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El regreso de una postal del hartazgo: búnkeres derrumbados por vecinos

El avance de la violencia narco en el norte de Rosario y San Lorenzo provoca preocupación. Ataques a tiros contra rivales de Los Monos en la venta de drogas. La muerte de un chico de 16 años encendió la bronca en un barrio del cordón industrial.

La imagen se viralizó como un rayo en los canales de TV porteños, que repetían la escena como un loop. Mostraba a un hombre arriba de un tapial demoliendo con una maza un búnker de venta de droga en Lima 1900, en el oeste de Rosario. A su alrededor la gente gritaba: “No queremos más narcos”.

Era principios de abril de 2014. La preocupación del gobierno santafesino en ese momento, siempre atento a lo que emitían los medios nacionales –que marcaban la agenda en Santa Fe, sobre todo los canales de noticias-, era que posiblemente esa imagen iba a transformar en el imaginario como una postal difícil de erradicar.

Unos días después en el cielo aparecieron seis helicópteros y 3600 gendarmes que reemplazaron esa escena del desconcierto de un barrio derribando un búnker por la de la guerra contra las drogas, con Sergio Berni a la cabeza.

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En 2014 la fuerza federal desembarcó en Rosario para

En 2014 la fuerza federal desembarcó en Rosario para "frenar" el avance el narcotráfico.

Ya no eran los vecinos destruyendo búnkeres sino el Estado tirando abajo con topadoras los puntos de venta, luego de que los gendarmes allanaran 69 kioscos de droga que estaban vacíos. Esa puesta en escena perfilada hace seis años no provocó ningún cambio de fondo, sólo fue un bálsamo electoral para una sociedad que parecía acorralada por el narcotráfico. Otras cuatro veces volvieron las fuerzas federales, durante los últimos tres gobiernos nacionales, con promesas de combatir el narcotráfico con diferentes miradas. No sólo que ninguna funcionó. Ni siquiera ninguna se puso en práctica, en medio de la indiferencia de la justicia federal de Rosario.

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La imagen de vecinos enojados, hartos, quemando un búnker, reapareció el jueves en el norte de San Lorenzo, luego del crimen de Víctor Sánchez, un joven de 16 años, que fue acribillado por una ráfaga de disparos con una ametralladora FMK3. Lo atacaron dos hombres en moto, que también le dispararon a un amigo de Sánchez, que está internado en el hospital Eva Perón. Usaron un tercio del cargador y dieron la vuelta. Frenaron frente a un búnker donde dispararon con precisión 19 balazos. Hace tres días mataron en ese lugar a Gerardo Pérez, un veterano narco de 55 años, cuyo cadáver con un tiro en el pecho fue arrojado en la puerta del hospital Granaderos a Caballo.

Las protestas empezaron a supurar en la zona norte de San Lorenzo minutos después de la muerte de Sánchez, en momentos en que el gobernador Omar Perotti se encontraba inaugurando en Timbúes, a 13 kilómetros de allí, un nuevo hospital modular para atender a posibles infectados por coronavirus. Los vecinos quemaron un búnker, uno de los tantos que subsisten en esa zona de San Lorenzo, en el límite con Puerto General San Martín, donde aunque suene increíble se sospecha que hay entre 30 y 40 puntos de venta de droga funcionando, donde llegan por dìa entre 7000 y 10.000 camiones que traen soja para descargar en las terminales portuarias.

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Fuentes ligadas a la investigación advirtieron a Aire Digital que la hipótesis que manejan es que detrás de estos hechos violentos en los que se usó armamento de guerra está la sombra de Los Monos. Lo que observan desde el Ministerio de Seguridad es que la estrategia de este grupo narcocriminal, liderado por Ariel “Guille” Cantero, es expandirse en medio de la cuarentena y ocupar territorios que dominó Esteban Alvarado, cuando ocurrió lo contrario, en el momento en el que Los Monos fueron perseguidos por la justicia provincial, con la megacausa que promovió el juez Juan Carlos Vienna.

Los vecinos quemaron un búnker, uno de los tantos que subsisten en esa zona de San Lorenzo, en el límite con Puerto General San Martín, donde aunque suene increíble se sospecha que hay entre 30 y 40 puntos de venta de droga funcionando.

La hipótesis que se maneja es que, como ocurrió en los dos hechos anteriores en Nuevo Alberdi, el norte de Rosario, donde mataron a Joel Mansilla, de 17 años, e hirieron de gravedad al suboficial Víctor Páez, el ataque en San Lorenzo fue orquestado por Guille y su entorno más íntimo.

El avance descontrolado de Los Monos parece no tener límite, con un sello que marcó la propia génesis de la banda, como es el uso demencial de violencia, ahora con mayor poder de fuego que hace una década. En los últimos cuatro hechos en los que se sospecha que estuvieron involucrados, como en Nuevo Alberdi y San Lorenzo, se dispararon más de 150 balas.