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Sociedad jóvenes | Javier Milei |

Los jóvenes y la política: entre el enojo, la tristeza y el desconcierto

Mucho se habla del predicamento del candidato Javier Milei sobre la juventud, de cara a los comicios de este año. Lo que la política hace menos es escucharles, para encontrar respuestas acordes a sus inquietudes. Chicas y chicos de entre 18 y 28 años cuentan sus sentimientos.

Más que enojada estoy frustrada. Porque el país está en llamas y lo peor es que es justamente con un gobierno que elegimos, que militamos, que votamos”. Lucía tiene 18 años y fue una militante muy precoz: desde sus 14 formó parte del Centro de Estudiantes de su escuela, la Nigelia Soria de Rosario. Es feminista, pero hoy no se siente parte del movimiento.

“Lo siento tan dividido entre radicales, liberales e interseccionales, que ya ni de las marchas se puede disfrutar, porque todo el tiempo se están peleando. Eso me hace alejarme un poco”. Estudia psicología, cursa primer año y hasta ahora, le “encanta”. El día de la entrevista está disfónica porque acompañó la movilización de estudiantes de su antigua escuela por las condiciones edilicias.

Manuel tiene 17 años, está terminando la escuela secundaria. “Computadora no tengo, para estudiar lo hago con el celular, desde internet. Hace unos años, en la cuarentena, no tenía celular, y se lo pedía a mi vieja o a mi hermana. Nunca tuve computadora”, cuenta Manuel, que no está interesado en la política.

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Un informe indica que la juventud espera a la política y aguarda que tome sus reclamos y preocupaciones y los transforme en propuestas y políticas públicas.

Un informe indica que la juventud espera a la política y aguarda que tome sus reclamos y preocupaciones y los transforme en propuestas y políticas públicas.

Llegar a fin de mes, en su casa, es más que difícil. Comprar ropa o reponer el celular que le robaron en enero, es imposible. “Creo que todo esto es culpa de cómo se maneja el gobierno en general, las malas decisiones se vienen tomando desde hace mucho. Hace varios años que venimos mal y las cosas cada vez están peor”, considera.

Lucía y Manuel, como los otros jóvenes entrevistados, agradecen la consulta. Ninguno se identifica con las ideas libertarias, y también quieren hablar, contar lo que les pasa. Una encuesta realizada en enero por Zurban, Córdoba y Asociados, sobre 1.300 jóvenes de todo el país, de 16 a 35 años arroja que “el 59% de quienes tienen menos de 35 años tiene sentimientos negativos con la situación actual del país. Las emociones que predominan son el enojo y la decepción”

El informe subraya: “La juventud espera a la política, aguarda que tome sus reclamos y preocupaciones y los transforme en propuestas y políticas públicas. Pero la política no parece estar dispuesta a escuchar. Y entonces la fragmentación se hace más grande”.

Los jóvenes y el futuro

A los 28 años, Tato trabaja todo el día, le alcanza para pagar el alquiler y vivir cada mes. Le gustaría proyectar, ahorrar. “No me considero una persona enojada porque intento construir mi felicidad, pero sí me da un poco de rabia el momento que vive el país y lo difícil que está proyectar, lo difícil que es juntar dinero, aspirar a comprar un terreno, a construirte una casa”, expresa.

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"No hay un enojo diferente de los jóvenes con respecto a otras generaciones", dice un especialista.

Camilo es músico, toca la batería. Tiene 22 años, un empuje que lo lleva a crear todo el tiempo nuevas oportunidades. “Tengo la suerte de tener un montón de laburo, me estoy pudiendo mantener, entonces toda esa parte, que está bastante jodida la tengo medio resuelta, la economía propia, la autosuficiencia”, cuenta sobre su vida.

Hace pocos meses, sufrió un robo a mano armada y siente “tristeza por la cantidad de muertos que hay constantemente en la ciudad, las situaciones que uno tiene que afrontar, la realidad que te choca”. No se considera un joven enojado, pero sí reconoce: “Todas las cosas que pasan generan enojo y tristeza. Lo más normal, si vivís en Rosario, es que te hayan robado una, dos o tres veces. Es normal conocer a alguien que asesinaron, o tener un conocido en común con alguien que mataron. El contexto político social te enoja”.

A Gina, de 19 años, en cambio, siempre le gustó la política. “Vengo de una familia militante, siempre me interesé mucho por la realidad del país, y siempre quise intervenir en eso, mediante la militancia. En estos últimos años noto un cambio no sólo en la gente, en mis compañeros de Facultad, mis amigos, sino también en mí, una cuestión que no sé si es de enojo, pero sí de desgano, antes tenía la llama de adentro de querer militar, y hacer política, que ahora no lo siento tanto. Me pasa a mí y veo que también a mi alrededor”, define su sensación actual, como estudiante de Trabajo Social.

Tantas voces como personas

“No hay un enojo diferente de los jóvenes con respecto a otras generaciones. Mirar a los jóvenes nos permite mirar una cosa más blanquecina, más cristalina de lo que pasa en la sociedad”, considera Diego Beretta, politólogo, docente e investigador de la Universidad Nacional de Rosario y de la Universidad Nacional del Litoral. “Quienes estudiamos juventudes siempre decimos que muchas veces es el termómetro de la sociedad más ampliamente”, agrega.

Beretta recuerda que el segmento juvenil fue el menos escuchado, el más estigmatizado y también el más aislado durante la pandemia, un quiebre de la vida que ocurrió hace sólo tres años. A Lucía, por ejemplo, le impidió festejar su cumpleaños de 15, que fue el 3 de abril de 2020.

Camilo también recuerda con amargura ese momento. “Me estaba asentando como trabajador de la cultura, de a poco, estaba empezando a buscarle la vuelta. Vivía solo, pero me tuve que volver a vivir con mi viejo, volví a no tener un mango para nada. No se sabía cuándo la música volvía a la actividad, se pensó que podían no existir recitales hasta 2024. Por suerte volvieron antes, pero fue un quiebre bárbaro en el que no sabíamos nada”, relata.

Sin esquivarle al tan mentado crecimiento del candidato Javier Milei, Beretta señala el impacto de la pandemia. “No es casual que en todo ese proceso, más que nada en Buenos Aires, fue cuando surgieron muchos colectivos juveniles quejándose en contra de las medidas restrictivas. Aparece este tuitero que se llama ‘tipito enojado’, un referente de los pibes. El empezó a plantear lo de la libertad y eso, el sector de Milei lo ha aprovechado. Cuando dice que los leones tienen que rugir y no ser corderos obedientes, que salgan a romper todo, a tomar la calle, eso antes lo planteaba la izquierda”, desarrolla Baretta y recuerda el libro "La rebeldía se volvió de derecha", de Pablo Stefanoni.

No hay lugares de refugio en la vida cotidiana

“Está todo difícil, en mi casa es complicado llegar a fin de mes, no podemos tener las cosas que nos gustaría, siempre falta algo o tenemos que estar ahorrando para pagar cosas. Está todo muy caro y los gustos que uno se quiere dar, son muy complicados de conseguir”, dice Manuel. Sus gustos son más bien básicos: “Puede ser ropa. Hace poco perdí el celular porque me lo robaron y todavía no me pude comprar uno, con lo caro que está. Desde enero, pasaron cinco o seis meses. No tendrían que valer lo que valen”.

En cambio, Lucía siente miedo. “La mayoría de mis amigos recién pueden votar este año y no les ha interesado mucho la política, pero saben para qué lado se tiran, que en general es para el Frente de Todos. A los que sí les interesa, están como yo, frustrados, enojados, hasta con miedo. Siempre hablamos de que no es posible que gane Milei por ahora, nada más que por ahora, pero que lo que puede venir va a ser mucho peor que (Mauricio) Macri”.

En el entorno de Gina tampoco hay libertarios. “Cuando me hablan de Milei, a mí no me parece que sea lo nuevo que se viene. En mi círculo, en la facultad, mis amigos no lo veo tanto. Hay mucha gente muy asustada con eso, capaz que ven otra cosa que yo no veo, no sé si odio, o rechazo a la política, que por ese lado Milei trata un poco de entrar, con lo de la casta y toda esa cuestión”, refiere a la expresión “la casta política”.

Lo que Beretta nota es -más que enojo - “un desconcierto, una incertidumbre”. Puesto a desgranar, cree que se trata de un “cierto desencanto, no con la política, sino con la eficacia de la política, que no está resolviendo los grandes problemas para la vida cotidiana. Acá no se está hablando del modelo o del sistema”.

A Manuel, las dificultades lo llevan a soñar con otros horizontes. “La mayoría, me incluyo, pensamos que a la primera oportunidad que tengamos nos gustaría irnos del país a trabajar y a vivir afuera”, planifica.

En cambio, Tato podría vivir en Chile, el país donde viven su mamá y sus dos hermanos, pero lo intentó y no le gustó. “Siempre tengo ganas o la idea de poder irme a afuera, viajar a Europa, conocer, probar cómo es la vida allá. Pero la realidad es que más allá de todas las adversidades, este es mi país, lo amo y quiero vivir acá”, asegura.

Quizás, más que hablar de los jóvenes, sea momento de escucharles en su diversidad.