El mundo digital ofrece en la actualidad un sin número de herramientas y recursos que colaboran en el desarrollo de habilidades y en la incursión en distintas áreas de conocimientos. Los riesgos también están presentes en un ámbito que permite disfrazarse y navegar sin límites ni condiciones.
La virtualidad no está exenta de la delincuencia, el anonimato permite mutar y adaptar los distintos niveles de criminalidad que este submundo puede albergar. Los crímenes van desde estafas virtuales, ciberacosos, sexting hasta el grooming. Esta última modalidad de crimen virtual se traduce como el acoso sexual a una niña, niño o adolescente a través de un medio digital que permita la interacción entre dos o más personas, como por ejemplo redes sociales, correo electrónico, mensajes de texto, sitios de chat o juegos en línea.
El grooming no es el ciberacoso, el grooming es el abuso digital a niños, niñas y adolescentes en cualquier plataforma digital. El ciberacoso es el ciberbullying, o sea el acoso escolar que se traslada al ámbito de las identidades digitales de niños, niñas y adolescentes producto de humillaciones, agravios, burlas, cargadas.
La ONG Grooming Argentina realizó un relevamiento que reflejó el incremento de un 30% de casos de grooming que se registraron durante el período del Aspo ( aislamiento preventivo obligatorio).
“En la organización se duplicaron las denuncias desde la llegada de la pandemia al día de hoy, estamos mirando con mucha preocupación el momento actual sobre todo por las cifras que dejó el 2020”, explicó Hernán Navarro, presidente de la ONG Grooming Argentina en diálogo con Aire Digital. Las cifras en torno al grooming no son las únicas que preocupan, otro dato que enciende la alarma es el incremento en la distribución de material de abuso sexual de las infancias y adolescencias, el cual aseguran que se duplicó.
"Nos estamos refiriendo cómo lo que concebimos que es: una pandemia en las sombras. Estamos viendo con mucha preocupación el contexto en materia digital".
En tan solo un año se duplicaron los casos de grooming contabilizados desde el 2013 hasta 2020. El desconocimiento, la vulnerabilidad y la falta de prevención son factores que juegan a favor de los groomers, estos ciberdelincuentes que pueden o no utilizar un perfil falso, los cuales están constantemente a la caza.
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“No se puede desconocer que en los perfiles psicológicos criminales de la persona adulta prevalece el coto de caza. Se trata de personas que salen a la caza permanentemente, por lo cual el contexto origino una tormenta perfecta para el incremento de los casos”, explicó Navarro.
Hay una construcción en el imaginario de que los groomers ejecutan sus crímenes a través de un perfil falso, esto si bien en la mayoría de los casos no se debe rotular categóricamente, hay muchos casos en los que los crímenes se ejecutaron desde un perfil verdadero.
Desde la ONG destacaron que los groomers despliegan y desarrollan nuevas habilidades y distintas técnicas, por eso advierten a los adultos que a la hora de dar un celular a un niño se trata de un dispositivo. “El celular es un juguete, no vino a cambiar las reglas del juego sino que directamente cambió el juego, uno que los chicos saben jugar muy bien y que los adultos aún no logran descifrar del todo”, aseguró el referente de la organización.
Un relevamiento de datos de la ONG realizado desde el 2019 hasta 2020 que incluyó a 4276 casos testigos de niños, niñas y adolescentes de entre los 9 a 17 años tanto de escuelas de gestión pública y privada en todo el país arrojó que seis de cada diez niños hablan con desconocidos en internet en Argentina.
Otro de los datos alarmantes confirma que cuatro de cada diez adolescentes entre los 14 y 17 años practican el sexting, intercambian contenido de índole sexual en un contexto de desnudez o semi desnudez sin advertir el componente de riesgo que esto genera. El sexting es una práctica que no es considerada ni segura ni privada, es decir desde el momento que alguien envía un contenido sexual a otro automáticamente pierde el control.
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“Hacemos un llamado de atención a los adultos para encauzar este tipo de situaciones en políticas familiares, educacionales”, sostuvo el especialista que calificó como inadmisible que la educación sexual con perspectiva digital no sea protagonista en la agenda de la comunidad educativa.
El grooming no distingue de raza, religión ni estrato social. La vulnerabilidad de los menores se da desde el aprovechamiento de la inmadurez sexual, el segmento de edades vulnerables va desde los 9 a 13 años. “A los 13 años los niños y niñas en Argentina no tienen la capacidad para discernir en materia sexual. Con lo cual hay un adelantamiento”, destaca Navarro.
“Los chicos no se reconocen como víctimas y tienden a eliminar los medios probatorios porque a las víctimas las invade la angustia. La situación contribuye a perder pruebas y aumentar la cifra negra, o sea los casos fácticos que no llegan a la justicia y son conducentes a seguir garantizando la impunidad”.
Las consecuencias del grooming son traumáticas y similares a las que provoca el abuso sexual, por eso se equipara este crimen virtual como una modalidad de abuso sexual en este caso sin contacto físico a través de cualquier plataforma digital. “Son traumas que van a acompañar lamentablemente a la víctima por mucho tiempo— detalla el abogado—. Incluso en materia de legislación penal no se condice la pena que hoy es simbólica ya que va de seis meses a cuatro años”.
Por esto desde Grooming Argentina se plantea una doble vulnerabilidad, por un lado por las edades y por las pocas herramientas y recursos que tienen en materia de ciberseguridad y de protección de datos personales.
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