Cada 19 de noviembre se celebra el Día Internacional del Inodoro con el objetivo de concientizar a la población mundial sobre la importancia del acceso al uso de agua corriente y un baño seguro. Esta fecha fue establecida en el año 2013 por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el marco de la propuesta “Saneamiento para todos” y se trata de una temática que no solo afecta a quienes carecen de instalaciones, sino que perjudica a toda la población a través de la contaminación de los cursos de agua.
El inodoro o retrete es un elemento presente en la mayoría de los hogares y establecimientos. Sin embargo, se lo utiliza de manera inconsciente y pocas veces se reflexiona acerca de las dificultades que implicaría su ausencia y la importancia de este invento en la historia de la humanidad.
Parece mentira que hace 500 años las personas hacían sus necesidades en las calles, y pensar en un ambiente de la casa destinado al baño era algo inimaginable. Después de varias idas y vueltas y un sinnúmero de ensayos fallidos, en el año 1597 llegó el primer retrete de la mano de John Harington, sobrino de la reina Isabel de Inglaterra, quien diseñó una especie de caja de madera que se comunicaba con una taza de porcelana, lo que no convenció totalmente a la soberana y no tuvo mayor repercusión.
Más tarde, en el año 1884, un hojalatero irlandés de nombre Thomas Crapper invento el sifón, una tubería en forma de “S” con la finalidad de que el agua contenida en esa taza de porcelana evite el retorno de olores. Esto dio origen al nombre “inodoro”, que significa sin olor.
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El inodoro, una cuestión de salud pública
Contar con condiciones mínimas de aseo es algo que la mayoría de la gente da por sentado, ya que es fundamental para la prevención de enfermedades y garantizar la salubridad pública.
En la Argentina, alrededor de 6 millones de personas no cuentan con un baño seguro en sus viviendas, representando el 15 % de la población. Además, casi el 40% de los habitantes argentinos no cuentan con servicios básicos como agua corriente, red de gas y cloacas.
A causa de este déficit en infraestructura sanitaria cada año se registran alrededor de un millón de casos de diarrea aguda, siendo una de las principales causas de mortalidad infantil y prevenible con un simple lavado de manos.
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Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), en todo el planeta, unas 4.200 millones de personas no tienen acceso a un saneamiento seguro, estadística que se intentará reducir hacia 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
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