Para Luis Córdoba -profesor, investigador y especialista en didáctica específica de matemática- estos porcentajes reflejan una problemática profunda en la enseñanza y el aprendizaje de la materia en la educación secundaria obligatoria, y asegura que para explicarlos es necesario un análisis multicausal.
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Los ejes de un problema complejo
“Por un lado, tenemos el problema del enfoque tradicional de la enseñanza de la matemática. Sigue prevaleciendo la mecanización del aprendizaje en la que el docente explica y el estudiante escucha, mira y aprende. Este es un paradigma que ya no tiene sentido en un mundo que cambió; hoy la repetición y la memorización, que cobraban centralidad en procedimientos y técnicas, pierden sentido frente a la Inteligencia Artificial. Los conceptos presentes en los programas de estudio siguen vacíos”, detalla el docente en diálogo con Aire.
En este sentido, agrega la desconexión entre teoría y práctica que hacen que un adolescente no pueda ver la relevancia de lo que aprende en su vida diaria. “Las actividades de enseñanza son absurdas y se presentan con problemas que jamás existen en la realidad. Son un atentado contra la motivación y capacidad de realizar un esfuerzo para comprenderlos y luego aplicarlos correctamente”, enfatiza.
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El investigador indica también que la formación insuficiente en didáctica de la matemática y la falta de actualización en metodologías de enseñanza en los docentes también son parte del problema; así como la falta de innovación pedagógica y la carencia de recursos didácticos, como materiales manipulativos y herramientas tecnológicas. Finalmente, suma los factores socioeconómicos y culturales asociados a la desigualdad educativa y las bajas expectativas.
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“Todo este combo lleva a lagunas de aprendizajes anteriores. Obviamente, si no hay una base sólida en conceptualizaciones matemáticas precedentes, como la aritmética elemental o la proporcionalidad, los estudiantes tendrán dificultades para comprender y aplicar la regla de tres simple. Estas deficiencias son acumulativas y generan una predisposición negativa hacia la matemática. Se la percibe como un obstáculo muy difícil de atravesar”, precisa.
Regla de tres simple, un instrumento fundamental
“La capacidad de resolver problemas con la regla de tres simple es fundamental en la educación secundaria, no solo por su aplicabilidad matemática, sino porque fomenta habilidades esenciales que son críticas para el desarrollo de un futuro académico y personal de los estudiantes”, explica Córdoba.
El docente asegura que esta operación es un instrumento para la vida cotidiana ya que sirve para calcular proporciones, hacer compras, convertir unidades y analizar datos. Se trata de un concepto que permite a los estudiantes enfrentar problemas prácticos de manera efectiva, algo esencial para la autonomía, y que más tarde será la base de conceptos más avanzados como la proporcionalidad, el cálculo de porcentajes, escalas, y otras relaciones matemáticas. El dominio sólido de estos conceptos es crucial para el éxito en materias como física, economía, y ciencias en general.
“Este es un objeto que no sirve sólo en matemáticas, pensemos por ejemplo en un enfermero que debe inyectar una medicación por goteo a un paciente. La regla de tres simple implica entender relaciones proporcionales, lo cual es clave para desarrollar un pensamiento lógico-matemático y para abordar problemas complejos en el futuro en todas las disciplinas que requieren análisis y resolución de problemas como física, economía y ciencias en general”, remarca.
Como otro punto importante, Córdoba agrega que esta operación es necesaria incluso para el ejercicio de la ciudadanía en la vida adulta al ser imprescindible para la comprensión de tasas de interés, descuentos, análisis de encuestas y estadísticas. La habilidad para manejar estos conceptos contribuye a una ciudadanía más informada, capaz de tomar decisiones basadas en datos.
Cambios, formación y recursos: claves para revertir la situación
Según el profesor Córdoba, para revertir los números que surgen de las pruebas PISA y el panorama preocupante que representan es preciso un enfoque integral que involucre cambios en la enseñanza de la matemática, la formación docente, los recursos disponibles y el apoyo institucional y estatal.
“Es necesaria una profunda revisión. Es fundamental que se enseñe matemática a través de metodologías activas, como el aprendizaje basado en problemas (ABP), proyectos o situaciones reales que los estudiantes puedan relacionar con su vida cotidiana”, asegura.
Por otra parte, apunta al fortalecimiento de la formación docente mediante la capacitación continua en didáctica de la matemática, especialmente en metodologías activas y en el uso de herramientas tecnológicas que faciliten el aprendizaje. Esto incluye talleres, cursos y programas de formación que ayuden a los docentes a adoptar enfoques más efectivos y a estar al tanto de las investigaciones más recientes en enseñanza matemática. En este sentido se pregunta: “¿Qué actividades propone hoy un docente en medio de un tornado de tecnologías emergentes para promover un pensamiento crítico? Es crucial que los profesores reciban capacitación para enseñar más allá de los procedimientos y fórmulas”.
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Como último punto señala la necesidad de una urgente inversión en infraestructura y recursos: “Para que las escuelas puedan implementar estrategias efectivas es esencial que cuenten con las herramientas adecuadas, desde materiales didácticos hasta acceso a tecnología”.