El Brasil de Jair Bolsonaro, hoy en la agenda mundial por el desastre sanitario que padece en medio de la pandemia de coronavirus, sufre también una epidemia de malas decisiones en política ambiental que lo han transformado en uno de los mayores focos de preocupación de científicos y ambientalistas a nivel global.
Mientras las emisiones contaminantes bajan en todos los países de la Tierra por efecto de la cuarentena y la parálisis que eso generó en la economía y el transporte, Brasil se encamina a terminar el año con récord de contaminación como consecuencia de la deforestación fuera de control del Amazonas.
Sólo en los cuatro primeros cuatro meses de 2020 el desmonte en esa región alcanzó niveles récord y según los datos suministrados por el Instituto Brasileño de Investigación Espacial se perdieron 1.202 kilómetros cuadrados de selva en ese período, un 55% más que un año antes.
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El peor alumno de todos
El cese de actividades económicas y la merma del transporte en casi todas las naciones durante febrero, marzo y abril le “ahorraron” a la atmósfera la emisión de mil millones de toneladas de dióxido de carbono durante los primeros cuatro meses del año. Mientras que entre enero y abril de 2019 se liberaron a la atmósfera 11 mil millones de toneladas de dióxido de carbono, durante el mismo período de 2020 esas emisiones fueron de 10 mil millones de toneladas.
Según los datos de la Agencia Internacional de la Energía, los países que más dejaron de contaminar fueron China (por cada 100 toneladas, dejó de emitir 23); Estados Unidos (21); Europa (12); India (9); Rusia (5); y América del Sur (4).
Pero de la mano de Bolsonaro, Brasil va al revés: una investigación realizada por la revista Piauí explica que si bien la industria y el transporte terrestre y aéreo redujeron sus emisiones de carbono en 9,7 millones de toneladas en marzo y abril, el saldo total de las emisiones brasileñas aumentó.
La causa de eso es la deforestación: mientras que el promedio mundial de emisiones contaminantes que generan el calentamiento global caerá este año un 6%, Brasil corre el riesgo de aumentar sus emisiones hasta en un 20%.
Además, un estudio realizado por el Observatorio del Clima de ese país señala que las emisiones de carbono causadas por la deforestación podrían aumentar hasta un 51% este año.
Boicot europeo
Lejos de ser sólo un patrimonio brasileño, el Amazonas es considerado un bien que debe ser cuidado a nivel mundial. La sistemática política de destrucción ambiental que desde hace un año y medio lleva adelante Bolsonaro empieza a impactar en lo comercial, como demuestra la amenaza hecha por las principales cadenas de supermercados británicos que aseguraron que van a boicotear los productos producidos en Brasil si se aprueba una ley que, según afirman, propiciaría una mayor deforestación de la selva amazónica.
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Se trata de un proyecto de ley respaldado por Bolsonaro que busca legalizar los asentamientos informales en tierras pertenecientes al estado federal, incluso dando títulos de propiedad a quienes las ocupan actualmente contra la ley, según denunció el centro de estudios de Climate Policy Initiative.
En la práctica, esto significa un avance de los grandes terratenientes agroindustriales que buscan ampliar sus territorios para la ganadería y la agricultura intensivas.
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