Camila Urruchua y Belén Vivas empezaron a elaborar cerveza en una casa de Luis Agote, un barrio de Rosario que tiene vinculación con la historia prostibularia de la ciudad. La primera vez que hirvieron la cebada, midieron tiempos y temperaturas y dejaron fermentar el producto lo hicieron por hobby, en 2018. Ya tenían el nombre: Luisa Gote, una imaginaria amiga de Rita La Salvaje a la que inventaron como la verdadera artífice de la antigua cervecería Schlau, de Brown y Avenida Francia, que en 1913 tenía la mejor tecnología del mundo. Esa fábrica cerró en 1978. Cuarenta años después, dos mujeres decidieron que la birra también era cosa de señoras.
Las asistía la historia: desde la Edad Media, las mujeres eran las fabricantes de cervezas y luego empezaron a venderlas. Como señal para posibles compradores, ponían una escoba dada vuelta en sus puertas y, para que las distinguieran en los mercados, llevaban sombreros negros de punta. Para evitar que las ratas se comieran la cebada, tenían gatos. Cuando los varones vieron que ellas llevaban adelante un negocio pujante, las denunciaron por brujas. Así, la cerveza se convirtió en un símbolo de la masculinidad que sigue vigente. Y los símbolos de las primeras cerveceras quedaron asociados a la brujería.
“El nombre lo elegimos a partir de la historia de la cerveza artesanal acá en Rosario, que empieza en el límite entre los barrios Pichincha y Luis Agote. Así empezamos a generar una historia de una señora, que es 'la Luisa', como si fuese una de las primeras cerveceras de Rosario y a decir que el nombre del barrio originalmente era Luisa, pero nunca se supo. A partir de eso elegimos el nombre para nuestro producto y generamos una identidad”, cuenta Belén.
Como amigas, Belén y Camila disfrutaron siempre de juntarse a tomar birras. Al principio, fabricarla fue un hobby. Tuvo que pasar la pandemia, cambios y renuncias de trabajo para que volvieran a juntarse y —ahora sí— concretar un emprendimiento que las convoca los martes a cocinar en la casa de Belén. Mientras tanto —a la par de procedimientos de enfriado y mediciones que requiere el producto— agitan las redes. Luisa Gote maneja su propio perfil de Instagram: responde comentarios en nombre propio, aparece en las fotos de los campeones del mundo con la Copa, y en la mesa de Mirtha Legrand, entre otras.
“Cuando elegimos la estética de la Luisa, nos basamos en la carta del tarot La Templanza, que es una mujer que está vertiendo agua entre dos jarros, haciendo que fluya. Resulta que el primer movimiento de mujeres a favor de la ley seca, como respuesta a la violencia machista, se llamó La Templanza”, aporta Camila.
La imagen de Luisa es una creación de Belén, artista visual. “No solo es bueno hacer cerveza con una amiga sino también con alguien tan talentosa como ella, que ya hacía cerveza con otras personas. Es dibujante, animadora, y yo trabajaba en las redes sociales, yo hago teatro y en esa actividad también trabajaba en prensa. Nos complementamos muy bien y es un orgullo haber hecho una cerveza con una imagen que pegó tanto”, sigue Camila para recordar que su eslogan, “las señoras también hacemos cerveza” incluye “no solamente a las mujeres, sino también al barrio, a las disidencias y a la gente invisible”.
“A nadie se le ocurre que las señoras puedan hacer cerveza”, dice Camila. Es cierto que suena raro. Pero también allí hay avances. Existe un movimiento, Birreras de Argentina, que realiza eventos y congrega a cientos de mujeres vinculadas con la cerveza artesanal en todo el país. Su presencia es cada vez más fuerte en todos los ámbitos.
En esa corriente, Belén y Camila hacen su apuesta. “Queremos fomentar la participación de las mujeres y disidencias en la elaboración de la cerveza artesanal, que actualmente está superenfocada en varones heterocis (heterosexuales y cuya identidad de género se corresponde con la asignada al nacer). Queremos demostrar que podemos participar”, subraya Belén.
En la actualidad, además de las ventas por la red social Instagram, cuentan con el boca a boca. “Tenemos un límite de cocción de 20 litros, por una cuestión de espacio y de tiempos, así que vendemos a gente conocida y también estamos participando en ferias o en eventos autogestivos, por ejemplo, en la Marcha del Orgullo de Granadero Baigorria”, cuenta Belén.
La posibilidad de ampliar la escala productiva se abrió a partir del programa Impulsarte, de la Municipalidad de Rosario. “Hicimos un curso para primeros emprendimientos, ahí aprendimos un montón, nos dieron un montón de herramientas para organizar costos de producción, la planificación y estrategias. También quedamos seleccionadas dentro de 30 emprendimientos y nos dieron un subsidio para impulsar la producción. Con eso, este año la idea es arrancar con más ganas y más recursos”, se entusiasma Belén.
Cada martes, cuando se juntan, tienen que tener cuidado en cada detalle. Primero se maceran los granos de cebada, para distintos estilos. Le agregan el lúpulo y una vez que llegó al punto justo de cocción, deben enfriar muy rápidamente, para luego poner a fermentar con una levadura especial. Por ahora, todo se hace en el patio de la Belén, con una capacidad reducida.
“Nuestra expectativa es seguir creciendo y apuntamos a generar una comunidad, para visibilizar todas las situaciones de las mujeres en la producción de cerveza. Ojalá en algún momento podamos crecer y podamos producir en mayores cantidades en un espacio más acorde, pero eso es a futuro”, apuesta.