Licuarlas o remojar cáscaras de manzana es una práctica casera que está ganando popularidad entre aficionados de la jardinería y huertas urbanas. Según expertos, esta técnica aprovecha nutrientes que de otro modo se descartarían, y puede servir como fertilizante natural para plantas, flores, huertas y macetas.
El método es sencillo: se toman las cáscaras (y corazones, si se quiere), se licúan o se remojan en agua sin cloro durante al menos 24 horas, revolviendo cada tanto. Luego se cuela el líquido, que adquiere un color amarillo claro o intenso, y ese “té de manzana” se usa al regar o como spray sobre hojas.
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Entre los beneficios que destacan quienes lo usan está el aporte de micronutrientes esenciales: calcio (que fortalece la estructura celular de las plantas), fósforo (importante para el desarrollo de raíces), potasio (útil para flores y frutos). También puede mejorar la calidad del suelo al añadir materia orgánica, aumentar la capacidad de retención de humedad y estimular vida microbiana.
Se recomienda usarlo una vez por semana aproximadamente, siempre colando bien para evitar posibles hongos o malos olores, y almacenar el líquido en botellas limpias. Los restos sólidos que quedan luego del colado pueden usarse para compost.
Este truco no es magia, pero sí una forma económica, ecológica y práctica de reducir residuos en casa mientras se cuidan las plantas. Licuar o remojar lo que normalmente se tira puede transformarse en un beneficio doble: evitas desperdicio de alimento y das nutrientes a tu jardín.