Chalino había ofrecido un show la noche anterior en el Salón Bugambilias. Durante el concierto, le pasaron una nota escrita a mano que leyó en el escenario, guardó en el bolsillo y continuó cantando, aunque con el rostro notablemente tenso. Esa sería la última vez que se lo vería con vida. El escalofriante momento quedó registrado en video, donde se puede ver cómo el músico se seca el sudor, pero continúa el recital.
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Horas después del show, Chalino fue interceptado por supuestos agentes federales que le pidieron que los acompañara para “hablar con su comandante”. Su cuerpo apareció a la mañana siguiente, con signos de tortura y dos balazos en la cabeza, a orillas del canal de riego de Los Laureles. Hasta hoy, su asesinato sigue impune y las versiones en torno a quién lo mandó matar son muchas, pero ninguna confirmada.
De vida turbulenta a voz del pueblo
Nacido en 1960 en una familia humilde del estado de Sinaloa, Rosalino “Chalino” Sánchez vivió de cerca la violencia y las injusticias sociales que luego reflejaría en sus canciones. Migró a California tras la muerte de su hermano —a quien juró vengar— y desde allí comenzó a escribir corridos por encargo. Su estilo, sin filtros, hablaba directamente del mundo del narcotráfico, de traiciones y de venganza, lo que lo hizo popular entre un público que no se sentía representado por la música tradicional.
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Chalino Sánchez recibió una nota mientras daba un recital.
Chalino fue también víctima de un atentado previo: en 1991, durante una presentación en Coachella, se desató un tiroteo donde él mismo disparó un arma contra un hombre del público que lo atacó. La escena quedó registrada y se volvió viral años más tarde, reforzando su imagen de “hombre de verdad” dentro del folclore popular.
Un legado inmortal
Tras su muerte, Chalino Sánchez se transformó en una figura de culto. Su música siguió ganando fanáticos en todo México y entre la comunidad latina en Estados Unidos. Su hijo, Adán Chalino Sánchez, también intentó seguir su legado musical, pero murió trágicamente en un accidente automovilístico en 2004, a los 19 años.
Hoy, más de tres décadas después de su asesinato, la figura de Chalino sigue viva en los barrios, en las playlists y en los altares improvisados de quienes lo consideran el verdadero ídolo del pueblo, el que cantó lo que nadie se atrevía a decir.
Su muerte, aun sin justicia, es parte inseparable de su leyenda.
El show debe continuar: el último video de Chalino Sánchez