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El desafío de transformar una economía lineal en circular y disminuir el desperdicio de alimentos

El Banco de Alimentos de la ciudad de Santa Fe cuenta con un Centro de Recupero que permite pensar hábitos de consumo y producción circular, en detrimento de una economía que deja millones de kilos de alimentos desaprovechados.

En Argentina se desperdician 16 millones de toneladas de alimentos por año, mientras que más de 18 millones de personas padecen hambre. En este escenario, la Red Argentina de Bancos de Alimentos se propuso reducir ese número a la mitad, en el marco del cumplimiento de los objetivos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Para ello, el aporte del Centro de Recupero de Alimentos del Banco de Alimentos de la ciudad de Santa Fe resulta fundamental al rescatar frutas y verduras en un esquema de economía circular que busca disminuir el desperdicio al mínimo posible.

La economía tradicional tiene un proceso denominado “lineal” porque consiste en extraer, fabricar, comprar, usar y tirar. En cambio, la economía circular es definida como un paradigma que busca modificar la forma de producción y consumo. Básicamente, intenta crear un flujo constante en el que los desperdicios puedan ser utilizados como recursos para volver a ingresar al sistema productivo.

El recupero de alimentos es uno de los puntos de inicio de este círculo que propone el nuevo paradigma ecológico.

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Uno de los 27 bolsones que armaron las voluntarias del centro de recupero de la ciudad de Santa Fe.

Uno de los 27 bolsones que armaron las voluntarias del centro de recupero de la ciudad de Santa Fe.

Dos días a la semana, los trabajadores del Centro de Recupero del Banco de Alimentos de Santa Fe van al Mercado de Productores y Abastecedores de Frutas, Verduras y Hortalizas para “rescatar” alimentos que hayan perdido valor comercial.

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“Buscamos donaciones”, dijo Natalia Sarrichio, una de las dos licenciadas en Nutrición al frente del equipo de recupero. “Lo que pedimos a los puesteros es que nos donen lo que no van a vender”. Por ejemplo, “la cebolla brotada, el choclo un poco viejo, el tomate un poco más verde que los puesteros tiran porque no tiene capacidad de venta, pero todavía tiene un valor nutricional altísimo”.

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Todos los bolsones cuentan con los mismos productos y el mismo pesaje.

Todos los bolsones cuentan con los mismos productos y el mismo pesaje.

Lo recolectado pasa a un área de clasificación donde se arman los bolsones de verduras y frutas de 10 kilos cada una que se destinarán a más de 120 comedores, geriátricos y hogares de niños. “Tienen un tiempo para consumirse”, aseguró Natalia sobre los 27 bolsones que lograron confeccionar en una jornada con el equipo de rescate de alimentos.

¿Y si sobra algo? Nada se tira. La funcionalidad de este circuito circular tiene como premisa sacar el máximo provecho de cada producto. “Cuando recolectamos más alimentos, les llamamos excedentes y los ofrecemos enseguida a municipios con los que el Banco de Alimentos tiene convenios, como por ejemplo, el Municipio de San Justo”, explicó la nutricionista a AIRE. La unidad productiva que funciona en esa localidad a 100 kilómetros al norte de Santa Fe, recibe los excedentes al día siguiente y los reparte entre comedores de la zona.

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Los trabajadores del centro de recupero clasifican los productos donados por los puesteros.

Los trabajadores del centro de recupero clasifican los productos donados por los puesteros.

La apuesta por reducir el desperdicio de alimentos llevó al Centro de Recupero a la construcción de una cocina propia en el galpón donde funciona la unidad. “Así, cuando lleguen donaciones de tomates que ya los puesteros no consideran con valor comercial, nosotros los transformamos en salsa en la unidad productiva que está en construcción y que contará con cocinas y una cámara de frío. De esa manera alargamos el tiempo útil de las frutas y el alimento es enviado a los comedores”, explicó la licenciada Sarrichio.

Cada producto donado que perdió valor comercial representa aún una gran fuente de nutrientes que los jóvenes de pechera rosa reutilizan para el consumo humano.

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Natalia Sarrichio, licenciada en Nutrición y una de las profesionales a cargo del equipo de recupero.

Natalia Sarrichio, licenciada en Nutrición y una de las profesionales a cargo del equipo de recupero.

Pero lo que es residuo orgánico no termina allí su misión. Los restos de frutas y verduras, como cáscaras o partes no aptas para el consumo, son aprovechados por familias criadoras de lombrices. “Tenemos la idea de que en poco tiempo podamos incorporar dos eslabones más a la cadena de reciclado, como destinar alimentos que sirvan para huertas (como por ejemplo, las cebollas brotadas) o alimento de consumo animal y el compostaje”, explicó Natalia desde el área de clasificación de frutas y verduras donadas.

“Hay bancos de alimentos de otras localidades que ya cuentan con este circuito. Le dan muchas vueltas más a los alimentos más allá de las donaciones a comedores y el último eslabón es el compostaje. Tratamos de tener residuo cero en todo”, agregó. Y así funciona la economía circular.

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Los restos orgánicos que quedan fuera de los bolsones no terminan su ciclo de vida en el tacho de basura.

Los restos orgánicos que quedan fuera de los bolsones no terminan su ciclo de vida en el tacho de basura.

La FAO señaló que la reducción de la pérdida y el desperdicio de comida ayudaría a lograr la seguridad alimentaria, mejorar la calidad de los alimentos y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Según los datos de Naciones Unidas, 931 millones de toneladas o el 17% de los alimentos que se produjeron en 2019, acabaron en la basura de las familias, los comercios minoristas, los restaurantes y otros actores del rubro de la alimentación. En términos de dinero, la pérdida de alimentos anual fue estimada en 400.000 millones de dólares.

Al mismo tiempo, el desperdicio de alimentos también tiene una enorme carga ambiental. Perder alimentos significa perder, además, todos los recursos que se han dedicado a hacerlos, como el agua, la tierra, la energía y otros.

El enfoque circular de la economía resulta urgente y necesario, acuerdan la ONU y la Red de Bancos de Alimentos, reduciendo al mínimo los desperdicios a lo largo de la cadena productiva y permitiendo así, alimentar al humano y al ambiente.