Quizás es una de las historias más épicas de la vuelta olímpica tras la obtención del segundo campeonato mundial para la Selección Argentina en el Mundial de México 1986. Si bien en el plantel se encontraba el ex jugador sabalero y oriundo de la capital santafesina Pedro Pablo Pasculli, el camino del trofeo mundial también estuvo cruzado por otro jugador sabalero; pero en este caso, en condición de hincha.
Gustavo Jorge Ripke nació en Temperley, el día 3 de enero de 1948. Realizó las inferiores en Arsenal de Lavallol y Boca Juniors, para recalar en Colón de Santa Fe con bastante regularidad en la Primera División (94 partidos entre 1971 y 1973). También vistió la camiseta de Los Andes y Aldosivi de Mar del Plata.
Ya retirado, decidió vivir su pasión por el fútbol de otra manera hasta nuestros días, donde es fabricante de ropa deportiva en nuestra ciudad. Su amor por la selección argentina lo llevó hasta el Estadio Azteca, el día 29 de junio de 1986, cuando el equipo nacional vencía por última vez hasta nuestros días a Alemania (fue 3 a 2, goles de Brown, Valdano y Burruchaga), para alcanzar la segunda estrella de su historia.
Un concurso de un blog bonaerense (Fabio.com.ar), rescató una historia que solo se conocía en los rincones de nuestra ciudad. Gustavo (con una camiseta de la proveedora oficial del seleccionado en aquel entonces) pudo llegar hasta el vestuario y festejar con los protagonistas, tocando inclusive la Copa del Mundo. Cabe destacar que el honor de tocar este trofeo es únicamente posible para los campeones, jefes de estado y miembros dirigentes de la FIFA. Lo podían haber metido preso.
La historia, contada por Ripke:
“Yo tuve una fractura de tibia y peroné, la cual me impidió seguir jugando al fútbol. Lo consideré la mayor frustración de mi vida, pero haber dado la vuelta llevando la Copa del Mundo junto al más grande, me compensó; la vida y el fútbol no me deben nada.
Como recordarán el resultado del partido fue muy cambiante. Cuando hizo el gol Burruchaga, pensé en saltar al campo de juego y hacerme pasar por un jugador, porque tenía puesta camiseta, pantalón y medias de la Selección, pero logré controlarme.
Eso sí, cuando Arpi hizo sonar el silbato, atravesé las plateas, salté un foso de 3 metros de ancho y comencé a correr. Incluso salté unos pupitres de periodistas que estaban detrás del arco de Pumpido, para abrazar al Diego.
Mi sueño se cumplió cuando pude llevar la Copa en forma conjunta con Maradona, él con su mano izquierda y yo con mi derecha ( escribo esto y aún hoy se me pone la piel de “ave” ja!). Además les comento que, para todos los demás era yo un jugador de la Selección Argentina, es así que conseguí llegar hasta los vestuarios y en ese momento hubiera pagado cualquier dinero para obtener un foto, pero todavía no habían permitido el ingreso de los periodistas o fotógrafos.
"Así fue que tuve la oportunidad de abrazar, propiamente dentro del vestuario, uno por uno a los jugadores que, segundos antes, habían logrado ser los mejores del Mundo.
Fue memorable también mi regreso al campo de juego, (ya que no daba para bañarme en los vestuarios..ja! ). Ni bien pisé el césped, todos me venían a abrazar y sacarse fotos conmigo…y la mayoría me preguntaba “Vos quién sos ?”…y yo les respondía “eeeehh! ¿Cómo? ¿no me conocés?”, y los dejaba con la duda.
Después inicié una breve corrida para llegarme hasta las plateas donde habían quedado mis amigos y vi que se había organizado, detrás de mí, una vuelta olímpica. No quieran saber las caras que pusieron mis ‘seguidores’ cuando me puse frente al sector de las plateas y volví a saltar el foso de 3 metros”.
Fíjense en las revistas de la época, busquen entre las fotos de la consagración y ahí lo van a ver. A Gustavo Ripke, el jugador fantasma de México ’86.”
Finalmente, la historia oficial reflejará que Nery Alberto Pumpido y Pedro Pablo Pasculli tuvieron pasado previo en los clubes de la ciudad antes de la consagración mundial. Pero este relato, y sus fotos consecuentes, muestran que hubo otro santafesino más, en aquel vestuario campeón del mundo.