“Yo llegué a la vida argentina 20 años antes. Si a Evita no le perdonaban ser mujer, conmigo no iban a ser menos. Yo, además de peronista, era una mujer que había logrado destacarme mundialmente en un deporte que, acá, era exclusividad de una elite masculina y esas cosas en este país no se perdonan”.
Parte de nuestra historia en el siglo pasado guarda tristes recuerdos, y quien dijo esta frase (publicada en el libro Mujeres deportistas, de la periodista Liliana Morelli) fue una de las tantas personas que, por su simpatía con un determinado gobierno –o por oponerse a otro, lo mismo da– sufrió persecuciones y censura.
Por eso, no es de extrañar que, entre monstruos consagrados como Juan Manuel Fangio, Carlos Monzón, Diego Armando Maradona, Guillermo Vilas, Gabriela Sabatini o Luciana Aymar, el nombre de María Luisa Beatriz Terán de Weiss aún sea desconocido para mucha gente.
Justamente ella, que en las décadas de 1940 y 1950 ganó más de 800 partidos internacionales entre singles, dobles, y dobles mixtos, obtuvo 28 títulos, fue la primera argentina en ingresar al top ten mundial y popularizó el tenis en nuestro país.
Como Mary estaba claramente identificada con el gobierno peronista derrocado en 1955, a partir de ahí debió soportar el amargo exilio y, tras su regreso al país, el ninguneo y el olvido –incluso luego de su trágica desaparición–, de la que hoy se cumplen 37 años.
Destino de pionera y ganadora
María Luisa Beatriz Terán nació en el barrio Alberdi, en el norte de la ciudad de Rosario, el 29 de enero de 1918. Su padre, el encargado del buffet del Rowing Club, despertó en ella el amor por la práctica deportiva y, por ello, a los 12 Mary evidenciaba su innato talento para el tenis. No solo eso: a los 15, cruzó a nado el Paraná y, como timonel del equipo de remeros del Club Alberdi, fue la primera mujer que integró una tripulación que, en esa época, se componía solamente por varones.
De contextura física pequeña, desde niña se destacó por su tenacidad, independencia y fuerte carácter. Comenzó a jugar en el Club Atlético del Rosario –desde donde representó a Santa Fe en distintos certámenes– y, merced a sus enormes condiciones y su sostenido crecimiento, en 1937 se radicó en Buenos Aires, y se sumó al Adrogué Tennis Club.
Solo dos años después, Mary conquistó el Torneo de Mar del Plata y el Campeonato del Río de la Plata (el “Wimbledon de la América del Sud”), el más antiguo del país, que organizaba el Buenos Aires Lawn Tennis Club –donde venció en la final a Felisa Piédrola de Zappa, por entonces la mejor tenista argentina– y, en 1941, el primer lugar en el escalafón femenino nacional ya era suyo.
Según su biógrafo, Roberto Andersen, autor de la obra Mary Terán de Weiss (Ediciones Fabro, 2012), la rosarina poseía un gran revés y un mejor drive y, su juego, era de base largo y de gran movilidad. Su volea era buena también y, en los courts, su estilo ofensivo y su sobresaliente condición física le permitían sostener encuentros de largo aliento. A decir de Andersen, “parecía una gacela en la cancha pese a su baja estatura (medía 1,60 metro) que no la beneficiaba”.
En 1940, emprendió un viaje en tren hacia Córdoba, donde disputaría un torneo. En el recorrido quedó completamente cautivada con un hombre muy apuesto y, tal fue la atracción que le produjo –y eso que ella estaba de novia por entonces–, que buscó llamar su atención, se sentó a su lado y le dijo que juntos harían una linda pareja.
Ese hombre era Heraldo Weiss, hijo de Gottlob Weiss, famoso wing derecho de Alumni. Además, Heraldo –oriundo de Lomas de Zamora, profesor de Educación Física en el Belgrano Athletic, campeón argentino y figura del tenis nacional en la década de 1940 junto a Enrique Morea, Alejo Russell y Héctor Etchart– era el capitán del equipo argentino de la Copa Davis, y también tenía su pareja…
Pero estaban destinados a unirse: se casaron tres años más tarde –con viaje de luna de miel a los Estados Unidos– y, aunque la familia Weiss nunca vio con buenos ojos esta relación, Mary y Heraldo fueron una gran pareja, tanto dentro como fuera de los courts. Por caso, conformaron el exitoso dobles mixto que representó al país en todos los certámenes del mundo.
Los logros de Mary en esta época fueron brillantes: durante su extraordinaria campaña deportiva disputó 1100 partidos internacionales, de los que ganó 832 (entre singles, dobles, y dobles mixtos), y conquistó 28 títulos, entre los que se destacó el Plate de Wimbledon, que disputaban los que no llegaban a la final del Gran Slam británico.
Fue la número 1 del ranking nacional en 1941, 1944, 1946, 1947, 1948 y 1952, y ganó dos medallas de oro y una de bronce en los Primeros Juegos Deportivos Panamericanos, disputados en Buenos Aires en 1951, siendo una de las grandes figuras de los mismos.
Su popularidad crecía cada vez más. Mary recibía apoyo de la Asociación Argentina de Tenis (AAT) para realizar viajes al exterior y, Aerolíneas Argentinas, donaba los pasajes para su traslado. Además, la reconocida marca Dunlop le proveía las raquetas, los encordados de las mismas y le organizaba los partidos en Europa.
Por su excelente nivel, fue considerada una de las mejores 20 tenistas del mundo y venció a todas las jugadoras de su época, excepto la estadounidense Althea Gibson, la primera tenista de raza negra que conquistó Wimbledon, donde se coronaría en 1957 y 1958.
Es más, alcanzó el 10° puesto en el ranking mundial femenino (en esos años, el escalafón era elaborado en base a las opiniones y votaciones de la prensa especializada), y fue la primera jugadora argentina en integrar el top ten.
En sus viajes, llegó a codearse con los reyes de Grecia o la reina de Inglaterra y, por su belleza, el modisto inglés Ted Tingling la contrató para que luciera sus modelos exclusivos, con polleras cortas, escotes pronunciados y transparencias, consideradas inauditas para la época, ya que en esos años las mujeres usaban una ropa que apenas les permitía mostrar las piernas y brazos, salvo las mallas de natación.
Su compromiso político
A instancias de su marido, que adhería al peronismo –partido gobernante en la época–, Mary reveló un fuerte compromiso social y comenzó a participar y a acompañar las políticas deportivas del Estado nacional. Si bien gozaba de un muy buen pasar, se involucró abiertamente en la actividad política y enarboló la bandera de acercar el tenis al pueblo.
"Yo creo que si en nuestro país se intensificara la práctica del tenis entre los jóvenes, construyendo una cancha en cada plaza, si es necesario, y dotándolos de maestros capaces y conscientes, nuestro deporte habría de brillar muy alto en el concierto mundial", le dijo en 1952 al diario catalán Mundo Deportivo.
Ese mismo año fue designada asesora deportiva de la Municipalidad de Buenos Aires, a cargo del Ateneo Eva Perón, y responsable de los Campos Deportivos en el parque Tres de Febrero. Su tarea consistía en organizar torneos de tenis y escuelas mixtas para niños sin recursos.
Por su parte y, con el fin de masificar la práctica de este deporte –que en esa época era considerado de elite–, la ropa para los chicos y las raquetas eran provistas por la Fundación Eva Perón. Asimismo y, merced a sus contactos políticos, impulsó la remodelación del Buenos Aires Lawn Tennis Club, cuyas obras permitieron aumentar la capacidad del estadio y mejorar las comodidades de los espectadores.
En ese 1952, Mary sufriría dos enormes pérdidas: el 26 de julio, falleció Eva Perón y, el 30 de agosto siguiente, la de su esposo, víctima de un cáncer, que terminó con su vida un día antes de que Heraldo cumpliera 34 años.
La propuesta de matrimonio de Perón
Mary siempre destacó la amistad que la unía con el teniente general Juan Domingo Perón, y la ayuda que recibió por parte de su gobierno. Tras la muerte de su esposo, reveló: "Estoy trabajando por requerimiento del presidente Perón, que me encargó la tarea, en un programa de amplio alcance para producir nuevos jugadores de tenis en años venideros, que ponga a la Argentina en cabeza de los países participantes en los torneos mundiales”. Y abundó: “Más de 1500 chicos, de 8 a 18 años, recibirán apoyo gratuito en ese marco, no solo escolar, sino los de cualquier familia que quieran aprender el juego".
Por entonces, insistentes rumores la vincularían sentimentalmente con el presidente de la república. En febrero de 1953, le dijo al periodista chileno Rosauro Salas, en una conferencia de prensa en Santiago, donde se encontraba de paso: "¿Pero de dónde sacan esas cosas? Es cierto que soy gran amiga con el primer mandatario de mi país. Pero esa amistad no pasa de ser la lógica admiración que sentimos todos los deportistas por el hombre que ha sabido comprender las inquietudes de la gran masa deportiva de Argentina".
Pero según Roberto Andersen, el biógrafo de la tenista y, en una de las visitas que hizo a la residencia de Olivos, el presidente le propuso matrimonio mientras le mostraba unas vitrinas donde se exhibían diversas joyas que pertenecieran a Eva Duarte.
"Tras un corto silencio, el primer magistrado propone a su invitada tomar la pieza de su mayor agrado, a lo que ella responde: «General, valoro su gesto pero no acostumbro a usar joyas». Perón pone énfasis al expresar: «Muchacha –así la llamaba–,quiero significar que mi deseo es el de que todas las piezas le pertenezcan, siendo mi esposa. Estoy pidiendo su mano»", reveló Andersen en su obra publicada en 2012.
“General, yo simpatizo con su gobierno, pero no tengo fibra política; no soy Evita, y no puedo subirme a ninguna tribuna a hablar. Y usted necesita una compañera de fuste a su lado”, respondió Mary con firmeza.
Exilio y olvido
El 16 de septiembre de 1955, el gobierno de Perón fue derrocado por laRevolución Libertadora. En ese momento, Mary se encontraba en Berlín, jugando el Abierto de Alemania y, el gobierno de facto, intervino la AAT y le pidió a la Federación Internacional de Tenis que le prohibiera jugar (“adhiere al régimen depuesto”, fue el argumento para mandar al freezer su carrera deportiva), a lo que la FIT no accedió, ya que consideró “una evidente intencionalidad de persecución política contra Weiss”.
Así como se pedía la exclusión de Terán, para muchos otros deportistas hubo sanciones y exclusiones de los Juegos Olímpicos de Melbourne, que se disputaron en 1956.
En nuestro país, a Mary le confiscaron su departamento de Belgrano, el negocio de ropa deportiva y, todos sus bienes, fueron incautados. Además, la Libertadora abrió una investigación por su militancia en el peronismo, por lo que debió exiliarse y, en este lapso, alternó su residencia entre Madrid, Barcelona y Ginebra.
A pesar de los pedidos de la AAT, intervenida por los militares, la Federación Internacional de Tenis le permitió seguir jugando en Europa, donde conquistó nuevos títulos. Eso sí: los medios de comunicación argentinos no se hicieron eco y, selectivamente, omitían publicar las noticias de sus triunfos.
Finalmente, Mary retornó al país en 1959, durante la presidencia de Arturo Frondizi (quien había asumido la primera magistratura el año anterior) y, cuando todos los clubes le cerraron las puertas, el único que le permitió sumarse al mismo y representarlo fue River Plate, gracias a la decisión de unos de los mejores dirigentes de la historia del Millonario: Antonio Vespucio Liberti. También lo habían hecho Comunicaciones y Trovatore, pero no contaban con la infraestructura para entrenamientos y competencias profesionales.
Ya nada sería igual para ella: el Belgrano Athletic, club al que perteneció durante 20 años, le comunicó que ya no podía tenerla como socia y, el portero, le negó la entrada. Si bien estaba habilitada para hacerlo, no podía competir, ya que su carrera fue boicoteada por sus propias colegas: nadie quería jugar con ella y, por su inactividad, caía cada vez más en el ranking. Incluso, algunas tenistas reconocerían que, la orden que bajó de la AAT, era la de abstenerse de enfrentar a Terán.
Como sus rivales no se presentaban, el campeonato de 1963 tuvo que ser anulado por ese motivo. Mary entendió que le estaba haciendo daño a River y, a modo de agradecimiento por el noble gesto que tuvo esta entidad al recibirla, dio un paso al costado.
Como Perón había colocado a los clubes, cuyos terrenos estaban concesionados, bajo el control del gobierno, este abuso de poder –para muchos–se lo hicieron pagar a Mary, que era la cara visible del tenis peronista. “Se ganó antipatías”, resumió Roberto Andersen sobre el calvario que debió soportar la oriunda de Rosario.
Dolorida y, harta del ninguneo y la persecución, Mary anunció su retiro del tenis (durante un tiempo, lo reemplazaría practicando golf) y, el 22 de julio de 1964, publicó una extensa y reveladora carta abierta en la revista El Gráfico, en la que detalló el hostigamiento y la censura de la que fue víctima.
"Jugadoras (…) me han explicado personalmente que no tienen ningún agravio contra mi persona, pero que por orden y amenaza de un pequeño grupo de ellas no podían presentarse a jugar contra River, pues la decisión de no enfrentarme era unánime y debía respetarse. Ignoro cuáles son los motivos que han llevado a esta campaña, pues todas esas jugadoras compartieron conmigo la responsabilidad de representar al país, especialmente entre 1946 y 1955 (…) No se me ha manifestado jamás cargo alguno concreto, ni por parte de las autoridades deportivas oficiales, ni por jugador alguno", afirmó Terán.
Asimismo, Mary calificó a esta situación como una "inhumana e injusta persecución alentada por el inconfesable deseo de evitar que vuelva" a su "deporte favorito". Y agregó: "No tengo ni he tenido nunca nada que reprocharme y así lo atestiguan los innúmeros documentos que obran en mi poder, cuya publicación aclararía la equívoca situación de ciertos detractores actuales que en su oportunidad se complacieron recibiendo aquello mismo que hoy censuran".
El remate fue categórico, ya que desnudó la hipocresía de los clubes que se negaron a abrirle las puertas, y que fueron los mismos a los cuales, durante su gestión, atendió y les solucionó los problemas por los que fueron a verla: "¡Qué rápido olvida la gente!", disparó.
Sus últimos años
El 16 de septiembre de 1980, a 25 años del golpe que derrocó a Perón, un grupo de jóvenes ligados a la actividad deportiva (NdeR: en realidad, pertenecían a la Liga Justicialista del Deporte, conformada en 1974 pero, como en esa época estaba prohibida cualquier actividad política, habían creado el Instituto Argentino de Promoción del Deporte, o IAPD) organizaron una “cena de desagravio”, en una parrilla de la calle Montevideo, casi esquina Vicente López, de la Capital Federal, a dos cuadras de su casa.
En ese encuentro, Mary delineó junto a ellos la defensa de Guillermo Vilas, quien había sido atacado como “ídolo de barro” en una solicitada firmada por los mismos “nefastos personajes” que siempre la atacaban a ella. En su afán de popularizar la práctica del tenis, Mary afirmó: “Lo que yo no pude conseguir desde el gobierno, lo consiguió Vilas con su zurda y su raqueta”.
Este apoyo al fenomenal jugador marplatense reunió miles de firmas de integrantes de la Comunidad Deportiva Nacional, recolectadas por el Instituto Argentino de Promoción del Deporte y entregadas a Willy antes de su participación en la Copa Davis de ese año.
En diciembre del mismo año, fue la madrina de la revista Mundo Amateur, y en su primer número, escribió un artículo titulado Contenido espiritual del deporte. "En mis luchas deportivas, a veces, me he visto muy pequeña frente a mis rivales de extraordinario e impresionante desarrollo físico. Pero al mismo tiempo sentía que «mi fuerza moral» no era inferior a la de esas magníficas oponentes. Y así, confiada en mi fuerza moral más que en mi fuerza y resistencia corporal obtuve triunfos que muchos espectadores creían imposibles o casi imposibles. En el juego deportivo se lucha con uno mismo antes que con el rival. Se habla así de deportistas con nervios de acero (Björn Borg), por ejemplo. Es una manera de decir que significa, en mi opinión, deportista que ha logrado la suprema armonía entre cuerpo y espíritu", estimó.
Proscripta, y con una injusta condena social que la depositó en el olvido, Mary se recluyó con su madre, Goyita –a quien veneraba– y, por un tiempo, atendió un comercio de ropa deportiva en el barrio de Belgrano de la Capital Federal.
Aislada, su única compañía era su progenitora, que falleció en 1983, hecho por el que cayó en una profunda depresión, por la que casi no salía de su hogar y no se relacionaba con mucha gente. Aparte y, luego de enviudar, Mary nunca se volvió a enamorar ni a casarse, pese a haber recibido propuestas. "Cuando falleció su madre ya no era lo mismo. Había adelgazado mucho y estaba muy pálida. Entristeció mucho y se fue a vivir a Mar del Plata", recordaría el historiador, periodista y docente tucumano Víctor Lupo, ex secretario de Deportes de la Nación entre 1990 y 1992.
Roberto Andersen cuenta en su libro que, el jueves 15 de noviembre de 1984, Mary fue “trasladada de urgencia a un sanatorio de atención neurológica como consecuencia de haber ingerido barbitúricos”. Fue un claro aviso. El miércoles 5 de diciembre siguiente le dieron el alta y, unas amigas de su madre, que vivían en un departamento ubicado en Santa Fe 1820 de Mar del Plata, la invitaron a pasar unos días con ellas.
Cansada de luchar y abatida por la tristeza que le provocó una persecución tan inútil como despiadada, cerca de las 10 del sábado 8 de diciembre de 1984, Mary se suicidó lanzándose desde el séptimo piso de este edificio céntrico marplatense, cercano al Casino. Tenía 66 años y, hoy, se cumplen 37 de su trágica desaparición.
El único aviso fúnebre, publicado en el diario La Nación, fue el que elaboró su familia. Ni la Asociación Argentina de Tenis, ni ninguno de los clubes en los que jugó, la recordaron. Una de las muy pocas personalidades del ambiente del tenis que asistió a su funeral fue Enrique Morea, cuyo pensamiento político se ubicaba en las antípodas del peronismo.
“Estaba cansada de sufrir tantas injusticias. La llamaban por teléfono, la amenazaban, fue una lucha permanente”, rememoraría su sobrino, Alfredo Terán.
Su legado
Por su simpatía con el peronismo, Mary sufrió persecuciones y censura y, sistemáticamente, el revanchismo de gobiernos, colegas y de la mismísima Asociación Argentina de Tenis se materializó contra su imagen. Así, la primera tenista argentina en brillar a nivel internacional, multicampeona en diversas especialidades, top ten mundial e impulsora de la idea de popularizar este deporte, fue condenada al ostracismo.
El 19 de septiembre de 2006, se inauguró en Villa Soldati, en la zona sur de la Capital Federal, el estadio Parque Roca que, tras la sanción de la ley 2502 de la Legislatura porteña, a partir 8 de noviembre de 2007 pasó a llamarse Mary Terán de Weiss, y que fue sede de numerosas series de la Copa Davis y la Fed Cup.
Tras las reformas que se le realizaron para los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018, se convirtió en el estadio cerrado con mayor capacidad de la Argentina (su aforo es de 15.500 espectadores), y el primero de América Latina en contar con techo retráctil.
En 2014 se estrenó el documental Mary Terán, la Tenista del Pueblo, ganador del concurso del Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisulaes (INCAA) realizado por la directora y guionista Judith Battaglia y la productora María Langhi, ambas rosarinas, como la protagonista del homenaje.
Y, a partir del miércoles 27 septiembre de 2017, la avenida 1342 de la ciudad de Rosario, ubicada en el corazón del barrio La Cerámica, lleva su nombre.
Mary brilló junto con los logros de Pascual Pérez, Delfo Cabrera y Juan Manuel Fangio, entre muchos otros. También fue contemporánea de los campeones mundiales de básquet de 1950, de los medallistas olímpicos de Londres 1948 y Helsinki 1952, y del equipo nacional que tuvo una extraordinaria actuación en los Juegos Deportivos Panamericanos de 1951, en Buenos Aires.
Y, al igual que tantos consagrados, sumó gloria para el deporte nacional.
Se podrá estar de acuerdo, o no, con una determinada idea política pero, lo inadmisible, es que alguien sea marginado, perseguido y censurado por el solo hecho de pensar distinto. Este fue el “pecado” que Mary Terán de Weiss debió purgar en vida pero, a 37 años de su adiós, su recuerdo permanece inalterable y es un modelo para las nuevas generaciones.
Mary quiso que todos pudieran jugar al tenis y, a pesar de tantos reveses que sufrió, su legado ya es imborrable. Aunó talento y determinación y demostró que, además de sus trofeos, la mayor trascendencia de un deportista se alcanza con el respeto y la consideración hacia los demás, y la firmeza que haya tenido para defender sus convicciones.
Y, para esto, no hubo, hay, ni habrá censura y discriminación que puedan impedirlo.
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