Como nunca antes, la agenda ambiental aparece y se replica en foros, congresos, discursos, promesas y a veces, también, en acciones concretas. La explosión de fenómenos relacionados con la crisis climática y la aceleración de la percepción de que ya está pasando aquí y ahora funcionan como un cuchillo de filo doble: avivan el debate, al tiempo que recuerdan que no es un problema algo del futuro, sino del presente. Con la idea de fomentar la conciencia y la acción global a favor de la protección ambiental, todos los 5 de junio se celebra el Día Mundial del Ambiente.
A nivel global son muchos los ejes sobre los cuales transita esta gran conversación: el calentamiento de la atmósfera por la emisión de gases contaminantes, la elevación del nivel de los océanos, la contaminación por plásticos, la escasez de agua, la deforestación y la pérdida de biodiversidad son algunos de los temas recurrentes que impactan con mayor o menor media en todos los rincones del planeta.
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En la región, en los últimos cuatro años se solaparon varios eventos extraordinarios como la bajante más prolongada del río Paraná desde que hay registros, una sequía pocas veces vista con tres fenómenos de La Niña encadenados y una interminable serie de incendios forestales que se devoraron medio delta del Paraná y gran parte del Jaaukanigás y los Bajos Submeridionales.
Día Mundial del Ambiente: una agenda global
Detener el calentamiento global es la prioridad de la acción climática a nivel internacional: para lograr que la temperatura media del planeta no suba más de 1,5 grados por encima de los niveles pre industriales, para 2030 hay que reducir a la mitad las emisiones anuales de gases de efecto invernadero (GEI), originadas sobre todo por el uso de combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón.
Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) “si no actuamos ya, la exposición a aire contaminado aumentará en un 50% en esta década, mientras que los desechos plásticos que fluyen hacia los ecosistemas acuáticos podrían triplicarse para 2040”.
Otro tema al rojo vivo es la contaminación por plásticos, una verdadera peste mundial que no ha dejado rincón del planeta libre: según las cifras de Naciones Unidas, cada año se producen a nivel mundial más de 400 millones de toneladas de plástico y menos del 10% se recicla. Se estima que entre 19 y 23 millones de toneladas de desechos plásticos terminan en lagos, ríos y mares. Asimismo, los microplásticos invaden los alimentos, el agua e incluso el aire.
El factor humano
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) ha señalado y ratificado que la influencia de los seres humanos ha calentado la atmósfera, los océanos y la tierra y que esto está ocasionando daños irreparables al bienestar y a la salud planetaria. El dióxido de carbono (originado en la quema de combustibles fósiles) presente en la atmósfera ha aumentado un 47,3% para instalarse en promedios anuales de 410 partes por millón, mientras que el metano (cuyo origen está en gran parte en los sistemas agroalimentarios, sobre todo ganadería) se sitúa en 1.866 partes por mil millones, un incremento del 157,8%.
El resultado está a la vista: los fenómenos meteorológicos extremos se han vuelto más frecuentes e intensos con pérdidas económicas y ambientales cada vez más irreversibles.
Un ejemplo cercano en tiempo y espacio fue la ola de calor del pasado mes de marzo que afectó a casi todo el territorio de la Argentina, con temperaturas cercanas a los 40 grados. “También las sequías, los incendios, la megaminería y el aumento del nivel del mar son temas que necesitan una pronta resolución”, explicaron desde Naciones Unidas.
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Números que hablan
La provincia de Santa Fe tiene Ministerio de Ambiente desde el año 2015, cuando fue creado por el entonces gobernador Miguel Lifschitz, del Frente Progresista. Hasta el momento, las dos gestiones provinciales de los últimos años destinaron exiguas partidas presupuestarias a esa cartera, que nunca superaron el 0,12% del presupuesto anual total del Estado provincial.
“Los presupuestos provinciales destinados al cuidado del ambiente y la biodiversidad en Santa Fe, desde 2018 a 2023, marcan una constante: siempre son partidas que representan entre el 0,10 y el 0,12 por ciento del total de gastos anuales. El problema es político y queda resumido en los anoréxicos números del presupuesto destinado al Ministerio de Ambiente y Cambio Climático: entre diez y doce centavos cada cien pesos” detalló el diputado provincial Carlos del Frade (izquierda).
Según la interpretación del legislador, estas “cifras anoréxicas reflejan la subordinación de lo ambiental ante los mandatos de la producción del modelo extractivista”. “Las cifras del presupuesto son el verdadero tamaño de la importancia que los gobiernos le dan a los temas, las cosas y las personas”, agregó Del Frade.