El domingo 11 de febrero, María Antonia de Paz y Figueroa (1730-1799), más conocida como Mama Antula, será canonizada en el Vaticano como la primera santa argentina.
La curación de la hermana religiosa Vanina Rosa en 1905 fue el primer milagro atribuido a Mama Antula. La recuperación del santafesino Claudio Perusini que en el 2017 sufrió un accidente cerebrovascular, constituye su segundo milagro por el cual será canonizada. Los testimonios de sus familiares, amigos, los médicos que lo asistieron y especialistas en teología fueron cruciales para documentar lo que le sucedió.
Muchos fieles viven este momento con zozobra y alegría, mientras que otros empiezan a conocer la historia de la mujer que en el siglo XVIII peregrinó descalza para llevar a los más necesitados las enseñanzas de los Jesuitas.
En 2016 Mama Antula fue beatificada, pero el domingo su figura será exaltada como santa y pasará a integrar el plantel de la Santa Iglesia Universal.
La inusual recuperación milagrosa de un santafesino fue el último hecho que impulsó el reconocimiento de Mama Antula como santa. Si bien a lo largo de la historia su imagen se relaciona con diferentes episodios, el caso del santafesino Claudio Perusini permitió cerrar el proceso y derribó las dudas que quedaban.
“Yo no soy protagonista de nada. Tengo la suerte de estar vivo, de seguir contando cuentos, nada más”, relató a AIRE Perusini desde Lago Posadas, provincia de Santa Cruz. El 25 de julio de 2017, el santafesino, que hoy tiene 66 años, sufrió un importante ACV que lo dejó al borde de la muerte.
LEER MÁS ► La milagrosa curación de un santafesino, la clave para declarar santa a Mama Antula
Perusini estuvo internado en grave estado en la unidad de terapia intensiva del hospital José María Cullen por 22 días. Un amigo cercano de la familia, en ese entonces el obispo Ernesto Giobando de la compañía de Jesús, viajó para visitar a Perusini y una vez a su lado, el cura rezó durante horas a Mama Antula y obsequió una imagen de la religiosa a la familia. Antes de ese momento, ni Claudio ni su mujer sabían quién era la religiosa.
“Yo no conocía a Mama Antula. Nunca la había escuchado nombrar. Realmente es un descubrimiento en mi vida y en la de Claudio”, relató María Laura Baranda, esposa de Perusini.
Para ella, los primeros días tras el episodio de su esposo fueron paralizantes y sin tiempo. “El dolor me desgarraba — recordó en tono calmo— No entendía nada, porque no fue cuestión de una hora, Claudio se levantó, se volvió a acostar y no tenía conciencia de sí. En cuestión de segundos nuestra vida cambió 360 grados”.
La incomprensión sobre lo que estaba pasando siendo que Claudio era un hombre sano, sin antecedentes, llevó a su familia y amigos a unirse bajo la consigna de que había que luchar y rezar. “Siendo una persona tan buena y generosa, ¿por qué le tocó a él? También se lo pregunté a Dios”, agrega María Laura.
“Lo vi postrado en la cama de terapia intensiva y era una persona que estaba muerta”
José Luis Delpurto, un amigo de Claudio con quien mantiene una amistad que se ha extendido por 37 años, habló de su relación con el hombre y contó detalles del momento que se enteró de lo ocurrido.
“Somos hermanos, más que amigos. Lo conozco de toda la vida, mis hijos y sus hijos son amigos. Tenemos un vínculo que siempre se mantiene”, contó a AIRE desde su casa en Río Gallegos.
Observador, inquieto y amante de las manualidades. Así describe José Luis a Claudio. Las anécdotas y los momentos compartidos sobran entre ellos. “Mi hija se casó ese mismo año. Claudio le regaló cerveza artesanal para el casamiento de mi hija que fue en marzo y en junio de 2017 tuvo el ACV”, contó.
José Luis recuerda que antes de viajar a Santa Fe, Claudio le había dejado a cargo uno de sus vehículos que estaba en el chapista.
“Yo a fin de julio llego”, fueron las palabras de su amigo antes de partir. “El día del ACV me llamó María Laura llorando. “José Luis, tu amigo se está muriendo”, me dijo. "A mí se me paralizó todo, lo cuento y me emociono como ese día. Realmente fue muy fuerte”, enumeró el amigo que no dudó en partir hacia El Litoral.
En un día recorrió los 1100 kilómetros que lo separaban de su amigo, a esa altura, amigos y familiares habían creado un grupo de WhatsApp: “Fuerza Claudio”, para mantenerse al tanto de lo que sucedía.
“Cuando me tocó verlo en el Cullen me impactó muchísimo.— recuerda entre lágrimas— Creo que alcanzamos a ir justo a terapia, lo vi postrado en la cama y era una persona que estaba muerta, tirado, entubado. Obviamente que estaba muy mal, cuando nos cuentan qué había pasado, las perspectivas de vida eran nulas, porque realmente no sale nadie de eso”.
En ese sentido, José Luis recordó que un amigo que tenían en común con Claudio, médico cardiólogo, advertía sobre lo desalentador del pronóstico.
“Al tercer día, el parte indicaba una estabilidad, no iba para atrás, pero tampoco avanzaba, estaba estable en el pronóstico”, rememoró José Luis que en ese momento se enteró sobre lo que había sucedido con la estampita de Mama Antula y la cadena de oración que se había conformado y de la que participaban amigos y familiares.
“Estaba rezando desde que me enteré lo que había pasado. Somos personas de fe y tengo muchas muestras de la presencia de Dios en mi vida, pero no la invoqué particularmente a Mama Antula. Cuando María Laura me comentó lo de la estampita, la verdad que me pareció positivo en torno a los rezos”, sostuvo el amigo.
De a poco, Claudio empezó a mostrar indicios de mejoría, a mover las extremidades, las manos, los pies. “Para nosotros era una barbaridad, pero los médicos seguían con un pronóstico muy pesimista”, agregó.
Un mes más tarde, y en coincidencia con el traslado de Claudio al Hospital Vera Candioti, José Luis y su mujer volvieron a Santa Fe. “Ahí lo vimos cuando lo trasladaban en silla de ruedas, ya con los ojos abiertos, entubado porque no podía hablar, pero queriendo explicar lo que había pasado.— relató el hombre. —Me vino el alma al cuerpo. Porque de verlo en una cama tirado, muerto y verlo ahí. Él le puso muchas ganas, es un tipo muy tenaz. Con el tiempo cuando lo vimos de vuelta, hablando y a medida que pasaba el tiempo, iba recuperando las cosas”.
José Luis no duda en asegurar que lo que sucedió con su amigo es un milagro, ya que el cuadro era muy difícil de revertir.
“Para los que tenemos fe, todos somos instrumentos de Dios. Estamos de paso, acá el protagonista primero es Dios, en segundo término Mama Antula que es la figura que usa para hacer el milagro. Claudio no hizo nada, no hizo nada más ni menos que poner el cuerpo”, enumeró José Luis que recalca que los misterios de Dios son inexplicables y todo tiene un porqué.
“Mama Antula, la caminante del espíritu”
Casi un año más tarde del episodio que dejó a Claudio al borde de la muerte, su maestra de grado de la Escuela N°38 "Brigadier General Estanislao López", Mirna Torosa, convocó a su grupo de exalumnos para ponerlos al tanto de lo que había sucedido.
Shirley María de los Milagros Córdoba, compañera de Perusini dio su testimonio para AIRE. “Lo habían pedido los médicos para ver cómo él reaccionaba a sus primeras memorias. Nos reunimos en la casa de la maestra. Nos quedamos impactados cuando lo vimos, Laura nos contó cómo había sido y el proceso, su recuperación”, contó con la Basílica de Guadalupe como escenario.
Siete años más tarde, Shirley no duda en calificar la evolución de Perusini como “avanzada”. “Yo lo que veo tanto en Claudio como en Laura es esa profunda convicción, esa fe de que es Dios quien obra. En este caso el instrumento Mama Antula, pero es Dios”, sostiene la mujer que es testigo del avance que logró su excompañero tras el ACV.
El momento del encuentro llegó, grande fue la sorpresa para todo el grupo cuando Claudio no tan solo los reconoció, sino que además tenía presente diferentes anécdotas.
Durante la reunión, María Laura contó lo que sucedió con Mama Antula y a raíz de esto, los excompañeros de Claudio comenzaron a compartir información sobre su obra, a leer y a pedirle en oración.
Shirley contó que antes del encuentro con Claudio conocía muy por arriba la historia de Mama Antula. A raíz de lo que pasó con su excompañero incursionó un poco más y empezó a prestarle más atención.
Para definirla emplea una definición que emana del Papa Francisco que la describe como la caminante del espíritu, una persona, una mujer que en el 1700 recorrió miles kilómetros descalza, impulsando la obra de los Jesuitas y los ejercicios espirituales que instauró. “Creo que Mama Antula me moviliza y mucho, agradezco profundamente el reencuentro con Claudio y el milagro que él vivió”, sostuvo Shirley.
Tras interiorizarse en su vida, destacó que en ese entonces una mujer tenía dos caminos: casarse o ser monja. “No era una opción. Ella, ni una, ni la otra, se acercó a los Jesuitas, empezó a hacer ejercicios espirituales. Y es la fuerza del Espíritu la que da esa fuerza”, sostuvo.
La entrevistada no duda en asegurar que el milagro de Claudio y el conocimiento sobre su vida, son aspectos claves que definieron la llegada de Mama Antula a los altares.
“Mi convencimiento de que Claudio es justamente un milagro de Mama Antula es ver ese avance que él va dando, día a día. Es una batalla que se libra todos los días, esa fuerza y ganas de seguir y poder difundir tanto en la familia como en su entorno este agradecimiento por la segunda oportunidad. Estoy convencidísima que ha sido Mama Antula por el Espíritu. Es un sí inmenso que Mama Antula obró el milagro de Claudio”, concluye Shirley.
Temas
Te puede interesar