Nacida en Rosario y criada en el barrio Alvear, esta mujer emergió como una de las figuras más inesperadas y peligrosas dentro del entramado narco de Los Monos. A los 24 años, se convirtió en la coordinadora operativa de una serie de atentados armados contra el Poder Judicial de Santa Fe, en una ofensiva sin precedentes que buscaba intimidar a jueces, fiscales y policías involucrados en causas contra la familia Cantero.
Este martes se conoció que la Corte Suprema de Justicia de la Nación dejó firme la condena a 20 años de prisión contra Uberti. Su defensa decidió retirar el recurso de queja que había llegado hasta el máximo tribunal. De esa manera, decidió resignarse a cumplir esa extensa condena.
Esta mujer fue quien sembró terror en 2018, cuando se produjeron más de una decena de ataques contra jueces y edificios judiciales. Ella no ejecutaba los atentados, pero era la instigadora: seleccionaba a los sicarios, organizaba la logística, trasladaba armas en su auto y dictaba los mensajes intimidatorios que debían dejarse en los lugares atacados. Su vínculo directo con Ariel “Guille” Cantero, líder de Los Monos, y con otros referentes como Daniel “Teletubi” Delgado, Matías “Pino” César y Leandro “Chulo” Olivera, le otorgó poder operativo desde afuera de la cárcel.
Los atentados contra el Poder Judicial
Según los fiscales de la causa, la saga de atentados que se le adjudican se inició el 29 de mayo del 2018 y tuvieron un denominador común: tener como blanco dependencias oficiales del Poder Judicial, más precisamente del Ministerio Público de la Acusación y del Servicio Público Provincial de la Defensa Penal, y domicilios pertenecientes (o que pertenecieron) a magistrados y a la Policía de la Provincia de Santa Fe. Los blancos elegidos tuvieron participación en la investigación y en el juzgamiento de algunos integrantes de la familia Cantero. Uberti era la gestora de las venganzas de Guille Cantero.
En la imputación contra Uberti se advirtió que el líder de Los Monos era el que “aportó a sus subordinados los datos claves para llevar adelante los ataques”, en el marco de una “estructura clandestina” delictiva, que se dedicaba al tráfico de drogas, amenazas calificadas, extorsiones y homicidios.
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Con solo 24 años, Lucía Uberti coordinó una ofensiva sin precedentes para intimidar a jueces, fiscales y policías involucrados en causas contra Los Monos.
De esa manera, dijo la fiscalía, Cantero, desde sus lugares de detención y a través de diversos teléfonos celulares, delegó la organización de los ataques a personas de su confianza como lo son Daniel Alejandro "Teletubi" Delgado, Matias Nicolás "Pino" César y Leandro Daniel "Chulo" Olivera, quienes comandaban sendas células de la organización criminal destinada a la comercialización de drogas.
La condena contra Lucía Uberti
La fiscalía pidió para Uberti 24 años de prisión. Entre las pruebas estaban los contactos telefónicos de la mujer y Cantero. El 30 de septiembre de 2021 un tribunal de Rosario condenó a 20 años a esta mafiosa por “amenazas coactivas agravadas por ser anónimas, por la utilización de arma de fuego y tener como propósito alguna medida o concesión de miembros de poderes públicos, y daño calificado por ejecutar los hechos con el fin de impedir el libre ejercicio de la autoridad o en venganza de sus determinaciones, ambos agravados por la intervención de menores de 18 años de edad, cometidos en calidad de instigadora y en concurso ideal”.
También fue condenada por varios hechos “amenazas coactivas agravadas por ser anónimas, por la utilización de arma de fuego, por tener como propósito alguna medida o concesión de miembros de poderes públicos y por la intervención de menores de 18 años de edad, en calidad de instigadora” y “daño calificado por ejecutar los hechos con el fin de impedir el libre ejercicio de la autoridad o en venganza de sus determinaciones, en calidad de instigadora”. Se la sentenció también por extorsión agravada.
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En noviembre de 2022, la Cámara Penal de Apelación la sentencia. Y en diciembre del 2023 la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe rechazó el recurso de la defensa, así como los agravios por el cumplimiento de la pena impuesta debido a que tenía un hijo menor de edad.
La decisión de la Corte Suprema
La defensa oficial llegó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación con un recurso de queja, en donde insistió en que se había violado el principio de inocencia y el debido proceso. Pero ahora los jueces Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti firmaron una resolución en la que se consigna: “En atención a lo manifestado por Lucía Estefanía Uberti y su defensor el 11 de agosto de 2025, corresponde tener por desistido el recurso de queja. Por ello, se lo tiene por desistido”.
Estos atentados fueron gestionados por Uberti, quien recibía órdenes de Cantero, que en ese momento se encontraba preso en el penal de Resistencia, Chaco. En la cárcel esta mujer se puso de novia con otro narco: Nahuel Novelino, detenido en el penal de Rawson. Ella, una joven de barrio Alvear que se convirtió en jefa operativa de los atentados contra el Poder Judicial. Él, un narco de Venado Tuerto con múltiples causas por tráfico de drogas. Juntos, tejieron una relación que fue mucho más que sentimental: fue estratégica, funcional y profundamente simbólica.
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La pareja se conoció en el entramado de Los Monos, y aunque ambos estaban detenidos en distintas cárceles, lograron mantener una comunicación constante. Se conectaban por videollamadas durante la cena, cada uno desde su pabellón, compartiendo no solo afecto sino también decisiones operativas. Desde sus celdas, coordinaban ataques, manejaban negocios de ropa que funcionaban como pantallas narco, y daban órdenes a una red de más de treinta personas.
Novelino, por su parte, fue procesado por liderar organizaciones narco desde prisión, y por amenazas a funcionarios judiciales. Su vínculo con Uberti no solo fortaleció su posición dentro de la banda, sino que también le permitió expandir su influencia en Rosario. La relación entre ambos fue clave para entender cómo Los Monos lograron mantener su poder incluso con sus líderes tras las rejas. El amor entre Uberti y Novelino fue, en definitiva, una alianza criminal disfrazada de romance, donde el afecto se mezclaba con la estrategia, y la intimidad con la violencia.