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Gritos de la Tierra

Pescar una raya gigante no es una hazaña: es una especie única, que está amenazada

Es un pez que sólo se encuentra en la cuenca del río Paraná y que es muy vulnerable a la sobrepesca. A diferencia del pacú o el manguruyú no tiene protección legal en Santa Fe y la falta de conocimiento científico debilita las estrategias para preservarla.

Hace pocas semanas, dos hombres sacaron del río Coronda, a la altura de Puerto Gaboto, un ejemplar de raya gigante de 150 kilos. Una acción que muchos saludaron como “hazaña” pero que esconde, probablemente sin que los pescadores estuvieran al tanto, un grave problema ecológico: se trata de una especie única en su tipo a nivel mundial que habita el tramo inferior de los ríos Paraná y Uruguay que es extremadamente vulnerable como consecuencia, más que nada, de la sobrepesca.

A pesar de su enorme valor biológico y de ser el Paraná en su tramo santafesino y entrerriano probablemente el mayor reservorio mundial de una especie que sólo habita en estas aguas, no existe ninguna normativa ni legislación que la proteja, ni tampoco hay casi estudios académicos que aporten información que luego pueda ser utilizada para elaborar políticas de protección y conservación.

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“Hay muy poco conocimiento sobre la biología y la conservación de las rayas gigantes y ese es un punto central para explicar por qué, a pesar de ser animales únicos en el mundo que forman parte de nuestra biodiversidad, no tenemos legislación que las proteja” explicó Andrés Sciara, ex director del Acuario de Rosario y decano de la facultad de bioquímica de la UNR.

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Un pez único en su tipo

La raya gigante de agua dulce es una especie única en su tipo que sólo habita la cuenca del Plata, un dato que por si sólo ya la convierte en biológicamente interesante. "Puede llegar a pesar hasta 208 kilos, son los famosos ‘monstruos de río", explicó Sciara.

Aunque sus ciclos reproductivos no están muy estudiados, se sabe que tienen poca cantidad de crías, en torno a 20, por lo que no tienen una expansión rápida: “Esta es una característica típica de animales que pueden entrar en una disminución de su población, por lo que presentan una alta vulnerabilidad”, agregó.

“Debería ser una especie mínimamente en estudio para saber su estado de conservación y mientras tanto, como precaución, ingresar a la lista de especies protegidas”, opinó Sciara.

Presentan un dibujo particular en el lomo y, según el experto, el río en su tramo entre Santa Fe y Entre Ríos tiene los reservorios más importantes de esta especie ya que encuentran islas, grandes lagunas y mucha costa disponible. “En nuestra zona, a diferencia del Delta bonaerense, todavía hay baja afectación de las costas por lo que encuentran un hábitat favorable”, aseguró el experto.

Se alimentan de otros animales como crustáceos, cangrejos, mejillones y viejas del agua, que suelen usarse como carnada a la hora de la pesca.

Alerta amarilla

“América del Sur contiene la mayor diversidad global de condrictios (rayas) de agua dulce. Los principales problemas aquí son: la sobrepesca, la modificación del ciclo hidrológico por construcción de represas y la deforestación debido al avance de la frontera agropecuaria, que modifica las llanuras aluviales”, establece un estudio reciente del cual participaron dos investigadores del Inali (Instituto Nacional de Limnología) de Santa Fe: Luis Lucifora y Pablo Scarabotti.

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Otro estudio de hace pocos años del cual también participó Lucifora, que fue publicado en la revista Biological Conservation, indica que las poblaciones de rayas en el curso medio del río Paraná tuvieron una considerable disminución en los últimos años como consecuencia de la sobrepesca.

Los tipos de pesca afectan a las rayas de diferentes maneras. En la zona que va desde Resistencia (Chaco) hasta Reconquista, se practica principalmente la pesca deportiva y la pesca artesanal del surubí, que se captura en el cauce principal del río con mallones, que son redes con aberturas muy grandes.

Sciara agregó que si no se genera información científica de calidad y sostenida en el tiempo es imposible evaluar el estado de los recursos ni establecer planes de conservación.

“Si bien atrapan rayas con este método, la cantidad no es tan importante como en el tramo que va del centro de Santa Fe hasta el Delta del Paraná, donde existe la pesca comercial del sábalo, que se hace con redes más chicas en la zona conocida como llanura de inundación, que son pequeñas lagunas y riachos que aparecen cuando el río baja y desaparecen cuando crece”, dice el trabajo, que concluye que “es el hábitat más usado por las rayas así que es donde más ejemplares se capturan y donde es más evidente su disminución”.

Sin información no hay políticas

La falta de producción local de conocimiento científico sobre la naturaleza de la región es una constante, y las rayas no escapan a esa generalidad: “Debería ser una especie mínimamente en estudio para saber su estado de conservación”, opinó Sciara, para quien mientras tanto y como precaución “debería ingresar a la lista de especies protegidas en la provincia como el dorado, el pacú o el manguruyú”.

A falta de inversión estatal seria y sostenida en la materia, la mayoría de las veces se utiliza el saber práctico de los pescadores para obtener algunas informaciones, al menos parciales. “Tenemos poco conocimiento de casi todas las especies, falta inversión y mayor valoración de los recursos naturales, hubo cierto avance con el Acuario pero es un granito de arena apenas”, dijo el experto.

Sciara agregó que si no se genera información científica de calidad y sostenida en el tiempo es imposible evaluar el estado de los recursos ni establecer planes de conservación. “Se sabe algo de surubí, dorado y sábalo pero del resto casi nada. No hay información sistematizada ni continua sobre lo que pasa en el río”, alertó.