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Sociedad

Fútbol, pasión de multitudes: ¿Por qué los argentinos somos tan fanáticos?

A horas del regreso del fútbol de Primera División, los corazones de millones de hinchas vuelven a latir al ritmo de la pasión que les despierta el club de sus amores. Ese sentimiento, casi irracional y, para algunos, inentendible, puede azuzar conflictos al interior de las parejas o de las familias.

Según un estudio que la consultora D’Alessio IROL, el 71 por ciento de quienes se reconocen “apasionados” por el fútbol tuvo discusiones con su pareja a raíz de ese fanatismo. La mitad canceló una cita romántica para ver un partido, siete de cada diez dejan de lado reuniones sociales y el 20 por ciento puede estar varios días de mal humor si su equipo pierde.

El fútbol para los hombres argentinos es una cuestión de identidad y pertenencia, y viene siendo transmitido de padres a hijos hace varias generaciones. Es un espacio donde los hombres se congregan y participan. Cuando gana el equipo favorito, uno siente que también gana, y eso es gracias a la sensación de pertenencia que genera el aguante, el ‘estar allí’. Este amor y esta pasión que concita el fútbol y la pertenencia al equipo en algunos casos puede desplazar el amor de pareja y el amor de familia“, explicó por A Media Tarde el Dr. Ricardo Rubinstein, médico psicoanalista.

Para las mujeres, el fútbol es ese otro amor que le quita tiempo y atención a la pareja, y de allí nacen estas estadísticas que mencionábamos antes”, agregó el especialista, quien hizo hincapié en que desde la terapia se busca trabajar sobre el conflicto para lograr un equilibrio.

Rubinstein indicó que “no es la práctica del deporte lo que desata la pasión, sino la pertenencia a ese club y lo que significa. Ahí es donde se deposita la necesidad de estar, de ser y de ganar. Esto es lo que genera esos fenómenos afectivos que después generan conflictos en la familia o la pareja”.

Respecto al origen de la “pasión” que caracteriza a los argentinos en su vínculo con el fútbol, el entrevistado explicó que “lo que sucede puede entenderse desde ciertos momentos de constitución de la sociedad argentina, donde pertenecer a un club era uno de los rasgos a través de los cuales se accedía o se conformaba la identidad nacional”.

Para el psicoanalista, las personas podrían dividirse en tres grupos “según su grado de adhesión al club al que pertenece: está el indiferente, el simpatizante y el fanático. El simpatizante puede en algún momento de su vida, en determinado contexto, convertirse en un fanático y participar de algún hecho violento, esto depende también del momento de la vida en que ocurre: es más probable entre los adolescentes y los jóvenes que entre los hombres grandes”.

El fanatismo no es privativo del fútbol: hay fanáticos en su adhesión política, hay fanáticos religiosos y de muchos otros tipos. Esa creencia es lo que le da unidad a esa persona y le permite ser alguien: el fanático se nutre de esa teoría porque siente que le permite ser alguien. Es muy difícil trabajar con los fanáticos a nivel individual, y a nivel colectivo el fanatismo puede derivar en fenómenos muy difíciles de controlar”, argumentó Rubinstein.

 

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