Imponente pero tímida, sus altos muros la diferencian de las viviendas que se instalan alrededor y de los edificios que tiene enfrente. Conocida como la casa del Brigadier Estanislao López, la edificación que data del 1812 aún se mantiene en pie en el casco histórico de la ciudad de Santa Fe. No sin haber atravesado etapas de deterioro que obligaron a devolverle una parte del esplendor arrebatado.
La casa fue construida sobre muros de adobe por el protomédico Manuel Rodríguez y allí vivió el Brigadier López entre los años 1819 y 1838. En 1942 fue declarada Monumento Histórico Nacional. Desde 1946 y hasta 2017 funcionó como sede del Archivo Histórico de la provincia de Santa Fe. En marzo del 2019, el gobierno provincial decidió ponerla en valor.
Con más de diez habitaciones, la casa del Brigadier está marcada por las anécdotas y ungida por la historia. A pesar de que se la conoce como la vivienda del caudillo y exgobernador santafesino, esta nunca le perteneció.
Quizás este sea uno de los detalles esenciales que hacen a la historia del inmueble que no cuenta con documentos que puedan desentrañar los detalles más significativos de los años que pasó el Brigadier entre sus muros.
La entrada a la histórica vivienda está sobre la Avenida General López., una cuadra de la Plaza 25 de Mayo frente a la cual se levanta la Casa de Gobierno de Santa Fe. Allí una puerta de doble hoja se abre a los visitantes para que puedan descubrir cómo es la vivienda en la que habitó el mítico caudillo santafesino.
Al ingresar, a la derecha, se puede divisar la sala de entrada y hacia el norte se observa un pasillo que traslada a uno de los dos patios que posee la vivienda.
Si bien recibe el título de "casa del Brigadier", esta nunca le perteneció a Estanislao López. La vivienda era propiedad de la esposa de López: Josefa del Pilar Rodríguez del Fresno, hija de Manuel Rodríguez, un gran médico cuyos restos yacen sepultados en el Convento de San Francisco. El Hospital Protomédico de la ciudad de Recreo hoy lleva su nombre.
Por qué la casa se construyó en esa zona
Emplazada en un lote que los historiadores estiman cuenta con 400 años de historia, que habitaron los integrantes de la Orden de los Mercedarios, su construcción estuvo signada por varias condiciones.
Fue Manuel Belgrano quien, en su paso por Santa Fe, en 1810, solicitó que se rematen las parcelas que estaban abandonadas en la zona central de la ciudad, lo que provocaba el acumulamiento de basura y la presencia de bandoleros.
Movilizado por el pedido de los vecinos de la época, en 1812 se procedió a rematar los terrenos con una cláusula que exigía levantar una edificación en ese lugar en el plazo de un año.
Fue así que el protomédico Rodríguez, en ese entonces considerado una especie de ministro de Salud, construyó la casa ubicada frente a la entonces llamada Plaza Mayor, que era más grande que la actual Plaza 25 de Mayo. En 1819, la hija del médico –Josefa del Pilar– se casó con Estanislao López y desde entonces la casa quedó vinculada a la figura del caudillo.
Se trata de una casa doméstica, de las cuales ya no quedan ejemplares en la región de Santa Fe y considerada un modelo de principios del siglo XIX.
La casa irrumpió como un modelo innovador en una época en la que predominaban las casas bajas y con techos a dos aguas. La edificación rompió con la marca "colonial".
Las paredes altas y la presencia de azotea no solo delatan un nuevo estilo, sino que además hablan del status social de la familia y de una vivienda que salía de lo ordinario.
A partir de un derrumbe que se registró en la casa, en el año 2017, nuevos detalles de la historia salieron a la luz. Uno de estos está relacionado con la técnica de construcción. Si bien se creía que las paredes estaban hechas de adobe, con la puesta en valor se descubrió que la casa conjuga tres técnicas: construcción de tapia, adobe y ladrillos.
Los “muros testigos” quedaron al descubierto y en la parte inferior se puede notar la tapia, luego se agrega la técnica del adobe en las paredes, que tienen más de un metro, para culminar con ladrillo cocido.
Esta mezcla de técnicas fue posible gracias a que el protomédico Rodríguez era dueño de dos hornos de ladrillos, a partir de los que decidió mantener los diferentes estilos de construcción.
El primer ambiente al cual se puede acceder tras traspasar el hall, es la habitación en la que el Brigadier López murió a causa de tuberculosis el 15 de junio de 1838. La habitación contaba con varios accesos que facilitaban el ingreso y la salida del personal.
El dato es revelado por una placa que indica que en ese ambiente falleció el Brigadier. Este es el único dato que se posee en relación a la función que cumplía cada ambiente.
Otro de los enigmas consiste en determinar cuál fue el dormitorio que ocupó doña Josefa o incluso sus hijos.
Aún no hay certeza de dónde estaba la cocina, pero sí deducciones de que una de las habitaciones podría haber sido la despensa de la vivienda. Una alacena empotrada contra una de las paredes brinda esos indicios. La ubicación del ambiente colabora a reforzar esa hipótesis.
A lo largo de la visita se hace mención a los detalles que denotan la antigüedad de la vivienda, en donde aun algunas de las puertas conservan las bisagras originales o alcayatas. Estas se encuentran en forma de flor o herrajes que abarcan gran parte de la abertura.
En una de las salas se ubica una piedra fundamental que se construyó para celebrar el centenario del nacimiento del Brigadier, pero por razones que se desconocen su instalación nunca se concretó y el elemento pasó a formar parte del patrimonio del museo histórico.
Un trozo de historia en forma de facsímil revela cómo se concretó el matrimonio entre Josefa y el Brigadier. La anécdota cuenta que el novio no estuvo presente en la ceremonia, ya que se encontraba de campaña. Es por esto que López envía a Vicente Mendoza con una carta poder firmada y sellada por él, para que Mendoza se case en su lugar. La ceremonia se realizó en la casa de José Freire.
Tras el derrumbe que sufrió la casona en 2017, quedaron al descubierto las técnicas que se emplearon para su construcción y hoy se pueden apreciar. Las paredes se alzan dejando a la vista la mezcla de materiales: tapia, adobe y revoque.
Se presume que en las salas que se ubican en la parte trasera de la casa habitaban los esclavos. La arquitectura, con techos bajos y ambientes chicos, colaboran a sostener esta hipótesis. Los detalles quedaron al descubierto durante la puesta en valor de la casona, ya que en esa etapa se hallaron restos arqueológicos del siglo XVIII.
Hoy parte de los objetos que se hallaron junto a las molduras que quedaron de la estructura original de la casa se exhiben en una de las salas de la planta baja. Son rastros de una historia que se fue, pero dejan entrever que aún queda mucho por contar.
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