Dora Correa, una ama de casa que ya tenía tres hijos de su primer matrimonio, y Domingo Coggi, un mecánico y aficionado a las carreras de autos, viudo y con otro vástago, contrajeron enlace y tuvieron tres descendientes más: Paulina, Luis y Juan Martín Coggi, quien nació en Fighiera, departamento Rosario, Santa Fe, el 19 de diciembre de 1961.
Años después y, debido a un cáncer terminal que padecía la abuela materna de quien se convertiría en uno de los más sólidos campeones mundiales que dio el boxeo argentino en su historia, toda la familia se radicó en el humilde barrio Las Mandarinas de Coronel Brandsen, provincia de Buenos Aires, a 70 kilómetros de la Capital Federal.
Como el 99,99% de los púgiles en todo el mundo, Coggi se hizo bien de abajo. Fue ciruja, vendedor de zapallitos, peón y repartidor de una panadería, boyero en un tambo, y hasta limpió pozos ciegos. ¡Ah! Y desde que, a duras penas, terminó 7º grado en la escuela primaria Bartolomé Mitre de Fighiera, ya peleaba por plata ante quien sea.
“Mi referente, mi primer maestro, fue Carlitos Monzón. En la revista Goles, o en El Gráfico, salían cuatro fotos que decían «Aprenda a boxear con Carlos Monzón» y, cada una, tenía su explicación sobre lo que había que hacer. Yo empecé a hacerlo contando las baldosas, tirando piñas con los palitos de escoba, haciendo cintura con una soga a la altura de los hombros, girando y haciendo un paso al costado. Todas esas cosas las enseñaba él…”, recordaría años después Coggi –confeso admirador de Escopeta– sobre sus inicios en este deporte cuando apenas era un adolescente flaco y desgarbado, origen de su apodo Látigo.
Con solo 15 años y, con las ansias inquebrantables de conseguir un futuro mejor –propias de aquellos que comen salteado y saben perfectamente bien lo que significa la palabra carencia– lo llevaron a viajar a dedo, o directamente, colado en los techos de los vagones del ferrocarril Roca desde Brandsen al Luna Park, en donde se inició en el boxeo competitivo de la mano de quien sería su maestro: Santos Zacarías.
Tras una campaña amateur de 32-2-3 (donde integró la Selección nacional y llegó a combatir en Salt Lake City, Estados Unidos), Látigo debutó como rentado (con 20 años, tres meses y 14 días), el viernes 2 de abril de 1982 –sí, el mismo día que la bandera argentina volvió a flamear en las Islas Malvinas–, cuando anestesió en cuatro rounds al cordobés Horacio Valdez en La Plata.
Ganó sus siguientes 21 combates (diez antes del límite) y, en su pelea número 23, el sábado 9 de septiembre de 1985, resignó su invicto ante el platense Adolfo Omar Arce Rossi –dotado de una gran riqueza técnica, pero al que su inconducta profesional le frustró un mejor porvenir– en el Luna Park.
Pero no se rindió. Con la misma determinación que lo llevaría a brillar en el pugilismo mundial, Coggi se ciñó la corona argentina welter junior, con un nocaut de novela ante otro zurdo de mano pesada y temida, nacido en Bahía Blanca y radicado en San Carlos de Bariloche, Río Negro: Hugo Ariel Pajarito Hernández.
El sábado 25 de octubre de 1986, el mítico estadio de Corrientes y Bouchard vio cómo la faja de las 140 libras o 63,503 kilos cambió de dueño en menos de nueve minutos de pelea, con el triunfo en el tercer asalto del santafesino. Pero, lo mejor estaba por venir.
En lo más alto del mundo
Menos de un año después de su primer título, Látigo tuvo la chance de disputar la corona mundial welter junior AMB cuando, el sábado 4 de julio de 1987, en el Palazzo dello Sport de Ribera, Sicilia, enfrentó al italiano Patrizio Oliva.
El campeón, nacido en Nápoles el 28 de enero de 1959, y ganador de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Moscú 1980 en la categoría hasta 63,5 kilos, haría su tercera defensa tras haberse coronado el sábado 15 de marzo de 1986 ante otro criollo: el capitalino –radicado en Mar del Plata– Ubaldo Néstor Sacco, a quien le GPP 15 (dividido), en el estadio Louis II de Montecarlo.
Esta fue la última pelea de Uby quien, por sus adicciones, excesos y falta de apego al gimnasio, rifó lo que podría haber sido una trayectoria brillante, ya que sus condiciones técnicas y boxísticas eran superlativas. Sacco, quien también fue monarca argentino y sudamericano welter junior, nos dejó el 28 de julio de 1995, con solo 41 año.
Previamente a medirse con el santafesino, Oliva había retenido su cetro ante el estadounidense Brian Brunette (el sábado 6 de septiembre de 1986, le GKOT 3 en Nápoles), y el mexicano Rodolfo González (al que le GPP 15, en fallo unánime, en Agrigento, Sicilia, el 10 de enero de 1987).
Pero, frente a Coggi, fue embestido por un tren expreso: la paliza duró apenas dos rounds y medio, ya que, a los 2’41” del tercer asalto, el árbitro estadounidense Bernie Soto decretó el nocaut y, Látigo, se convirtió en el 13º campeón mundial argentino y el tercero nacido en la provincia de Santa Fe. Lo precedieron dos pupilos de Amílcar Brusa: Carlos Monzón, de San Javier, quien se coronó en 1970, y Miguel Ángel Cuello, oriundo de Elortondo, en 1977.
Esta fue la 35ª pelea de Coggi, donde logró el primero de los tres cetros que ostentaría, siempre en la misma división y entidad que lo reconoció.
“Perder la corona, en aquel 4 de julio de 1987, por nocaut en el tercer asalto, fue un dolor muy grande para mí. Pero, en el fondo, tuve una satisfacción: dejársela a un señor como Coggi. Él no sólo fue un gran campeón sino que, además, es un gran hombre. Desde aquel momento me convertí en su mayor admirador", recordó Oliva su derrota frente a Látigo, cuando visitó nuestro país en noviembre de 1998, como entrenador de la Selección amateur italiana, que participó en el Mundial Sub 19 que se desarrolló en el CeNARD.
Los otros dos reinados
Látigo defendió exitosamente la corona en cuatro oportunidades (superó al surcoreano Sang-Ho Lee, al estadounidense Harold Brazier, al japonés Akonobu Hiranaka, y al mexicano José Luis Castillo) hasta que, el viernes 17 de agosto de 1990, en el Palais des Congres d’Acropolis de Niza, Francia, PPP 12 (mayoritario) ante el estadounidense Loreto Garza.
El combate contra Castillo había sido el último con Santos Zacarías en su rincón y, en esa oportunidad, lo atendió Ubaldo Sacco (padre). Santos, quien también fue el entrenador del chaqueño Sergio Víctor Palma, rey supergallo AMB entre 1980 y 1982, falleció el 24 de agosto de 2007, de un infarto.
No obstante y, tras una serie de 13 victorias, Coggi tuvo la chance –que no desperdició– de recuperar el ansiado cinturón mundial. Fue el martes 12 de enero de 1993, en el estadio Superdomo de Mar del Plata, cuando le GKOT 8 (2’50”) al zurdo filipino Morris East. Así, el santafesino se convirtió en bicampeón welter junior AMB.
Protagonista involuntario de un robo
Hasta que el viernes 17 de diciembre de 1993, en el Club Defensores de Villa Luján de San Miguel de Tucumán y, en la quinta defensa de su segundo reinado, Coggi fue protagonista –absolutamente involuntario– de uno de los mayores robos en la historia del pugilismo mundial. Esa noche, Látigo enfrentó al colombiano Eder González quien, tras haber caído en el primer asalto, en el round siguiente conectó una durísima derecha que explotó en el mentón de Látigo, el cual quedó –literalmente– nocaut de pie.
Mientras la cuenta del impresentable árbitro venezolano Isidro Rodríguez llegó a ¡18! (sí, leyeron bien, contó hasta 18), otro oscuro personaje no dudaría en apelar a lo que sea, sin prurito alguno, para que la corona quedara en casa: Osvaldo Rivero, promotor del festival y manager de Coggi.
“¿Dónde está la llave? ¡Voy a cortar la luz!”, le dijo a Ramón Palito Ortega, el por entonces gobernador de Tucumán, sentado a su lado en el ringside.
Pero, el oprobio, no terminaría allí. Tras recibir el pase del árbitro, Coggi, quien no sabía ni cómo se llamaba, recibió otra dura andanada de golpes del moreno, hasta que Rodríguez se interpuso nuevamente, evitando la derrota del boxeador local. ¿Qué hizo? Le dio segundos para que se recuperara, pero sin contar. Insólito.
Mientras González fue hacia su rincón para festejar junto a su entrenador, el español Ricardo Sánchez Atocha, lo que consideraba una segura victoria, el árbitro indicó que continuaran las acciones.
Entonces, el manager argentino Luis Spada –radicado en Panamá, titular de la empresa Panaprom, ex apoderado de Roberto Manos de Piedra Durán, y que falleció el 17 de enero de 2009– subió al ring, agarró del pantalón a Coggi para que no se cayera y, en el colmo del surrealismo, mientras González volvió a lanzar golpes sobre el campeón, Spada ayudó a Látigo a evitarlos. Es decir, desde afuera mantuvo parado a Coggi, ¡y hasta le hizo esquivar los envíos lanzados por el retador!
¿Más? Este round duró 2’30”, es decir, 30” menos, al igual que el tercero, cuarto y quinto asaltos, con el agravante que, en lugar de un minuto, los descansos entre cada capítulo fueron de 1’30”, en lugar de un minuto.
“Coggi quiso resolver la pelea con una sola trompada; en el primer asalto lo había tirado al colombiano, pero luego amagó tanto, tanto, que el otro le pegó primero y lo fusiló. Le contaron hasta 30 y se levantó. Luego se recuperó y ganó en el séptimo. Me atribuyo todo lo que se hizo esa pelea”, contó Rivero, cínica y desvergonzadamente, en una entrevista que el periodista Marcelo Palacios le realizó en TyC Sports.
Coggi jamás supo cómo hizo para vencer esa noche por KOT 7 (2’26”) al moreno oriundo de Antioquía, ni tampoco que, los que lo “ayudaron”, hicieron lo imposible para no perder el negocio: estaba totalmente groggy de pie. Pero, lo que mantuvo limpio el buen nombre de Juan, es que él jamás hubiera sacado ventajas por su cuenta. Su largamente probada hombría de bien y honestidad –tanto profesional como personal– se lo habrían impedido.
Tres meses y un día después –el viernes 18 de marzo de 1994, en el MGM Grand Garden Arena de Las Vegas–, el colombiano volvió a derribarlo, pero Coggi liquidó a su retador por KOT 3 (2’01”).
Su trilogía con Frankie Randall
Pero, en su siguiente defensa, se cruzaría con el estadounidense Frankie Randall, con quien sostendría tres combates en su trayectoria, todos titulares. El primero fue el sábado 17 de septiembre de 1994, en el MGM de la capital mundial del juego y, el moreno de Birmingham, Alabama, le GPP 12. Así, Coggi perdió por segunda vez la faja mundial, tras caer en el 1º, 3º y 6º asaltos, y derribar a su rival en el 2º.
Su siguiente combate ante Randall fue el sábado 13 de enero de 1996, en el Jai Alai Fronton de Miami, cuando le GPP 5 (en decisión técnica) y, de esta manera, el santafesino era campeón mundial por tercera vez.
Látigo había recibido un duro cabezazo, el que lo dejó inconsciente. Debió ganar por descalificación pero, en una medida insólita, fueron a las tarjetas, consagrando la victoria de Coggi, quien se reponía de la conmoción en un hospital.
Los jueces fallaron 38-37 (el mexicano Héctor Hernández Vilchis y el estadounidense Fernando Viso), y 39-38 (el también local Al Wilensky). Así, el duelo del santafesino con Randall estaba 1-1.
Y llegó la tercera y última con el estadounidense. El viernes 16 de agosto del mismo año, en la Sociedad Alemana de Gimnasia de Villa Ballester, Gran Buenos Aires, Randall le GPP 12 (unánime, al igual que la primera vez que se enfrentaron) y, así, Látigo resignaba por tercera vez el título del mundo.
Randall –un extraordinario púgil, quien le había quitado el invicto al mismísimo Julio César Chávez el sábado 29 de enero de 1994 en el MGM Grand Garden Arena de Las Vegas, pero cuya carrera iría derrumbándose debido a su adicción a la cocaína– quedó arriba 2 a 1 ante el oriundo de Fighiera.
Con 16 peleas mundialistas y tres títulos en su haber, Látigo buscó el cuarto cinturón, pero en la categoría inmediata superior: la welter (147 libras o 66,678 kilos). El sábado 29 de mayo de 1999, con 37 años, cinco meses y diez días, el sueño se hizo trizas cuando el italiano Michele Piccirillo le GPP 12 (unánime) y retuvo el cetro de la Unión Mundial de Boxeo (UMB, una entidad menor, de origen inglés, que existió entre 1995 y 2004) en Bari, la ciudad natal del monarca. Fue su última pelea.
En total, Látigo realizó 82 combates en el campo rentado, con un récord de 75-5-2 (44 ko). Asimismo, disputó 17 peleas con un título mundial en juego, seguido por el cordobés Santos Benigno Falucho Laciar, con 16; Carlos Monzón, con 15, y el bonaerense Víctor Emilio Galíndez y el santafesino Julio César Vásquez, con 14.
El récord en este campo lo posee el zurdo chubutense Omar Andrés Narváez, con 30 choques titulares.
A la fecha, la provincia de Santa Fe coronó 11 campeones mundiales, siete varones y cuatro mujeres, donde Látigo ocupa el tercer lugar en el orden de consagración, detrás de Monzón y Cuello. Luego se ciñeron una corona ecuménica Julio César Vásquez (capital), el rafaelino Néstor Hipólito Giovannini, Carlos Manuel Baldomir (capital), Marcos René Maidana (Margarita), Daniela Romina Bermúdez (Villa Gobernador Gálvez), la rosarina Victoria Noelia Bustos, la rafaelina Edith Soledad Matthysse (hermana mayor de Lucas Martín Matthysse), y Evelyn Nazarena Bermúdez (Villa Gobernador Gálvez, y hermana menor de La Bonita).
Tras su retiro, Coggi se dedicó a sus negocios particulares, estuvo a cargo de un gimnasio en Brandsen y otro en Quilmes –hasta tuvo una participación en la película Comisario Ferro, estrenada en 1999– y, años después, fue el entrenador de su propio hijo, Martín Antonio (nacido el 12 de agosto de 1983, año en que Látigo se casó con Alicia Raquel Martínez).
El Principito, zurdo como su padre, no pudo emular los logros de su progenitor: repartió su tiempo entre su rol de comentarista en las veladas boxísticas de una cadena televisiva deportiva, y su actividad sobre los rings.
Desde su debut profesional, el 25 de junio de 2005, hasta su retiro, el 16 de enero de 2021, su récord fue de 37-10-3-1 S/D (18 ko), y fue campeón sudamericano welter junior entre 2008 y 2009.
También, el ex tricampeón mundial trabajó en la empresa promotora Látigo Box, que estuvo a cargo de su hija Yésica, nacida el 13 de noviembre de 1988.
Hoy, un guerrero de raza –que siempre dejó hasta el último gramo de coraje en el ring, y que continúa entrenando púgiles para sacarlos de las calles (“de donde yo vengo”, recuerda siempre), celebra sus 62 años.
¡Feliz cumple, Látigo!
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