO que tendrá, como principal condición para ingresar a las listas, que todos los candidatos se pinten de violeta.
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El macrismo también vive horas convulsas. Mauricio Macri ratificó la decisión de llegar a un acuerdo “digno” con el mileísmo, pero se multiplican las voces que piden revisar ese rumbo. Legisladores e importantes intendentes bonaerenses se resisten a ser fagocitados por los libertarios. Entre las voces más altisonantes figuran las de Silvia Lospennato y María Eugenia Vidal, que presionan para que el partido amarillo preserve su identidad y subraye sus diferencias con el modelo libertario en materia institucional o se plante con firmeza ante los permanentes desplantes de los Milei.
Los 35 días que restan para la inscripción de las candidaturas en la provincia de Buenos Aires, así como los cuatro meses y medio que faltan para la elección legislativa nacional, prometen ser de una intensidad tal vez mayor que la ya vivida en esta primera mitad del año.
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