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La protección mafiosa, el negocio de los grupos criminales que afloró en el atentado al Casino de Rosario

El detenido por el ataque que mató el sábado a un apostador en el City Center está denunciado e investigado como cobrador de Guille Cantero, líder de Los Monos. La conocida y vigente actividad consiste en exigir dinero para garantizar un ámbito de seguridad al que paga, o asegurar perjuicio al que no lo hace. Taxistas, puesteros, dueños de bares y boliches padecen esta modalidad que se asoma en los legajos de las fiscalías de Rosario.

En el sur de Italia se le llama pizzo y es una de las relaciones económicas más establecidas por parte de las mafias. Supone que todo generador de una actividad rentable paga para no tener problemas de violencia. También lo denominan con un eufemismo irónico: “Protección”. Esa usanza histórica tan difundida vuelve a traslucirse en estos días en el criminal atentado a balazos en el casino de Rosario, que se cobró la vida de un apostador de 64 años que se había asomado a un balcón en una pausa del juego. Lo que aparece en ese atentado es un cúmulo de evidencia sobre el modo en que el mundo del delito maneja estos niveles de apriete. En esos sangrientos claroscuros vuelve a aparecer la banda de Los Monos.

Por los disparos desde una moto que mataron el sábado a las 22.30 a Enrique Encino, gerente del Banco Nación de Las Parejas de 64 años, quedó preso ayer Maximiliano “Cachete” Díaz. Este joven de 30 años está pegado por reciente evidencia a Ariel “Guille” Cantero, el líder de Los Monos que está preso por narcotráfico y homicidio en la cárcel federal de Marcos Paz. Una de las últimas conexiones deja claro que Cachete es quien se ocupaba de cobrarle en persona al gremio de los taxistas para no perturbar su actividad.

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Este modo de actuar de Cachete en nombre de Guille Cantero fue denunciado en detalle en el Ministerio Público de la Acusación (MPA) de Rosario en octubre pasado. Y se suma a una cantidad de referencias que exponen la vigencia de este mecanismo de chantaje que no tolera desobediencias.

La protección implica construir escenarios de seguridad o inseguridad en función de amenazas o coacciones ilegales por parte de quien tiene el predominio por la fuerza de un territorio. “Yo te garantizo seguridad para que vos vendas, o para que otros no vendan, o para que mientras ustedes se pongan de acuerdo en cómo vender no vengan de afuera a generarles competencia”, es el tipo de producto que ofrecen.

En el caso de Cachete Díaz hay un mensaje capturado, según fuentes de la investigación, donde Cantero le da una orden directa: “hay que hacer lo del casino”.

Eso confirma para el que es forzado a comprar ese “servicio” el reaseguro de no sufrir violencia. Pero como contrapartida, si el cliente no acepta o vacila, el oferente produce un ámbito de inseguridad en su perjuicio. Balaceras, incendios, persecuciones, abusos de armas contra el que no paga. Y beneficios como reducir la burocracia con la seguridad oficial o resolver conflictos con competidores.

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Eso mismo queda en evidencia en los trasfondos de la investigación del atentado al Casino. Porque el que está acusado de participar de hacerlo es, para el Organismo de Investigaciones y el MPA de Rosario, un profesional del rubro.

Pagar para vivir

El 30 de octubre pasado la comisión directiva del Sindicato de Peones de Taxi resolvió apartar de sus funciones al entonces secretario general Horacio Boix. Estaba sospechado de malversación de fondos de la asociación, llevaba una vida de lujo y se movilizaba en un Audi A7 Sportback 3.0 que estaba puesto a nombre del gremio.

A partir de la remoción de Boix en forma interina asumió Horacio Yanotti quien hasta hoy es el secretario general. Ni bien se hizo cargo Yanotti empezó a recibir en su celular y en su domicilio amenazas de una persona apodada Cachete que le exigía “un canon de seguridad” para continuar “con el acuerdo que tenía con Boix”. Caso contrario prometía represalias. A su vez otros miembros del gremio como el protesorero Lucio Lozano, Mariano Martínez, Alberto González y Carlos Lobbera recibieron intimidaciones para abandonar el sindicato.

El 26 de noviembre los frentes de las casas de Yanotti y Lobbera fueron baleados en horas de la tarde. Según las declaraciones de sus vecinos dispararon dos hombres que iban a pie pero que volvieron a pasar en moto. Uno de ellos, Nahuel Saucedo, fue identificado y está detenido hasta hoy.

En distintas investigaciones del MPA la evidencia del pago del pizzo italiano en Rosario aparece de manera pertinaz. Surge bajo las balaceras de distintas fracciones gremiales.

Del teléfono secuestrado de Saucedo surgieron nuevas pistas. Una de ellas indicó que se preparaban nuevos atentados. ¿El motivo? La rotunda negativa de Yanotti a pagar el canon que Cachete Díaz le había exigido en persona. Para entonces el Organismo de Investigaciones ya sabía que Díaz, según un informe interno, “sería parte del brazo armado de la banda y se encarga de la recaudación de Los Monos”. Eso estaba consolidado en mensajes provenientes de la cárcel de Marcos Paz donde estaba Guille Cantero.

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En el mismo informe consta que, además de Cachete Díaz, el otro encargado de las extorsiones en nombre de Guille Cantero es Fernando “Enano” Morel. La historia de Morel acaba de tener un capítulo insólito. El 25 de diciembre no volvió de una salida transitoria a la cárcel de Piñero donde cumple una condena a 18 años por homicidio entre otros delitos. Tres días después se cayó del techo de un galpón y fue internado en el Hospital de Emergencias de Rosario. De allí el jueves pasado intentó fugarse trepando desde el baño de su habitación a un conducto de ventilación pero fue atrapado.

Las investigaciones sobre él ya demostraban que recibía instrucciones de Guille para contratar a tiradores para realizar los ataques a los taxistas díscolos con los pagos. En el caso de Cachete Díaz hay un mensaje capturado, según fuentes de la investigación, donde Cantero le da una orden directa: “hay que hacer lo del casino”. Por este hecho que causó la muerte del gerente Cachete irá a audiencia imputativa entre mañana y el jueves.

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¿Por qué tiraron contra el casino? El mayor complejo de juego de Sudamerica está situado en frente al barrio 17 de Agosto que es zona histórica de predominio de Los Monos. Allí el grupo de los Cantero, en disgregada transformación tras las condenas que recibieron sus líderes, imperó cobrando retornos a todas las actividades colaterales al centro de entretenimiento. Prestamistas informales que cobran tasas usurarias a apostadores, remiseros y taxistas siempre les pagaron para tener vía despejada para sus emprendimientos.

La contribución

En distintas investigaciones del MPA la evidencia del pago del pizzo italiano en Rosario aparece de manera pertinaz. Surge bajo las balaceras de distintas fracciones gremiales. Pero también hasta en los eventos más tradicionales de Rosario. Un ejemplo es la Feria de las Colectividades, una exposición gastronómica de todas las comunidades extranjeras que se hace a inicios de noviembre en el Parque Nacional a la Bandera. Hay legajos de denuncias de puesteros sobre exigencias de pagos para no generar violencia en los ámbitos de la muestra que ha llegado a reunir hasta 50 mil personas por noche.

Otro sangrienta huella de esta industria está en el negocio de la noche. Se advirtió el pasado 19 de mayo cuando un chico de 19 años recibió siete balazos en el cuerpo frente a la disco Roma de Pellegrini y Maipú en un escandaloso ataque al voleo en la vereda colmada de jóvenes. Uno de los dueños admitió en una entrevista que era forzado a pagar 20 mil pesos por semana para que no le armaran incidentes en la puerta y que se había atrasado en un pago. Aseguró que el teléfono del cobrador, de quien nada sabía, lo tenía en su celular.

El negocio de la protección está en manos de las organizaciones criminales. En casos como el ataque criminal al casino quedó dibujado el coletazo de su vigencia.

Meses después un hombre fue detenido por la Policía Federal acusado de organizar tres atentados a balazos contra el Centro de Justicia Penal bajo órdenes de Guille Cantero. Fue identificado como Leandro Chulo Olivera. Era la persona usuaria del teléfono que pasaba a cobrarle al bolichero en nombre de Los Monos.

“Sé que le pagás a Cantero”

Los más expuestos a pagar son los que ejercen actividades ilícitas. En noviembre pasado, en una audiencia judicial contra René Ungaro, un líder de una banda criminal de la zona sur preso por homicidio, este intimidaba en forma extorsiva a Adalberto Ribadero, conocido como "Beto Riba", titular del no homologado Sindicato de Vendedores Ambulantes, a pagarle a su grupo 50 mil pesos mensuales para no atentar contra su vida.

El propio Ungaro decía saber que Riba le pagaba a Los Monos en un audio que le mandó por Whatsapp el 14 de abril del año pasado, según se mostró en la audiencia. Allí le dijo. "Escuchá, vos estás pagando ahora a los Cantero, ahora me vas a pagar o te vamos a matar. Pasame 50 todos los lunes y no te molesto más. Si no te cierro el de 27 y te mato mañana”.

El pizzo que pagaban los comerciantes peninsulares a la Cosa Nostra en Sicilia, a la Ndraghetta calabresa o la Camorra napolitana hizo escuela en una de las zonas de mayor influencia italiana de Argentina. Esa forma de extorsión proviene del derecho ancestral que tenían los capataces para apropiarse de una parte de la cosecha de los campesinos. El negocio de la protección está en manos de las organizaciones criminales. En casos como el ataque criminal al casino quedó dibujado el coletazo de su vigencia.

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