Si alguna vez miraste la cocina y pensaste que la grasa pegada no iba a salir nunca, este truco es para vos. Antes de gastar plata en productos caros y llenos de químicos, hay una solución simple y natural que podés probar en casa: limón y sal.
Esta mezcla es un clásico de las abuelas y sigue vigente porque realmente funciona. El limón es una fuente natural de ácido cítrico, que actúa como un disolvente y descompone la grasa pegada en las superficies. Por su parte, la sal aporta la fricción necesaria para despegar la suciedad sin dañar materiales como el acero inoxidable o la cerámica.
Paso a paso: cómo usar limón y sal para eliminar la grasa
Lo primero que tenés que hacer es preparar una pasta mezclando jugo de limón con sal gruesa. La idea es que quede una textura granulada, ideal para atacar esas costras de grasa que parecen imposibles de sacar.
Si lo que buscás es una limpieza más rápida o de todos los días, podés armar un spray multiusos: mezclá una parte de jugo de limón, una parte de sal fina y tres partes de agua en una botella con rociador.
Cómo aplicar la mezcla para mejores resultados
Extendé la pasta o el spray sobre la superficie que querés limpiar. Usá una esponja o un estropajo suave para evitar rayones. La sal va a funcionar como un exfoliante, mientras que la acidez del limón va a penetrar y aflojar la grasa.
Dejá actuar la mezcla entre 5 y 10 minutos. Después, enjuagá bien con agua (¡nada de otros productos!) y vas a ver cómo la grasa sale mucho más fácil y rápido.
Además de ser barato y fácil de conseguir, este método es mucho más seguro para la salud y el medio ambiente que los limpiadores industriales. Y lo mejor: deja la cocina impecable y con un aroma fresco. Probá este tip y decile chau a la grasa pegada sin esfuerzo.