A las 19.25 (hora local) del jueves 6 de mayo de 1937, el Hindenburg, la joya de la corona del régimen nazi, estalló en llamas en Lakehurst, Nueva Jersey, Estados Unidos, cuando iba a realizar las maniobras de atraque a su mástil de amarre. De las 97 personas a bordo, murieron 13 de los 36 pasajeros y 22 de los 61 tripulantes –más otra en tierra– y, tras el desastre, Adolf Hitler ordenó el cese definitivo de las operaciones de la flota de dirigibles comerciales.