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Denuncian caza ilegal en los humedales, aún durante la bajante del río Paraná

Los ambientalistas aseguran que es una situación recurrente en las islas que forman los humedales del Paraná. Mientras tanto, dicen que "Prefectura brilla por su ausencia".

Los animales que habitan en las zonas húmedas de las islas rodeadas por el río Paraná ya no deambulan durante el día. Para llegar a la orilla y alimentarse, carpinchos y coipos suelen esperar la seguridad que les brinda la noche. De alguna manera, la oscuridad les asegura que no habrá hombres con armas al acecho, o que al menos será más fácil escapar de ellos, aprovechando la escasa visión. Lo que sí es visible es la presencia de cazadores en esas islas, afirmaron ambientalistas. Aprovechando la bajante del Paraná, salen en busca de animales silvestres y especies protegidas a plena luz del día y sin nadie que se los impida.

El grupo de autoconvocados “El Paraná no se toca” denunció la situación en el Ministerio de Ambiente y Cambio Climático de Santa Fe. La presencia de la caza furtiva en las islas del Paraná está reflejada en fotos y videos que muestran la llegada de los cazadores a pie o en embarcaciones, solitarios o en grupos, y muchas veces acompañados de perros adiestrados. Es que, al haber desaparecido los arroyos y lagunas producto de la bajante, la fauna que visita los espacios acuáticos se acerca al río convirtiéndose en presa fácil.

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En realidad, “es algo que siempre ocurre”, dijo a Aire Digital Pablo Cantador, miembro del grupo ambientalista. “También presentamos pruebas al Ministerio mostrando que se pesca todo el tiempo pese a la veda de la pesca comercial”, agregó.

Los autoconvocados que se definen como “amantes del río Paraná” recorren a menudo la zona de las islas frente a Puerto San Martín y San Lorenzo, pocos kilómetros al norte de Rosario, y también suelen extenderse hasta los terrenos frente a Villa Gobernador Gálvez. En esa área donde la sequedad del río, las lagunas y los arroyos es palpable, se observan cadáveres de animales silvestres.

“Encontramos cuatro carpinchos muertos baleados”, recordó Pablo sobre una de las últimas salidas grupales. “Los cazadores les tiran desde las embarcaciones, el animal se zambulle asustado y herido y, si no es atrapado, el cuerpo flota más tarde o queda enredado entre vegetación y ramas”.

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Un carpincho baleado en las islas de los humedales.

Un carpincho baleado en las islas de los humedales.

Una de las técnicas más utilizadas es conocida de antaño. Los cazadores suelen acercarse a los cursos de agua de manera sigilosa y mediante el uso de reflectores, encandilan a los pequeños animales para facilitar su aprehensión. Pero con la extraordinaria bajante y la falta de lluvias, de los arroyos y lagunas solo quedan huellas, por lo que el único curso hídrico cercano es el hoy estrecho río Paraná.

“En la zona frente a San Lorenzo y Puerto San Martín encontrás gente armada durante el día, en grupos a pie o disparando desde las embarcaciones”, denunció el activista y aseguró que “los coipos en la zona del Paraná no se ven más, los mataron a todos”.

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Los cadáveres de los animales que los cazadores no pudieron capturar flotan en el río Paraná.

Los cadáveres de los animales que los cazadores no pudieron capturar flotan en el río Paraná.

¿Último recurso o recreación?

Para la ONG El Paraná no se toca, los grupos que desarrollan la caza ilegal en la zona no están conformados por personas de recursos limitados. Cazan por diversión. “Son personas que tienen la cultura de la cacería, ya sea por herencia familiar o no, pero saben que es ilegal”, señaló Pablo Cantador a Aire Digital. “Nosotros nunca vamos a estar contra el isleño que para llenar su olla recurre a la cacería y es parte de su cultura, pero esto no tiene nada que ver con la gente que vive en la isla”, reiteró. En todo caso, los hombres que adquieren las armas, las costosas embarcaciones y la vestimenta adecuada para la caza “les sacan la comida a ellos”.

Pero más allá de la cacería por deporte, también está la que tiene fines comerciales. “En algunos barrios cercanos a la costa se ofrecen carpinchos fruto de la caza furtiva”, contó Cantador.

La caza y aprehensión de carpinchos, coipos, nutrias y otras especies está prohibida en Argentina y en la provincia de Santa Fe que adhirió a la ley nacional 22.421 de depredación de la fauna silvestre.

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Dos cazadores son capturados por las cámaras de los miembros de El Paraná no se toca.

Dos cazadores son capturados por las cámaras de los miembros de El Paraná no se toca.

Sin control

Los ambientalistas que recorren las islas de los humedales sostienen que la situación denunciada es recurrente. ¿Quién controla el cumplimiento de leyes nacionales y provinciales de protección de la fauna? Para los amantes del Paraná, nadie. “Hay garitas de la Policía de las islas y Prefectura, pero brillan por su ausencia”, dijo Cantador.

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“Es triste no ver control en la zona”, lamentó el activista y tejió una conexión directa con la quema de los humedales. “Después no sabemos por qué aparecen los incendios. Aparecen porque hay un abandono total del territorio. El año pasado supimos de varios incendios que fueron comenzados por los cazadores que acampan en grupos. Esas cosas se ven a menudo y no se ve a Prefectura controlando”, sostuvo.

Los grandes roedores o lobitos de río están desapareciendo del paisaje húmedo que divide las provincias de Santa Fe y Entre Ríos. Muchos fueron trasladados a puestos de venta, algunos yacen en el fondo del Paraná y flotarán al cabo de unas horas y otros se esconden del humano entre los matorrales. Según Cantador, “saben que encontrarse con nosotros es la muerte segura”.