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Día del Libro: reivindicar el valor de la lectura y la escritura en tiempos de redes y pantallas

Este 15 de junio se celebra el Día del Libro en Argentina. Aire Digital dialogó con tres especialistas sobre la importancia de incentivar el hábito de leer en los niños, pero también en los adolescentes y adultos.

Supo decir Jorge Luis Borges que "de los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo (...), sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria". Otro escritor latinoamericano de renombre, Mario Vargas Llosa, afirmó en su discurso al recibir el Premio Nobel de Literatura que aprender a leer fue "lo más importante que le pasó en la vida": "Casi 70 años después recuerdo con nitidez esa magia de traducir las palabras en imágenes", proclamó en aquella ocasión. Ambas frases nos invitan a reflexionar sobre la importancia cultural, simbólica y pedagógica que tienen el libro y la lectura en nuestra sociedad, y la necesidad de repensarlos y revalorarlos a la luz de los cambios tecnológicos de las últimas décadas. En el Día del Libro, Aire Digital dialogó con tres especialistas sobre la necesidad de incentivar el hábito de leer en los niños, pero también en los adolescentes y adultos.

Marta Zamero es profesora y licenciada en Letras (UNR), especialista en Didáctica de la Lengua y magister en Didácticas Específicas (UNL). Tiene una amplia trayectoria en docencia universitaria, en formación docente y en alfabetización. Ante la pregunta de a qué edad es recomendable iniciar a los niños en la lectura, la entrevistada es contundente: "Cuando nacen", afirma y explica: "En este diverso mundo en el que vivimos, hay comunidades que son ágrafas, que no tienen sistema de escritura, y hay otras en las que los niños nacen en una comunidad cuya característica principal es la de ser una comunidad gráfica, donde no sólo se hablan lenguas orales, sino que también está presente la lengua escrita. Entonces, la realidad es que los niños nacen ya iniciados en una sociedad lectora, aunque uno no tenga la decisión, por lo que el siguiente paso es acompañarlos en ese desarrollo", argumenta.

También advierte que "hay que hacer una distinción entre lo que es opcional –lo que hacen las familias, los cuidadores, los adultos mayores– respecto a la alfabetización del niño de lo que es la función del Estado en ello. Son dos cosas diferentes. Esa pregunta se contesta desde dos lugares: uno es el lugar social, el lugar amplio, el lugar de la comunidad, donde las familias hacen lo que pueden. Hay niños que nacen ya con libros en el hogar, mientras que hay otros que solamente van a conocer los libros cuando lleguen a la escuela. Entonces, ¿cuándo empezar a enseñar?: Cuando nacen. ¿Cuándo empezar a enseñar si la familia no lo ha hecho antes?: En la escuela, en el primer momento en que el niño pise la escolaridad".

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Marta Zamero es profesora y licenciada en Letras (UNR), especialista en Didáctica de la Lengua y magister en Didácticas Específicas (UNL). Tiene una amplia trayectoria en docencia universitaria, en formación docente y en alfabetización.

Marta Zamero es profesora y licenciada en Letras (UNR), especialista en Didáctica de la Lengua y magister en Didácticas Específicas (UNL). Tiene una amplia trayectoria en docencia universitaria, en formación docente y en alfabetización.

Zamero es categórica al señalar que "no hay nada malo que le vaya a ocurrir a un cerebro que empiece a leer tempranamente. Al contrario: ese niño va a ser mucho más feliz, porque la cognición le abre una puerta al mundo, y además va a tener un desarrollo cognitivo muy superior porque además de una lengua oral, va a aprender emplear una lengua escrita".

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Emilia Weber es licenciada en Comunicación Social y realizó además una formación en Mediación de la Lectura en la fundación Mempo Giardinelli. Ha participado de diversos proyectos en los que ha tenido la oportunidad de trabajar la lectura con niños y niñas. Actualmente, coordina un taller de lectura de cuentos en la biblioteca pública de barrio Roma (aunque en este momento las actividades están paralizadas por las restricciones ante la pandemia de coronavirus). Weber también destaca "la importancia de formar lectores" porque "la persona que lee es más crítica del mundo que la rodea" y porque "un cuento es siempre una puerta a la imaginación, a ver cosas distintas, a despertar la curiosidad". Pero, además, revela que un cuento es también "una invitación para que los niños y las niñas cuenten sus propias historias, algo que les pasó: entonces, el espacio de lectura se trasforma en un momento de escucha", afirma.

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Emilia Weber es licenciada en Comunicación Social y realizó además una formación en Mediación de la Lectura en la fundación Mempo Giardinelli. Ha participado de diversos proyectos en los que ha tenido la oportunidad de trabajar la lectura con niños y niñas. En la foto, junto a los asistentes al espacio de la Biblioteca Mitre.

Emilia Weber es licenciada en Comunicación Social y realizó además una formación en Mediación de la Lectura en la fundación Mempo Giardinelli. Ha participado de diversos proyectos en los que ha tenido la oportunidad de trabajar la lectura con niños y niñas. En la foto, junto a los asistentes al espacio de la Biblioteca Mitre.

Angelina Uzín Olleros es máster de Filosofía y Crítica de la Cultura Contemporánea (Universidad de París VIII) y magíster Scientiae de Educación (Universidad Nacional de Entre Ríos). También es escritora, y actualmente publica todos los lunes "Mujeres Espaciales" en la contratapa de El Diario de Paraná, una sección en la que reivindica y difunde el trabajo y la existencia de mujeres latinoamericanas. Al igual que Zamero, tiene una amplia trayectoria en la docencia universitaria. Uzín Olleros coincide con las restantes entrevistadas acerca de las posibilidades que la lectura abre a los individuos y a las comunidades: "El deseo de leer también se relaciona con el discurso y la escritura: cuando uno más lee, mayor es el caudal que tiene a la hora de volcar la escritura en la hoja. Y en el discurso oral pasa lo mismo: podés aprender a hablar en público, a participar en un debate, a formar parte de un diálogo con otros, pero sin conocimientos es muy difícil llevarlo a cabo porque ¿qué vas a decir? Te quedás en la mera opinión", reflexiona.

Y sigue: "Uno ve en algunos programas de televisión la consecuencia de la falta de argumentos y de la ausencia de ideas. Se reducen a propuestas focalizadas en la pelea con un enemigo imaginario, sea cual fuere el espacio partidario. Y eso pasa en todos los órdenes: si uno se reúne con un grupo de amigos a conversar si no hay un contenido que circule, es muy difícil sostener el diálogo", argumenta.

Frente a eso, la especialista aboga por "pensar el libro en todas las edades, incluso en los niños. Hoy en día hay muchas propuestas hermosas para los niños, con ilustraciones e incluso con juguetes que acompañan al libro y a la historia que éste cuenta. Mi deseo es que el libro se transforme en un objeto preciado y que en todo este tiempo en que tenemos que cuidarnos y aislarnos, podamos aprovechar a leer más. A esta altura de la historia hay muchísimos géneros para leer, hay de todo y para todos los gustos", destaca.

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Angelina Uzín Olleros es máster de Filosofía y Crítica de la Cultura Contemporánea (Universidad de París VIII) y magíster Scientiae de Educación (Universidad Nacional de Entre Ríos). También es escritora.

Angelina Uzín Olleros es máster de Filosofía y Crítica de la Cultura Contemporánea (Universidad de París VIII) y magíster Scientiae de Educación (Universidad Nacional de Entre Ríos). También es escritora.

¿La lectura "moldea" nuestro cerebro?

Antes de responder esta pregunta, Zamero pide "hacer un poco de historia". "En la década del '60, hubo una explosión de investigaciones sociológicas en torno a las sociedades gráficas y las sociedades ágrafas. Entre todos esos estudios, el que más ha circulado a partir de los '80 del siglo pasado es el estudio de Walter Ong. Él caracteriza a las sociedades ágrafas fuera de la lógica que la escritura imprime a las sociedades gráficas. Sin embargo, uno tiene que también preguntarse cómo sociedades que no tenían la escritura que hoy tenemos –porque la escritura es una evolución que pertenece a un momento muy reciente de nuestra propia evolución como especie– en la antigüedad han hecho cosas maravillosas, han realizado hazañas y proezas antropológicas sin conocer la escritura. Con esa relativización presente, lo cierto es que la escritura transforma en gran medida el pensamiento", afirma la entrevistada.

"¿Por qué? Porque cuando uno habla y escucha solamente procesa señales que son momentáneas y efímeras: las palabras con las que nos expresamos son irrecuperables. Lo que hace la escritura es fijar el pensamiento y permitirnos volver una y otra vez sobre el mismo para poder profundizar en él. El pensamiento sufre una especie de potenciación a partir del conocimiento y el uso de la lengua escrita. El uso del lenguaje y la comunicación lingüística ya de por sí es de nuestras funciones psicológicas más avanzadas, y el manejo de la escritura y la posibilidad de leer potencia esa habilidad y nos da un pensamiento diferente, mucho más reflexivo. Por eso vale la pena el esfuerzo de aprender a leer", valora Zamero.

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"El uso del lenguaje y la comunicación lingüística ya de por sí es de nuestras funciones psicológicas más avanzadas, y el manejo de la escritura y la posibilidad de leer potencia esa habilidad y nos da un pensamiento diferente, mucho más reflexivo", destaca Zamero.

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Papel o pantalla: una falsa dicotomía

Uno de los fantasmas que sobrevoló a la producción literaria y científica en las últimas décadas fue la percepción de que los soportes digitales de textos podrían desplazar totalmente al libro en papel y, con él, a una forma milenaria de leer y aprender. Pero ya entrado el siglo XXI, el libro en papel ha demostrado que no resigna terreno: hay cada vez más editoriales, más ferias y exposiciones y más lectores con intereses diversos. Esto es posible debido a que la lectura analógica y la digital no son equivalentes, sino distintas y complementarias.

"Hace muchos años, a principios de los '90, escribí un artículo hablando del libro electrónico. Me preguntaba si el libro electrónico instalaba un nuevo paradigma: el hecho de leer ya no con el libro en mano, un libro tradicional, sino leer a través de la pantalla, una pantalla que mediatiza el libro a través de la imagen. Pasaron muchos años y hoy tenemos muchísimas opciones: existe incluso el audiolibro, que a la experiencia visual del libro le incorpora la auditiva. Todo esto sucede porque la forma de la lectura va cambiando continuamente", cuenta Uzín Olleros.

"Personalmente, yo amo los libros en papel. Tener el libro en un estante, tomarlo y retomarlo, volver a leer con ojos nuevos esa misma escritura ya leída en otra ocasión. Pero también es cierto que la tecnología no es totalmente negativa, en el sentido de que hay personas para las cuales la forma de acceder a un texto es a través de lo digital o lo auditivo. De todos modos, hay jóvenes que están abriendo librerías y otros que están comprando libros. Hay un nuevo acercamiento al libro desde otro lugar: ya no desde la imposición cultural o de clase social que podían tener en alguna época, sino desde lo afectivo", valora y agrega: "Leer en la pantalla y leer en el papel son dos experiencias distintas: el mismo texto puede encontrarse en una computadora o en una tablet, pero la experiencia de manipular el libro y ver todo el contenido que ahí está volcado, es diferente".

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"Leer en la pantalla y leer en el papel son dos experiencias distintas: el mismo texto puede encontrarse en una computadora o en una tablet, pero la experiencia de manipular el libro y ver todo el contenido que ahí está volcado, es diferente", señala Uzín Olleros.

En esta línea de reflexión, la escritora considera que "hay una nueva 'Galaxia Gutenberg' a partir de las redes sociales", y opina que las mismas no son ni positivas ni negativas en sí mismas, sino que eso depende del uso que cada persona y cada grupo social haga de ellas: "No hay que estar en contra de las redes sociales. Creo que incorporan otros hábitos, lenguajes y estéticas, y eso no está mal. Todo depende del uso que uno les dé: hay colegas jóvenes que hacen videos en Instagram que realmente tienen el nivel de una clase académica", sostiene Uzín Olleros. "Hay que darle a las redes otra utilidad en el mejor sentido del término. Pueden servir, incluso, para recomendar, incentivar y difundir lecturas", apunta.

Desde su experiencia en los talleres de lectura para niños y niñas, Weber coincide en este postulado: "Hay chicos que llegan a nuestro espacio porque a los padres les preocupa que pasen demasiado tiempo delante de las pantallas. Pero lo que siempre me ha pasado es que todos los chicos disfrutan muchísimo de escuchar historias, más allá de que después 'pantalleen' más o menos. Creo que es un punto que nos constituye como seres humanos", destaca.

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"Todos los chicos disfrutan muchísimo de escuchar historias, más allá de que después 'pantalleen' más o menos", afirma Weber, poniendo en valor su experiencia de trabajar la lectura con niños y niñas.

Zamero se expresa en la misma línea que las demás entrevistadas. Al consultarle si "papel o pantalla", su respuesta es contundente: "Las dos cosas, tanto para los chicos como para los grandes. La oposición entre ambos es falsa. Que la lectura esté relacionada sólo al libro que tiene tapa, contratapa y pulpa de papel es una idea de hace bastante tiempo. Los chicos, sobre todo, tienen que aprender a leer en pantalla y en papel, y a escribir en ambos soportes, porque la pantalla, además, es parte del mundo del trabajo".

"¿Por qué se suelen plantear como opuestos? Porque se le atribuye a lo digital la responsabilidad por las faltas de ortografía y de precisión, pero es que eso merece otra conversación, que tiene que ver con qué hace la gente en internet. La realidad es que es mucho más difícil leer en internet, por la cantidad de factores que atraviesan esa lectura, y es necesario enseñarles a los chicos a hacerlo", concluye Zamero.

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