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Política Coparticipación Federal de Impuestos | Alberto Fernández | Omar Perotti

Coparticipación: siete de cada diez pesos que recaudan las provincias provienen de Nación

Las provincias recaudan apenas el 30% de los fondos con los que financian políticas públicas, pero se resisten a cobrarle más impuestos locales a los que más tienen. Mientras CABA perdió recursos por un 27,5%, Santa Fe los aumentó un 9,3%. Alberto le cumple a Perotti lo que Macri le mintió a Lifschitz.

La discusión sobre los impuestos coparticipables y los montos transferidos a las provincias suele utilizarse para sobreactuar federalismo en campaña y oscila entre dos extremos: las referencias crípticas de tributaristas -dada la jungla de normas legales superpuestas que la definen- y la vulgata irresponsable de políticos y columnistas que, concentrados en operar al adversario, por falta de tiempo o pereza intelectual, repiten hasta el hartazgo frases como: “Nuestra provincia aporta más de lo que recibe” (un dicho habitual en provincias ricas e insolidarias como la nuestra) o “el gobierno unitario malgasta lo que es del resto del país” (una ficción similar a "la de la plata de los jubilados").

El hecho es que lo coparticipado por el gobierno nacional, representa actualmente y en promedio el 71,3% del total de los recursos con que las provincias afrontan gastos ordinarios (pésimos administradores como el chubutense Arcioni paga sueldos y jubilaciones con adelantos de coparticipación) y extraordinarios, generalmente asistidas para obras de infraestructura puntuales (como puentes, caminos, desagües, construcción de hospitales y viviendas) por fondos también provenientes de programas nacionales o pactos específicos.

Dos de muchísimos casos elocuentes y locales son la Escuela Técnica 508 que inauguró Binner -la única realmente nueva en los 12 años socialistas- luego de dos años de obras y que terminó costando un 58% más cara; y el nuevo Hospital Iturraspe inaugurado por Lifschitz, tras 10 años de redeterminaciones de precios que elevaron su costo un 89,80%. En ambos casos y dado que las inauguraciones fueron en campaña, se dijo que fueron construidos con fondos nacionales, cuando en realidad habían sido costeados con el dinero proveniente del extinto Fondo Federal Solidario o Fondo Soja, que Macri derogara por DNU en el marco del Pacto Fiscal 2017 y con la complicidad del socialismo y casi todas las provincias que no leían lo que firmaban o suponían que iba a haber Cambiemos por 12 años.

El hecho es que actualmente y mientras se le pide al gobierno nacional rever los montos coparticipables –obviando que para modificarla y según el artículo 75 de la Constitución Nacional se requieren mayorías absolutas en las dos cámaras legislativas, refrendadas por todas las legislaturas provinciales- o una reforma fiscal progresiva para lo que no aportarían ni un solo voto, el peso de los recursos coparticipados en los presupuestos provinciales es el siguiente:

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Según un informe de CEPA (Centro de Economía Política), hacia fines de la endemia macrista y antes de la epidemia covid-19, la provincia de Santa Fe se financiaba en un 74% con recursos provenientes de fondos coparticipados, por encima de la media nacional y de otras provincias “ricas” y con recursos propios provenientes de la industria y los comoditties agropecuarios, petroleros o mineros.

Durante los 24 meses del gobierno del Frente de Todos, fuertemente impactado por las medidas restrictivas para prevenir contagios y muertes por covid, se registró una merma previsible de la recaudación que se reflejó en la evolución de los montos coparticipados. Se pueden observar en el siguiente cuadro de CEPA un comportamiento similar del nivel de transferencias en términos reales (es decir descontada la inflación) y del promedio simple para el conjunto de las provincias, para el período febrero 2020/diciembre 2021.

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Puede observarse como las transferencias decaen el primer semestre 2020 y comienzan a recuperarse luego de la primera ola y con el aumento de actividades y trabajadores exceptuados a partir del mes de agosto, cuando el hartazgo social, las consecuencias económicas y psicosociales del ASPO, la ofensiva sin cuartel de la oposición (que promovió contagios masivos y hasta boicoteó las vacunas), la infodemia mediática y la sesgada y derrotista autopercepción de las correlaciones de fuerzas por parte del gobierno, hicieron imposible el retorno a cualquier restricción de la circulación y la actividad social y productiva.

Durante los primeros seis meses de pandemia, la caída correlativa de la recaudación de los impuestos provinciales –estimada por la AFIP en un 54% promedio- puso a muchas jurisdicciones al filo del quebranto o la mera sostenibilidad de sus gastos regulares de funcionamiento, lo que obligó al gobierno de Alberto Fernández a echar mano de la emisión de pesos (que es una herramienta de política soberana, anticíclica y para nada un vicio populista) para asistir en simultáneo los erarios provinciales, a las empresas y a sectores cuentapropistas que con las restricciones dejaron de percibir el pleno de sus ingresos.

EL BCRA asistió al tesoro nacional por un monto equivalente al 8% del PBI (o $2.014.702 millones) de los cuales el 3,5% se destinó a paliar las consecuencias sociales y económicas de la pandemia. Recuérdese que por entonces –y hasta el momento- el país no podía endeudarse tomando créditos externos, dado el doble e inédito default en dólares y en pesos de la deuda más importante en la historia mundial y del FMI, con la que el gobierno de Estados Unidos y Mauricio Macri maniataron políticamente al país por mucho más que una década. Fue una decisión acertada de política de administración financiera, el crédito posible, en pesos para pagar compromisos en pesos y a tasa 0, con un impacto indudable en el déficit fiscal que ahora el mismísimo FMI pretende reducir al 2,5%, junto con un nivel de emisión que no debería superar el 1% del PBI.

Pero si en vez de considerar el promedio total de transferencias se analiza la variación interanual provincia por provincia y a diciembre de 2021, podemos observar un resultado notable para quienes –con cierta justicia- señalamos los privilegios del estado libre asociado de CABA.

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Aquí se observa claramente que todas incrementaron su monto interanual por coparticipación –Santa Fe con un 9,3% está entre las más favorecidas- y que uno de los más notables engendros legados por la Reforma Constitucional del 94 (además del Consejo de la Magistratura) cayó un 27,5%. En gran medida explicado por la reducción de transferencias para sostener los servicios de policía y bomberos, a la que –si Alberto que se definía en campaña como el más federal de los porteños lo concreta- se sumaría una reducción importante de los subsidios para financiar las 32 líneas de colectivos que circulan por CABA, lo que obligaría al precandidato presidencial Horacio Rodríguez Larreta Leloir a afrontar el diferencial para sostener el boleto en $18/$20 con sus propios recursos o aumentar la carga tributaria de los porteños para no tocar las asignaciones presupuestarias previstas. Spoiler: Horacio está en campaña desde hace un año y medio y va a recurrir al previsible lamento de la revancha y la discriminación política.

Mientras el crecimiento no derrama, ganarle a la inflación

Al hilo de los números expresados por CEPA y basados en datos oficiales difundidos por el Ministerio de Economía, en la comparación punta a punta de los años 2020/2021, el aumento de recursos coparticipados superó largamente el 60%, lo que lo sitúa claramente por encima de la inflación promedio del 50,9% con que cerró el año pasado. Todas las provincias menos CABA (que es una ciudad autonomizada pero no un estado propiamente dicho aunque la Corte Suprema se empeñe en hacerle decir a la Constitución Nacional lo que no dice) superaron la inflación si consideramos el incremento de sus recaudaciones.

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A pesar de que Santa Fe es una provincia rica, por el peso de su agroindustria, la coparticipación de los impuestos nacionales tiene un peso decisivo en las finanzas.

A pesar de que Santa Fe es una provincia rica, por el peso de su agroindustria, la coparticipación de los impuestos nacionales tiene un peso decisivo en las finanzas.

Lo mismo puede observarse si se consideran las variaciones de los dos impuestos con mayor peso recaudatorio. En el caso del IVA el incremento fue del 69,7% y en el de Ganancias un 59,9%. Quedó fuertemente rezagado uno de los pocos impuestos progresivos que mueve el amperímetro: Bienes Personales, que se incrementó en un 35% y cuyo peso en la recaudación destinada a las provincias es de apenas el 2,7%. Cabe recordar que este último impuesto incluye las modificaciones introducidas por el Frente de Todos, consistentes en la suba de alícuotas para los contribuyentes con grandes patrimonios declarados en el país o en el exterior (que mejoran la recaudación en $85.000 millones) y que su transferencia está congelada por la decisión del Frente Gorila de masas santafesino -que incluye en los hechos al socialismo residual- de jugar en espejo con la oposición nacional y dejar sin presupuesto 2022 a Omar Perotti.

Ante un escenario de recuperación económica sostenida (aunque siempre la pregunta será ¿qué pasa si no crecemos?) pero afectada por las restricciones del “acuerdo conocido” con el FMI, la mejora en los recursos para mejorar los indicadores macroeconómicos que definirán la suerte de los gobiernos nacional y provincial está fuertemente atada a mejorar la recaudación con impuestos nacionales y provinciales que graven a las personas físicas o jurídicas con mayor capacidad económica y contributiva. Lo que parece complejo pues Juntos por el Cambio está filosófica y materialmente en contra (de todo) y el archipiélago de partidos y frentes provinciales con representación parlamentaria jamás lo hicieron en sus distritos, pero se lo exigen al gobierno nacional, incluso corriéndolo por izquierda.

El FDT deberá impulsarlo bajo acoso y con una derrota legislativa a cuestas, sin esperar que en los próximos dos años se genera una cultura del consenso, la corresponsabilidad y coso, que pese a las ilusiones y las invitaciones presidenciales, no ocurrió en los primeros dos.