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Sociedad trapitos | pobreza | cuidacoches

Rebusques y oficios de la marginalidad: trapitos, limpiavidrios, carreros en la ciudad de Santa Fe

“Lo que una parte de la sociedad ve como puro margen, como situaciones de extrema marginalidad, es vivido por la población que habita esas zonas y realiza esas prácticas como una alternativa posible – quizá la única- de no caer en un fondo aún más abismático”. Especialistas santafesinos explicaron un fenómeno que representa un desafío no solo para los gobiernos sino para la sociedad en su conjunto.

Los “rebusques callejeros” y oficios de la marginalidad como el cuidado de coches, la limpieza de vidrios en las esquinas, la recolección de cartones, entre otras, son las opciones que tienen cada vez más personas para no caer en situaciones de extrema marginalidad y privación.

En un contexto económico y social en que la pobreza alcanzó 48,9% en el Gran Santa Fe y la indigencia (pobreza extrema) el 15,5% en el segundo semestre de 2023, se advierte que la situación es aún más preocupante y que la ocupación del espacio público de este tipo de actividades crece en dimensiones alarmantes.

La Dra. en Ciencias Sociales y docente de la UNL, Daniela Soldano, quien se dedica al estudio de políticas sociales, la cuestión social y cultural urbana, indicó a AIRE que “lo que una parte de la sociedad ve como puro margen, como situaciones de extrema marginalidad, es vivido por la población que habita esas zonas y realiza esas prácticas como una alternativa posible –quizá la única- de no caer en un fondo aún más abismático”.

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Especialistas santafesinos explicaron un fenómeno que representa un desafío no solo para los gobiernos sino para la sociedad en su conjunto.

Especialistas santafesinos explicaron un fenómeno que representa un desafío no solo para los gobiernos sino para la sociedad en su conjunto.

En este sentido, comentó que “muchas personas que se dedican a trabajar de trapitos, limpiavidrios o carreros, ocupando el espacio público, se refugian en estos trabajos para preservarse de algo que es mucho más extremo”.

A su criterio, se trata de una realidad heterogénea y diversa que representa un desafío para la sociedad y para los gobiernos. La investigadora explicó que “el hecho de que muchas personas necesiten ocupar la calle para obtener un ingreso para vivir, es un fenómeno que llegó para quedarse. Constituye una tensión con la sociedad integrada, pero más que “enfrentarse” o pretender erradicarla, hay trabajar sobre esa tensión, construyendo imágenes más comprensivas, más empáticas, más receptivas y dispuestas a ceder, a aportar y también a aceptar esta realidad”.

¿Vecinos vs. trapitos?

Ivan Imbert, licenciado en Sociología e investigador de la UNL que se dedica al estudio de los trabajos informales que implican un desplazamiento por el espacio público, se refirió en primer a la necesidad de desarticular la palabra “batalla” entre vecinos y trapitos. “Según lo que venimos observando en nuestra investigación suele haber un vínculo que se articula alrededor del nivel de confianza y que no siempre es negativo”, sostuvo.

"Contrariamente a lo que se suele suponer, hay vínculos que se construyen de forma consensuada. Esto sucede mediante la presencia constante de los cuidacoches en una zona, lo que genera un gradual un reconocimiento mutuo con los vecinos. Cuando ello sucede, tanto vecinos como trapitos señalan que la presencia de estos últimos aportan, entre otras cosas, a la seguridad de la cuadra una suerte de mirada cuidadora. A su vez, en muchos casos, los trapitos colaboran con sacar la basura o cortar el pasto, limpiar las veredas a modo de changa y muchos vecinos suelen ayudar con un plato de comida, ropa, muebles, etc. Reducir el vínculo entre trapitos y vecinos a una batalla implica aplanar un fenómeno que contiene elementos paternalistas, solidarios y de comprensión mutua”.

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La pobreza alcanzó 48,9% en el Gran Santa Fe y la indigencia (pobreza extrema) el 15,5% en el segundo semestre de 2023

La pobreza alcanzó 48,9% en el Gran Santa Fe y la indigencia (pobreza extrema) el 15,5% en el segundo semestre de 2023

“En una ciudad como Santa Fe, de dimensiones intermedias, los trapitos se suelen conocer entre ellos, con los vecinos y con los agentes de seguridad y van negociando su lugar en la cuadra”, indicó el investigador.

Imbert indicó que en lugar de pensar que son “enemigos” hay que ver que se trata de un vínculo complejo que en general se resuelve en forma consensuada y no de conflicto. “Si bien existe una apropiación del espacio público por parte de los cuidacoches, en Santa Fe se suele resolver mediante negociaciones con los vecinos de la cuadra. Aquello que parece desordenado y fuera de toda regulación, en realidad se regula permanentemente en la convivencia cotidiana entre las partes. Por esto, muchas veces nos encontramos con una percepción rota con respecto a la práctica que presenta una contradicción entre lo que se manifiesta sobre los trapitos en general y aquello que se menciona sobre el trapito de la propia cuadra con el que interactúan".

"Muchos vecinos, al igual que los trapitos, suelen decir que no hay que meter a todos en la misma bolsa. Esto invita a reflexionar nuevamente sobre la confianza y el reconocimiento mutuo como variable esencial del vínculo. "En los casos en que esto falla, el trapito suele no perdurar en esa cuadra”.

A su vez, si bien expuso que los trapitos vienen trabajando desde hace mucho tiempo en la ciudad, advirtió que hace algunos años su presencia se incrementó en forma progresiva por el contexto social y económico que se agudizó en los últimos meses. Es por eso que solemos encontrar en las calles santafesinas trapitos "nuevos" que nunca antes se habían dedicado a la práctica, pero que la situación apremiante les habilita esta forma de conseguir el sustento de supervivencia y que justifican diciendo: “no nos queda otra”.

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Imbert indicó que en lugar de pensar que son “enemigos” hay que ver que se trata de un vínculo complejo que en general se resuelve en forma consensuada y no de conflicto.

Imbert indicó que en lugar de pensar que son “enemigos” hay que ver que se trata de un vínculo complejo que en general se resuelve en forma consensuada y no de conflicto.

En cuanto al tema de la regulación, Imbert opinó que se requiere de una respuesta colectiva a un “fenómeno que es complejo”.

“Existen múltiples dimensiones que atraviesan al fenómeno como el de los cuidacoches que exceden al plano local. A su vez, en la misma ciudad se presentan múltiples divergencias. Hay vecinos que son más receptivos y tienen una mayor comprensión de la realidad que vive esa persona que está cuidando autos y otros que, en todo su derecho, no quieren que haya trapitos en su cuadra”, expresó.

En este sentido, compartió que en las entrevistas realizadas en el marco de la investigación de la FCJS UNL, se supo que “ellos saben que si se comportan de una manera que la cuadra no tolera, probablemente pierdan ese espacio en poco tiempo. Es por eso que hay trapitos que trabajan hace más de una década en la misma cuadra, que aportan a la dinámica y convivencia de la misma y que, lo más importante, son reconocidos y legitimados por los vecinos y hay otros que duran pocas semanas”.

Asimismo, explicó que la composición del universo de los trapitos “es muy diversa”. “Hay algunos que tienen más de 60 años y están en la misma cuadra hace mucho tiempo, otros que son nuevos porque en los últimos meses se quedaron sin trabajo o no les alcanza con lo que cobraban de las changas. También hay muchos que empezaron a ser trapitos a los 10 años y no conocen otra forma de vida. Así como el cartón para los cartoneros, el trapo y el balde para los trapitos es la fuente de ingresos más estable que tuvieron en su vida. A su vez, hay casos de consumos problemáticos que mediante ese oficio, trabajo o práctica, pueden salir de circuitos que son profundamente perjudiciales para ellos. La práctica de cuidar autos en áreas de centralidad urbana suele convertirse en un refugio o un rescate, a la vez que un lugar para mostrarse hacia el resto de la sociedad para potenciales changas o trabajos semi-formales”.

“En el centro hay una disponibilidad de recursos materiales que contrasta fuertemente con aquello que existe en sus zonas de origen. Es por esto que, tanto para los trapitos como para otros oficios de la marginalidad, es necesario el desplazamiento desde sus barrios hacia áreas de centralidad urbana para conseguir el sustento de supervivencia”.

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Los “rebusques callejeros” y oficios de la marginalidad son las opciones que tienen cada vez más personas para no caer en situaciones de extrema marginalidad y privación.

Los “rebusques callejeros” y oficios de la marginalidad son las opciones que tienen cada vez más personas para no caer en situaciones de extrema marginalidad y privación.

¿El cuidado de autos es un trabajo?

Sobre el cuestionamiento reciente de si ser trapito constituye un trabajo, Soldano señaló que las crisis progresivas y la desintegración de la fuerza laboral hicieron que las alternativas de rebusque se vayan diversificando. “El trabajo, dentro de la antropología, es la actividad humana destinada a la reproducción de la propia vida. El cuidado de autos es un trabajo desprotegido, de autoexplotación que reproduce la vulnerabilidad, pero que a su vez permite la reproducción de la vida para estas personas y sus familias”.

Imbert, por su parte, dijo que ante las situaciones de marginalidad extrema, cuidar coches “es la opción de quienes cayeron en el desempleo durante mucho tiempo o de los que nunca pudieron entrar en el circuito de la formalidad. La mayoría de ellos no han tenido formación de ningún tipo que les permita generar ingresos mínimos y las changas suelen ser insuficientes. Si estos trapitos no cobran en el día, no comen. En ese nivel de carencia tenemos que pensar la situación”.

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Soldano señaló que las crisis progresivas y la desintegración de la fuerza laboral hicieron que las alternativas de rebusque se vayan diversificando.

Soldano señaló que las crisis progresivas y la desintegración de la fuerza laboral hicieron que las alternativas de rebusque se vayan diversificando.

En este sentido, indicó que entender eso ayuda a comprender la complejidad y la necesidad de un abordaje de esta situación. “Cuando se habla de reubicación o desplazamiento, hablamos de que quizás una familia no coma porque se romperá el lazo con los vecinos construido mediante la permanencia. Además, en un lugar nuevo siempre habrá, en un principio, una situación de sospecha. Por eso es que existe una resistencia tanto de vecinos por la llegada de nuevos trapitos como de estos últimos a moverse de aquellos lugares en los que han podido hacerse un lugar”.

Soldano opinó que las respuestas que deben darse a la grave crisis social “tienen que ser integrales e incluir, nuevas formas de distribución del ingreso, más allá del empleo efectivamente existente. No es realista pensar que la población vulnerable y desafiliada será reabsorbida por el mercado de trabajo formal.”

A su criterio, es necesario pensar políticas sociales fuertes y robustas: educativas, sanitarias, de vivienda, de infraestructura social básica, de transporte y ambientales. “No basta con una asignación por parte de los gobiernos nacionales, sino que se requiere coordinar acciones con los gobiernos locales que redunden en la mejora de la calidad de vida de las personas que hoy se encuentran en situaciones de extrema vulnerabilidad, y al borde del abismo”.