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Policiales

Santa Fe: la banda de colombianos que estafan con préstamos ilegales y amenazan a quienes no pagan

Prestan montos de entre $1.000 y $15.000 y “recuperan” el doble. El caso de un pollero que se atrasó y se quedaron con su exhibidor, balanza y freezer, entre otras cosas. Otro perjudicado denunció que hace cuatro años, un grupo de similar características secuestró a su esposa y a su hija para hacerlas trabajar y así “cobrarse” la deuda.

Redacción Aire Digital

En los últimos días, se multiplicaron en Santa Fe las denuncias contra un grupo de personas de nacionalidad extranjera -presuntamente colombianos- que ofrecen préstamos ilegales y luego estafan y persiguen a los deudores. Actúan con la misma modalidad en barrios de Santa Fe, Santo Tomé y Coronda.

La “publicidad” del “servicio” se hace a través de volantes entregados en mano, donde se ofrecen distintos préstamos de entre $1.000 y $15.000, a devolver en “pequeñas cuotas” diarias, que son cobradas personalmente, de forma intimidatoria, y por una suma total excesivamente superior al monto inicial otorgado. Como siempre conocen datos de las personas, principalmente el domicilio, cuando ya no tienen la plata para pagar los amenazan de muerte a ellos y a sus familiares.

Así son los volantes con la “oferta” de préstamos

Uno de los damnificados es el dueño de una pollería de Santo Tomé, que contrajo un préstamo de $10.000 para poder pagar impuestos y servicios que estaban a punto de vencer. Algunas personas iban en moto a su negocio de lunes a sábado a las 20 a entregarle los cartoncitos con las sumas diarias que debían pagar: “Siempre andaban armados. Al menos me dejaban descansar los domingos”, ironizó “Javier” (el nombre es ficticio, para proteger su identidad), entrevistado por Luis Mino en el programa Ahora Vengo.

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Cuando el comerciante ya no pudo seguir pagando, porque las ventas en su negocio iban muy mal, comenzó a recibir amenazas. “Estábamos con mucho miedo. Como no tenía más dinero, les di una exhibidora, un freezer y demás elementos del negocio”, contó. “Me quedé sin nada, sin herramientas para trabajar. Yo había pedido 10 mil pesos y terminé entregando una exhibidora que valía 30 mil, un freezer que valía 15 mil y una balanza que costaba 15 mil”, enumeró.

Además, aseguró que “en Santo Tomé hay personas de nacionalidad extranjera que se organizan para actuar y todo el mundo los conoce”.

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“Tienen mucho poder de convencimiento y se aprovechan de la desesperación de la gente, pero una vez que entraste, no hay salida. Terminas trabajando para ellos porque primero trabajás para pagarles y después es para ellos”, se quejó el dueño de la pollería, quien les entregó todos los elementos del comercio y debió continuar trabajando con heladeras y herramientas prestadas. Cuando ya no pudo continuar pagando, empezaron a amenazar con atacar a su familia. El hombre también dijo que realizó la denuncia en la Seccional 23 y le respondieron “jodete, ¿para qué te metiste?”.

La publicidad de otro de los grupos que actúan bajo este modus operandi

Mientras Luis Mino seguía adelante la entrevista, llegaron al mensajero de la Radio otros 146 testimonios de personas que también contaban cómo habían sido estafadas y amenazadas por el mismo grupo o por otros similares. Tal es el caso de “Emanuel” (nombre ficticio), quien detalló al aire que hace cuatro años vivió una situación similar, pero aún más grave: cuando no pudo seguir pagando las cuotas, los “acreedores” secuestraron durante una semana a su hija pequeña y a su mujer, a quien obligaron a trabajar en una fábrica de muebles ubicada en la zona rural de Coronda como modo de “saldar” la deuda. “Emanuel” averiguó a través de otros contactos dónde tenían a su familia y a través de un allanamiento, finalmente, pudo lograr que se libere a su familia.

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Según lo que contó el hombre, en aquella oportunidad uno de los organizadores del grupo ilícito fue detenido y deportado a su país, donde estaba declarado prófugo por otros delitos. “Lo mandaron de nuevo porque había ingresado a Argentina ilegalmente”, contó, aunque advirtió que “las demás personas siguen libres y de vez en cuando las cruzo en la calle”, concluyó.

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