Aunque Zygmunt Bauman murió en 2017, sus ideas volvieron a circular con fuerza en los últimos años. En un mundo donde todo parece acelerado, incierto y provisorio, el concepto de “sociedad líquida” se convirtió en una de las claves para entender el malestar contemporáneo.
El sociólogo polaco usó esa metáfora para describir una época en la que nada es estable: ni el trabajo, ni las relaciones, ni las identidades. Todo fluye, cambia y se reemplaza a una velocidad que genera una sensación permanente de inseguridad.
Qué significa vivir en una sociedad líquida
Para Bauman, en la modernidad líquida las estructuras sólidas se disuelven. Ya no existen certezas duraderas ni caminos previsibles. Las personas deben adaptarse todo el tiempo, reinventarse y competir, incluso en espacios que antes eran refugio, como la pareja o la familia.
Esta lógica trae libertad, pero también ansiedad. La presión por elegir bien y rápido convive con el miedo a quedarse afuera.
Felicidad
Por qué la teoría de Bauman volvió a ser actual
La hiperconectividad, las redes sociales y el trabajo precario potenciaron lo que Bauman anticipó hace décadas. Los vínculos se volvieron más descartables, las decisiones más reversibles y la sensación de transitoriedad se instaló como norma.
En ese contexto, muchas personas sienten que todo es provisorio, incluso los logros personales.
Bauman advertía que el amor, la amistad y hasta el compromiso se transformaron en relaciones “de consumo”: se mantienen mientras no generen demasiado esfuerzo. Cuando aparecen los conflictos, la salida suele ser la desconexión.
Esto no significa que falte el deseo de amar, sino que existe un miedo profundo a la permanencia y a la frustración.
