El viernes 6 de junio la magistrada, junto a sus colaboradores y una decena de agentes federales, posó en la puerta del juzgado de Goya, donde aún quedan rastros en las puertas y ventanas de la bronca de la gente, con más de un centenar de cajas de cartón, que fueron acomodados prolijamente en la vereda. Lo que servía de escenografía en el piso era la causa judicial de Loan Peña, que ese día, después de casi un año de instrucción, partió en dos camionetas para los tribunales federales de Corrientes, a la espera del juicio, que -según prevén los más optimistas- se hará antes de fin de año.
Quienes posaban para las fotos, como si frente a ellos tuvieran un trofeo, con esas esas cajas repletas de documentos -92 cuerpos de expediente-, de pericias que se hicieron mal, de datos erróneos, de falsas declaraciones, hay una certeza clave: a Loan lo “sustrajeron” aquel 13 de junio en el campo de su abuela Catalina. Es lo que hasta ahora pudo probar la justicia federal, aunque el sentido común vaya a contramano de presumir algo que parece obvio.
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A la par de esa certidumbre, persisten varios misterios, que la investigación aún no develó, y que es la matriz de esta historia desgarradora: para qué y por qué se lo llevaron a Loan, y sobre todo: dónde está el niño que el 9 de mayo pasado cumplió seis años.
La causa sólo logró configurar un pequeño capítulo de una trama oscura que tiene como víctima a un chico, que desde hace un año no se sabe nada más de él, frente a una madre, como María Noguera, que espera el milagro de reencontrarse con su hijo. Para la jueza Pozzer Penzo “no es menor” que se haya probado que a Loan lo “sustrajeron”, en una causa muy compleja, plagada de maniobras para desviar a la investigación, como quedó probado que hicieron los integrantes de la fundación Dupuy.
Cristina Pozzer Penzo, la jueza que tiene a su cargo el caso Loan Peña.
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En este nuevo capítulo que se abre a partir de la espera del juicio, la estrategia judicial apuntará a que alguno de los ocho acusados que permanecen presos, se quiebre y confiese. Hasta ahora no ocurrió, pero es la única grieta que puede quebrar el silencio. María Noguera y José Peña, madre y padre del chico, advirtieron que “nadie habla porque hay muchas cosas oscuras detrás. Hay mucho temor a contar lo que pasó”.
“Es llamativo que nadie rompió el pacto de silencio que se tejió a partir de la desaparición de Loan. A partir de esto, se deducen los intereses oscuros que hay detrás de la desaparición de Loan”, afirmó una alta fuente judicial ligada a la causa. Las fichas están depositadas en Laudelina Peña, tía de Loan, quien fue parte del plan y no sólo mintió a lo largo de la causa, sino que al principio intentó manipular la investigación al plantar pruebas, como el botín de Loan, para desviarla.
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“Somos optimistas en que durante el juicio surja información sobre el móvil de la desaparición de Loan y también dónde puede estar”, aseguró el fiscal de Cámara de Corrientes Carlos Schaefer, que será el encargado, después de la etapa de instrucción, de desplegar la acusación contra los ocho detenidos por la sustracción del niño de cinco años, como son Bernardino Antonio Benítez, Laudelina Peña (tía de Loan), María Victoria Caillava y su esposo el exmarino Carlos Guido Pérez, Daniel Oscar Ramírez y su pareja Mónica del Carmen Millapi -en calidad de coautores- y el comisario Walter Adrián Maciel, como partícipe necesario.
A este grupo de imputados, que están con prisión preventiva, se suman otros diez, que tienen que ver con las personas ligadas a la llamada Fundación Dupuy que habrían entorpecido la investigación de la desaparición de Loan. El único de este lote que está detenido es Nicolás Gabriel Soria, conocido como el “falso yankee”, que se presentaba en Corrientes como agente de la CIA o de Interpol, pero había nacido en Avellaneda.
Se filtraron chats del excomisario Walter Maciel con otros policías sobre el caso Loan.
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Schaefer es un fiscal con una extensa experiencia, y tuvo en sus manos causas pesadas, como la investigación contra el exjuez federal Carlos Soto Dávila y todo un entramado de narcos y abogados que manejaban el tráfico de marihuana en Itatí. Una de las claves para desanudar esta trama de complicidades fue conseguir que Federico “Morenita” Marín, el narco que manejaba el abastecimiento de cannabis desde Paraguay, accediera a presentarse como arrepentido. Este criminal murió en agosto de 2023 en un enfrentamiento con la policía, después de desaparecer del lugar donde vivía con su esposa en la provincia de Buenos Aires con otra identidad.
Fuentes de la causa señalaron que a Laudelina Peña “le hicieron creer que como no se encontró el cuerpo de Loan no la van a condenar. Eso es una gran mentira, porque hay jurisprudencia y antecedentes que marcan lo contrario”. En la investigación no se logró probar qué pasó con Loan después de que fue al naranjal con sus parientes y los otros niños. La hipótesis más fuerte es que el exmarino Pérez y su esposa se lo llevaron en la camioneta. Pero en el medio existe la posibilidad, tampoco probada, de que atropellaron a Loan. El dilema a resolver porqué lo “sustrajeron” y desapareció. En el expediente no logró establecer ese móvil: si fue para entregarlo a una red de trata, si fue para ocultarlo porque estaba herido, o para sacarlo del país. Hay un agujero negro en la historia judicial que sólo se puede aclarar, según las fuentes, con la declaración de un arrepentido.
Los investigadores sólo lograron determinar la primera etapa: al niño lo sustrajeron y lo ocultaron. A modo pedagógico, los fiscales explicaron que “la acción de sustraer implica apartar, extraer o separar a un menor del ámbito de vigilancia de quien tiene legítimamente su custodia, mientras que la acción de ocultar significa esconder, encubrir a una persona, colocarla en un lugar donde los demás ignoren que se encuentra”.
“Esto fue lo que precisamente hicieron los acusados, Laudelina, Benítez, Ramírez y Millapi, quienes sustrajeron a Loan de la órbita de cuidado de su padre, Caillava y Pérez lo ocultaron, y Maciel con su accionar facilitó que se consumara esa sustracción y ocultamiento”, remarcaron.
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La estrategia judicial apuntará a que alguno de los ocho acusados que permanecen presos, se quiebre y confiese.
Schaefer destacó que los principales indicios de que Pérez y Caillava ocultaron a Loan están determinados por las pruebas que se hicieron con perros, que marcaron que el chico estuvo en la camioneta Ford Ranger con la que asistieron al almuerzo y después de la desaparición de Loan se volvieron a 9 de julio. Además, horas más tarde viajaron a Corrientes y a Chaco en otro auto, un Ford K. La sospecha es que ese viaje lo hicieron con Loan. Lo que aún no está claro es para qué.
Los investigadores determinaron que entre las 13.52 y las 15.26 se consumó la sustracción de Loan “para luego dar lugar a su ocultamiento hasta el día de hoy”. En esa ventana de tiempo, “Benítez, Ramírez, Millapi y Peña, aprovecharon que José Peña (padre) y la abuela del niño se encontraban haciendo la sobremesa y conversando con el matrimonio de Pérez y Caillava, para apartar a Loan de su padre. Usaron la excusa de ir a buscar naranjas con los otros niños (atrayendo así al menor a que los acompañara) a un naranjal ubicado en un monte alejado a más de diez minutos a pie y cuya ubicación hacía imposible que el menor pueda ser visualizado desde la casa de Catalina Peña donde se encontraba su padre.
En ese recorrido, y a medio camino hacia el naranjal -donde ya se encontraba Benítez-, en una tranquera en la que estaba Ramírez esperando a las mujeres y los niños, Laudelina había convencido a la prima de Loan de retornar a la casa con la excusa que allí también había árboles con naranjas. De esa manera logró que todos los chicos se quedaran solos con los otros tres mayores que habían ido hacia allí y que participaron de la sustracción.
La investigación señala que en el naranjal -independientemente de las versiones ensayadas por los involucrados y el relato de los niños- se produjo “un suceso que desencadenó en la sustracción del menor, el cual luego fue alejado del lugar y ocultado”, situación que para los fiscales “perdura al día de la fecha”.
La sospecha de los fiscales es que para sacarlo a Loan del lugar se utilizó “el vehículo Ford Ranger del matrimonio Pérez-Caillava, en el cual se hallaron rastros odoríficos del menor”.
Durante esa tarde del 13 de junio, Laudelina llamó a Caillava, según detectaron las antenas. Y luego, la esposa de Pérez llamó a la policía a las 15.37 horas. Pero el comisario Maciel ordenó que se asiente en el libro de guardia que la comunicación había sido a las 16.15. Luego, Caillava y Pérez se encontraron con Laudelina. La sospecha es que le ordenan que plantara el botín de Loan para desviar la investigación. Esa maniobra fue para advertir que el chico estaba perdido en el campo, mientras el matrimonio viajaba a Corrientes y Chaco.
El jefe de la Comisaría de 9 de Julio Walter Maciel, según los fiscales, montó un falso escenario de búsqueda, e impartió y ejecutó distintas medidas con la finalidad entorpecer e imposibilitar el hallazgo de Loan”.
En la investigación se concluyó que “la denominada zona cero de la desaparición fueron rastrilladas agotando todos los recursos posibles: el mismo día de la desaparición, el 13 de junio, continuando los días inmediatamente posteriores; el 30 de junio; nuevamente el 24 de julio; el 15 de octubre; y, por último, el 18 de diciembre de 2024”. “En ninguna oportunidad se hallaron rastros fehacientes del niño que lo ubicaran fuera de la órbita del naranjal”, remarcaron.
Nunca nadie escuchó la voz del niño. “Refuerzan la hipótesis de sustracción y ocultamiento el hecho que entre los familiares, personal de bomberos y la policía correntina, como así también de vecinos y personas allegadas que participaron activamente en la búsqueda de que en ningún momento nadie escuchó al menor de edad desaparecido; ni un grito, llanto, o pedido de auxilio”.
A la par, diez integrantes de la fundación Dupuy arribaron a 9 de Julio después de la desaparición de Loan. Lo que se probó es que este grupo, del que formaban parte Elizabeth Noemí Cutaia, Alan Juan José Cañete, Delfina Taborda, Leonardo Daniel Rubio, Verónica Paola Machuca Yuni, Pablo Javier Noguera, Pablo Gabriel Núñez, Valeria Liliana López, Nicolás “el americano” Gabriel Soria y Esteban Federico Rossi Colombo, manipularon a personas adultas e incluso niños del entorno más próximo a Loan. Alojaron a Macarena Peña y Camila Núñez junto a sus hermanos e hijos menores de edad en el hotel Despertar del Iberá, donde se los mantuvo sin permitirles salida en instancias clave del procedimiento de búsqueda y esclarecimiento.
Soria es el más complicado. Si bien todos fueron procesados con prisión preventiva, luego recuperaron la libertad por apelaciones tramitadas en la Cámara Federal, pero no logró ese beneficio el “falso yanquee”, quien también está procesado por los delitos de suministro de estupefacientes en forma gratuita, atentado a la autoridad en concurso real y usurpación de títulos, al llevar insignias públicamente de un cargo que no ejerciere, pues decía ser integrante de Interpol, lo que es falso.