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“Pequeño J” fue arrestado en un operativo conjunto entre la Policía Bonaerense y la Policía Nacional de Perú, mientras intentaba escapar escondido en un camión rumbo al sur de Lima. Sobre él pesaba un pedido de captura internacional, acusado de ser el cerebro detrás de la tortura y asesinato de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez.
Frente a la prensa local, el joven narco insistió en su inocencia: “Nosotros no matamos a nadie, me echaron la culpa nomás”, dijo antes de ser trasladado bajo fuerte custodia. Sin embargo, para los investigadores, fue quien planificó y ordenó la masacre transmitida en vivo a través de un grupo cerrado de Instagram como mensaje mafioso.
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El apodo proviene de su padre, Janhzen Valverde, integrante de una banda criminal asesinado en Perú en 2018 en un ajuste de cuentas. Criado en ese entorno de violencia, Tony heredó los códigos del narco y es descrito por los investigadores como un delincuente “brutal y sin límites”.
Mientras avanza el proceso de extradición, la Justicia argentina espera su llegada para juzgarlo junto a los otros ocho detenidos en la trama criminal que sacudió a Florencio Varela.
