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Policiales

El asesinato de Carla Morel: la mataron para robar su celular, venderlo y hacerse un tatuaje

El violento episodio ocurrió en mayo y en un principio se creyó que habría sido un femicidio. Sin embargo, con el transcurrir de los días y tras la indagatoria, el caso dio un giro inesperado.

Por Ignacio Mendoza

En un principio, se pensó que había sido un femicidio por lo que se sospechó de quien era su pareja. También llegó a circular que había sido víctima de un abuso sexual seguido de muerte. Sin embargo, la causa que investiga el asesinato de Carla Morel (46) dio un giro de 180 grados y la principal hipótesis se centró en un lugar inesperado: un adolescente de 17 años, que tras ser detenido, confesó el hecho y explicó además cuál fue el móvil del crimen.

El fatal episodio ocurrió el 20 de mayo, cuando Carla había llevado a sus hijos a la escuela. Entre las 7.30 y las 17, la mujer fue abordada por un joven -J.C.O.-, que con un ladrillo la golpeó en la cabeza. El impacto fue tan contundente que la mujer murió al instante. Su cuerpo fue luego arrastrado y escondido en unos pastizales ubicados en Callejón Acería y el terraplén, y horas después encontrado por vecinos, que inmediatamente notaron algo, faltaba el celular de Carla, el elemento que sería clave en el caso.

El teléfono, un Samsung negro, fue vendido por el asesino a su padrastro, el cual tras notar la configuración del aparato detectó que la mujer asesinada, un día antes en inmediaciones del kilómetro 5 de la ruta provincial 1, había sido la propietaria del móvil. Perplejo por la situación, el hombre no dudó e informó todo a los pesquisas de la Policía de Investigaciones (PDI) que tras recibir el dato fueron hasta donde se encontraba, hasta ese entonces, el presunto autor del hecho.

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El muchacho fue esposado y puesto a disposición del Juzgado de la Primera Nominación, a cargo de Manuel Games, lugar en donde el detenido confesó los espeluznantes detalles sobre cómo atacó a Carla aquella mañana en San José del Rincón, indicaron fuentes judiciales a Aire Digital.

La investigación detectó que aquella mañana del 20 de mayo, J.C.O. había tomado una serie de pastillas de Rivotril que le causaron un fuerte desequilibrio psíquico. Con un pedazo de ladrillo en la mano y con la vista nublada vio a Carla y la abordó. Después la golpeó en la cabeza causándole la muerte de manera inmediata.

Según trascendió, el homicida confesó en su indagatoria que no recordó cómo fue el violento episodio pero sí que tenía “sus manos y zapatillas llenas de sangre” y que le había sacado a Carla -a quien conocía del barrio- el teléfono y una tarjeta. Con el correr de las horas, ese teléfono terminó siendo vendido por el asesino a su padrastro por una irrisoria suma de $400.

La víctima. Tenía 46 años y el día del crimen había llevado a sus hijos a la escuela. 

El ínfimo monto de dinero, producto del crimen de la mujer, fue utilizado luego para que el adolescente se tatúe un tribal en su pierna derecha -en la zona de la pantorrilla-, mientras que el resto fue destinado a la compra de alimentos.

La causa se instruye en la actualidad en el Juzgado de Menores N° 1, a cargo de Manuel Games, y que tiene como fiscal a, Carlos María Rolando, que le imputó al único detenido el delito de “homicidio criminis causae” por el asesinato de Carla Morel y por la cual permanece bajo la medida cautelar de prisión preventiva la cumple en el pabellón juvenil de la cárcel de Las Flores

El confeso homicida además se encuentra imputado en otra causa por “tentativa de homicidio” cuyo inicio se dio en razón de un episodio violento ocurrido el 9 de febrero pasado en un rancho de la bajada Distéfano, en jurisdicción de La Guardia y que tuvo como víctima a su cuñado. 

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