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Jorgelina Hiba | Fenómeno del Niño | Ambiente | Sequía en Santa Fe

Fenómeno del Niño: en un año y sin escalas, en Santa Fe se pasó de la sequía extrema a las inundaciones

La llegada del Fenómeno del Niño después de tres años sin agua cambió de manera radical el escenario productivo y ambiental de la provincia.

El Fenómeno del Niño puede ayudar a explicar cómo dos palabras tan opuestas como precisas en su significado podrían resumir cómo cambió el paisaje santafesino desde el primer día de este año hasta la actualidad: sequía extrema y excesos hídricos.

Sin duda, este 2023 fue un año marcado por el final de un déficit de agua pocas veces visto, que duró más de tres años y que dejó un tendal de pérdidas económicas, productivas y ambientales.

Sobre finales del invierno, la llegada del Fenómeno del Niño reconfiguró el panorama con lluvias muy abundantes sobre toda la región que repercutieron tanto en el repunte del río Paraná como en las zonas continentales, para dibujar un escenario de fin de año completamente diferente al de hace 12 meses.

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Una postal de la Costanera santafenina de agosto de 2022.

Una postal de la Costanera santafenina de agosto de 2022.

Si bien los ritmos meteorológicos siempre son complejos y son muchas las variables que entran en juego, el Fenómeno de El Niño -al cual Argentina es muy sensible- explica buena parte de lo que ocurre, con lluvias superiores a las normales para esta región y eventos de precipitaciones diarias que pueden ser muy intensos, como ya se vio en la capital provincial y en otras ciudades como Formosa, Concordia y hace pocos días en CABA.

El río Paraná, que recorre todo el límite este de la provincia desde su extremo norte hasta el sur, también cambió de forma notable: tras una bajante prolongadísima que se extendió durante casi cuatro años, esta primavera la cuenca de uno de los ríos más importantes del mundo finalmente volvió a llenarse de agua gracias a las lluvias que a partir de la primavera pasada al fin comenzaron a caer en el sur de Brasil, en Paraguay y en el norte argentino, donde se nutre el caudal del gigante marrón.

Un súper Niño

Ya desde mediados de octubre de 2023, la temperatura de la superficie del mar y otros indicadores atmosféricos y oceánicos observados en la zona centro oriental del Pacífico tropical presentan valores congruentes con un episodio de El Niño, la fase cálida del fenómeno El Niño Oscilación del Sur (ENOS).

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Durante julio y agosto, esos parámetros se intensificaron para llegar a magnitudes moderadas en septiembre. Según el último monitoreo sobre la evolución del fenómeno de El Niño publicado el pasado jueves 14 de diciembre por el Climate Prediction Center (CPC) de Estados Unidos y replicado en la web de noticias meteorológicas Meteored, el Niño 2023/2024 se encamina a convertirse “en uno de los 5 eventos más intensos jamás registrados, a medida que se acerca a su punto álgido en las próximas semanas”.

Estos pronósticos marcan que El Niño continuará hasta finales del verano y principios del otoño del hemisferio sur para el ciclo 2023/24. En ese punto, hay algo para destacar: existe una probabilidad de 54% de que el fenómeno sea “históricamente fuerte” durante la temporada que va desde noviembre hasta enero, cuando en la anterior actualización esta probabilidad era de solo el 35 %.

Tres años de sequía extrema

Hasta hace poco, muy diferente era el panorama en toda la provincia y en amplias zonas de la parte central del país, con predominancia de colores amarillos y grises, suelos agrietados, desaparición de lagos y lagunas y millonarias pérdidas productivas de todo tipo, que daban cuenta de la intensidad de la sequía que azotó a la Argentina desde 2020 hasta mediados de este año de la mano del fenómeno de La Niña durante 3 años consecutivos.

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Según datos combinados del Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) el periodo seco 2020/2023 tuvo un enorme impacto sobre los cultivos, especialmente en la zona núcleo y región central de la Argentina.

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La intensidad de la sequía azotó a la Argentina desde 2020 de la mano del fenómeno de La Niña durante 3 años consecutivos.

La intensidad de la sequía azotó a la Argentina desde 2020 de la mano del fenómeno de La Niña durante 3 años consecutivos.

En el caso de la soja, la producción para la campaña 2022/23 fue de 20 millones de toneladas, un 54,3% inferior a la campaña previa (43,8 millones) y la peor performance desde 1999.

Para el trigo, desde la BCR estimaron una cosecha de apenas 11,5 millones de toneladas, un 48% menos que un año antes, igualando niveles de producción que no se registraban desde el año 2015, cuando ocurrió la anterior gran sequía. Finalmente, la producción de maíz llegó a los 36 millones de toneladas, un 39% menos que en el ciclo anterior, lo que no se veía desde 2012/13.

Estos números negros repercutieron muy fuertemente sobre los niveles de actividad del agro, que a mediados de este año cayó un 27,1% medido de forma interanual, acompañando una caída general de la economía del 1,6%.

Desde la Bolsa estimaron que las pérdidas del campo significaron un recorte de más de 3 puntos porcentuales del PBI en todo 2023, con exportaciones de productos primarios que cayeron hasta un 35,7% y una liquidación de divisas de 17 mil millones de dólares menos que en 2022.

El regreso del agua

A partir de la primavera, y de la mano de la llegada del Niño, cambió completamente el panorama de lluvias para la región central del país. Según Meteored las precipitaciones durante los últimos 4 meses superaron en algunos puntos los 2.000 milímetros acumulados, una cifra equivalente aproximadamente a lo que suele llover de forma normal a lo largo de todo un año.

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Las precipitaciones durante los últimos 4 meses superaron en algunos puntos los 2.000 milímetros acumulados.

Las precipitaciones durante los últimos 4 meses superaron en algunos puntos los 2.000 milímetros acumulados.

Estas lluvias super abundantes, como era de esperar, dejaron de ser una solución a los tres años de sequía para empezar a convertirse en un problema de excesos hídricos, tal como empieza a verse en zonas del norte de Santa Fe y en provincias vecinas como Entre Ríos y Corrientes.

“Con este panorama llegaron las complicaciones, en especial en lo que respecta a las crecidas repentinas de los principales ríos que surcan las provincias del Litoral, con evacuados y daños, no solamente producto de los desbordes, sino también por temporales más intensos y frecuentes” dice el sitio especializado en meteorología de la Argentina.

Con agua por todos lados, el delicado sistema asociado a los humedales y planicies de inundación del río Paraná se reactivó con toda su fuerza: tras la bajante más prolongada desde que hay registros, esta primavera encontró a la cuenca de uno de los ríos más importantes del mundo llenándose de agua nuevamente de la mano de las lluvias que al fin comenzaron a caer en el sur de Brasil, en Paraguay y en el norte argentino.

El pulso del Paraná

¿Qué puede pasar en las últimas semanas del año y principios de 2024 con el nivel del río? Según el último reporte mensual del Instituto Nacional del Agua (INA), en el tramo medio del Paraná se observa una condición de aguas “medias altas” asociada a la recuperación de los niveles de base, por efecto combinado de la mayor afluencia desde el Alto Paraná y desde el río Iguazú.

“En este escenario, es bastante probable que puedan observarse nuevos ascensos, más bien en respuesta a incrementos bruscos y eventuales de la afluencia del sector no regulado del Alto Paraná o del área de aporte a la ruta Confluencia/Yacyretá, si bien no deben descartarse nuevos pulsos significativos del río Iguazú, aunque la probabilidad de esto ha disminuido”.

Por otra parte, desde ese organismo recordaron que la perspectiva climática indica que los volúmenes trimestrales de precipitación “continuarían por encima de los valores normales en las áreas fuentes, en época de ascenso estacional”.