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Gastarse todo: cuál es la dinámica del consumo de los más jóvenes

Focalizarse solo en el corto plazo, pensar más en gastar que en generar ahorros. Son muchos los factores macroeconómicos que no alientan a los jóvenes a posponer el consumo. Lo quiero, pero lo quiero ya.

Viajar. Salir a comer. Bares y restaurantes llenos. ¿Dónde está la crisis se preguntan los argentinos? La crisis claramente está y se puede observar en el mediano y largo plazo. Consumo y más consumo. ¿Está mal o bien? No hay que juzgarlo, solo encargarnos de mirar la nueva dinámica que se presenta en el universo de los jóvenes argentinos en un escenario de inestabilidad de precios. Con pocas perspectivas para acceder a un crédito en pesos a tasas razonables, el sueño de la casa propia se ve lejano.

Enmarcado en un contexto inflacionario, el ahorro se ha transformado en un “bien de lujo”. Los pesos “queman” en las manos, produciéndose una gran velocidad de circulación del mismo y volcándose al consumo, o a los que tienen la posibilidad, en ahorro en moneda dura. Crecimos en un periodo de inestabilidad e incertidumbre. Por ello, se puede decir que nos acostumbramos a enfrentar la vorágine que presenta la economía argentina con ciertos mecanismos de defensa.

No puede pensarse en el largo plazo en un contexto donde no existen políticas de estado. Cada nueva medida parece ser un parche de la anterior, careciendo de conexión entre las políticas públicas. Tener una macroeconomía estable trae los beneficios de coordinar los incentivos de los distintos agentes económicos hacia un horizonte temporal más amplio.

El ahorro y la inversión permiten motorizar la economía. El primero puede pensarse como el “flujo sanguíneo” por donde corren los excedentes de los argentinos. El problema está en el hecho de que la inflación ataca el poder adquisitivo y por ende se genera una menor capacidad de ahorro.

Precisamos recuperar la confianza en nuestra moneda, pero para ello, hay que brindar señales claras y contundentes de política monetaria. En este artículo se analiza el fenómeno solo desde el componente económico, ya que también existen muchos factores que incentivan la dinámica de este cambio de paradigma que proponemos a estudiar.

La globalización, la era de las redes sociales y de la información, presenta un panorama donde los jóvenes tienen muchos más estímulos que antes. El mundo parece haberse transformado en una gran ciudad global. ¿Nuestros gobernantes están pensando en dicha dinámica o siguen diseñando medidas en base a un contexto del pasado?

¿Necesitamos volver a pensar en el largo plazo o esta dinámica llego para quedarse? Sin dudas que el consumo incentiva el crecimiento, pero también precisamos de otros mecanismos para crecer sostenidamente y poner la mirada en el desarrollo.

Además del consumo, una economía robusta y sustentable precisa del ahorro, la inversión y la productividad.

¿Sabemos de dónde partimos?

Desde la clase dirigencial, se encuentra el desafío, a partir de un diagnóstico de lo que sucede, utilizar los instrumentos de política económica para planificar y diseñar mecanismos para construir un horizonte de mediano y largo plazo.

Quizás los gustos, preferencias y prioridades hayan cambiado. Sin embargo, es importante ofrecerles a los jóvenes la posibilidad de elegir. Al no tener muchas opciones para apostar, el futuro inmediato parece ser la única posibilidad. “Lo quiero, pero lo quiero ya” o “Lo quiero, pero estoy dispuesto a posponerlo para tenerlo dentro de un tiempo”. Ésta última opción, con las actuales condiciones económicas de la Argentina, pareciera no ser viable.