La naturaleza es caprichosa, sorprende en cada período que toca atravesar, ya sea en una sequía o durante una inundación. En Coronda, el salto del arroyo Colastiné se convirtió en un inminente testigo de los vaivenes que generan los cambios extremos. “El Salto del Colastiné se originó en el 2007, durante la inundación que afectó a la ciudad de Coronda, desde ese entonces según los propietarios de la zona, se observa la división de dos compuestos de tierra que dieron lugar a la cascada que hoy llama tanto la atención”, explican desde el área de Turismo de la Municipalidad de Coronda.
El arroyo Colastiné se localiza entre la autopista a Rosario y la vieja ruta nacional 11, a pocos kilómetros de la desembocadura en el río Coronda. Durante la pandemia y de la mano de la bajante, el salto quedó al descubierto y hoy llama la atención de los curiosos que los fines de semana llegan para recorrer el lecho del arroyo, hoy desierto en gran parte de su extensión.
Cómo llegar a las cascadas del arroyo Colastiné
Para llegar al salto del Colastiné o cascadas, hay que transitar por la ruta nacional 11 hacia el sur, atravesar el ejido urbano de Coronda y tomar el camino al cementerio municipal. Son tres kilómetros hacia el oeste hasta llegar al cruce del camino real, una vieja ruta de tierra que lleva a las localidades de Arocena y Loma Alta.
Desde ese punto, el trayecto se extiende unos cuatro kilómetros a lo largo de los cuales se disfruta del paisaje rural con campos en diferente estado de siembra. El final del recorrido lo marca la vieja estructura del puente en donde se localiza el arroyo Colastiné.
La sorpresa es inminente, la falta de agua en el lecho dejó al descubierto depresiones que emergen y se encarnan en el contexto. El cielo despejado colabora para contemplar un paisaje que a pesar de ser un reflejo de las consecuencias que provoca la bajante, no deja de cautivar por su magnitud.
A pesar del calor, los dos kilómetros de distancia que separan el punto de partida hasta las cascadas se realizan con ritmo y sin peso. El arroyo está minado por diferentes especies de aves que van desde teros, aguiluchos y hasta flamencos que posan elegantes sobre el escaso espejo de agua son las primeras imágenes que capta la retina.
El recorrido hacia las cascadas también puede realizarse sobre el sendero de la barranca, el camino escondido se convierte en un refugio para contemplar el paisaje de una manera más amplia y está marcado por la presencia de parrillas que los visitantes improvisaron para disfrutar de una comida. "Esto no se puede hacer", recalcan desde la municipalidad.
Sin embargo, los impedimentos quedan a un lado al arribar a destino. Hoy las cascadas cuentan con poca agua, y gran parte de su lecho está cubierto por un gran camalotal que aseguran es ajeno al paisaje.
El fenómeno surgió durante la pandemia, en ese entonces, el espacio se convirtió en lugar de encuentro y reunión para los lugareños que se convocaban para disfrutar de una reunión al aire libre. La pesca es otra de las actividades que se hacen sentir en el lecho y sobre las cascadas, los aficionados llegan solos o en grupo para aprovechar el pique que se registra en la zona.
A pesar de la falta de agua, el lecho del arroyo sirve de escenario para que sus visitantes puedan instalarse con sus sillones o lonas. Tomar mates y compartir esos momentos libres que les deja la rutina.
La seguridad es una de las principales preocupaciones de las autoridades, ya que el sendero tiene problemas de derrumbes. En un momento se instaló cartelería para advertir a los turistas que llegan al espacio, pero esta fue retirada por los mismos visitantes.