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Arquitectura arquitectura | Decoración |

El bidet: un inventó frances pero que fue argentinizado

En su primera columna para AireDigital, la Arquitecta Cecilia Scotta presenta la particular historia del bidet y por qué tiene que seguir presente.

Durante años, uno de los debates de diseño de departamento modernos se han excluido el bidet de los baños. Esta decisión fue tomada a raíz de una modificación en el código de edificación, ya que no lo consideran obligatorio en los baños, y muchos arquitectos han optado en eliminarlo para aprovechar mejor el espacio.

Sin embargo, esta decisión genero una reacción esperada. Cuando los agentes inmobiliarios acompañan a los futuros inquilinos a recorrer las propiedades y llega el momento de inspeccionar el baño, surge una pregunta recurrente: "¿Dónde está el bidet?".

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Bidé del siglo XVIII en uso

Bidé del siglo XVIII en uso

Las mayores curiosidades sobre el uso del bidet

El bidet, aunque no sea un invento argentino, se adoptó como propio y se utiliza de una manera particular y única, podríamos decir que fue "argentinizado". Sus orígenes se remontan al siglo XVIII en Francia, donde se le dio este nombre debido a que "bidet" en francés significa "caballo pequeño". Pero, ¿qué relación hay entre un caballo y un artefacto sanitario?

Lo correcto sería sentarse de frente a las griferías con las piernas abiertas, como si estuviésemos montando un caballo; por este motivo, en muchos baños antiguos, lo encontramos ubicado frente al inodoro.

Resulta curioso pensar si el bidet podría considerarse el primer método anticonceptivo. Aunque su eficacia es dudosa, fue ampliamente utilizado por mujeres que mantenían relaciones extramatrimoniales o por prostitutas.

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A pesar de su posible origen humilde y un tanto vulgar, el bidet se popularizó entre las clases nobles como elemento de higiene personal que complementaba el baño antes de la aparición de la ducha.

A pesar de su posible origen humilde y un tanto vulgar, el bidet se popularizó entre las clases nobles como elemento de higiene personal que complementaba el baño antes de la aparición de la ducha.

Cómo llegó el bidet a la Argentina

La llegada del bidet a Argentina se produjo alrededor de 1880, cuando las familias de la oligarquía argentina comenzaron a viajar a París y se enamoraron de este artefacto. Fueron ellos quienes lo introdujeron y lo convirtieron en un elemento fundamental e indispensable en los baños de los argentinos.

Poseer un bidet se asociaba con un ascenso social, aunque al principio no fue aceptado por todos. La Iglesia Católica lo consideraba inmoral, y muchas mujeres de clase alta se negaban a instalarlo en sus hogares argumentando que no eran "prostitutas francesas". Su uso se popularizó entre las clases medias durante el gobierno de Juan Domingo Perón, en la década de 1950, como parte del Segundo Plan Quinquenal, con el objetivo de promover la higiene y combatir epidemias.