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Comedores escolares: pilares de la sociedad en momentos de pandemia por coronavirus

Desde que comenzó la cuarentena, los asistentes escolares debieron adaptar sus tareas a la pandemia, a pesar de que el presupuesto no cambió. Sin embargo, si es por ellos, ningún niño se va a quedar sin almuerzo ni merienda.

-- ¿Ustedes qué sienten cuando vienen todos los días a preparar la vianda?

Antes de que termine de sonar la pregunta entre las paredes del Sum de la Escuela N°880 Domingo Guzmán Silva en el norte de la ciudad de Santa Fe, detrás de los cristales, los ojos de Graciela Charles, la vicedirectora, se llenaron de lágrimas.

-- Yo me emociono -dijo mientras se secaba las lágrimas y acariciaba el barbijo- porque uno piensa en los chicos, que en este momento nos necesitan más que nunca.

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Graciela Charles es la vicedirectora de la Escuela N°880 y está a cargo de la institución porque la directora está en cuarentena obligatoria.

Graciela Charles es la vicedirectora de la Escuela N°880 y está a cargo de la institución porque la directora está en cuarentena obligatoria.

Era lunes 30 de marzo y el día anterior el presidente había anunciado que el aislamiento social preventivo y obligatorio se extendería 12 días más. Son dos semanas más de servicio para las docentes que trabajan incansablemente en los comedores escolares. Sin embargo, la fuerza del equipo que prepara las viandas para las 473 anotadas en la lista de la institución, sigue intacta. Pareciera igual a la del primer día de cuarentena, pero no: es más fuerte. El coraje para salir día a día de Graciela, Sandra Torres, Silvia Ramello, Roxana Ríos, Paola Godoy, Soledad Lencina, Gisela Cordoba y Gonzalo Barbosa se afianza con cada bandeja de plástico que depositan en manos de los familiares de los niños que van a la escuela primaria y al jardín de infantes.

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La escena se repitió cada día de cuarentena. La fila de padres, abuelos, hermanos mayores y vecinos era de casi una cuadra y llegaba hasta la esquina. Respetando la distancia de un metro entre cada uno, pasaban a buscar las viandas de los estudiantes. Los atendían los asistentes escolares que, con barbijos y guantes, entregaban la cantidad de viandas solicitadas.

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Para preparar las viandas trabajan ocho personas entre las que está la vicedirectora, la ecónoma, los cocineros y las asistentes escolares.

Para preparar las viandas trabajan ocho personas entre las que está la vicedirectora, la ecónoma, los cocineros y las asistentes escolares.

El comedor de la escuela “abarca los barrios Coronel Dorrego, la granja La Esmeralda y desde Aristóbulo del Valle hasta Facundo Zuviría. Más o menos de calle Mitre hasta Facundo”, informó Graciela en diálogo con Aire Digital, y explicó: "hay muchos estudiantes que son hermanos, pero viene sólo un adulto responsable por grupo familiar a buscar la vianda para cada chico”. También aclaró que “para la gente que no puede venir porque les coincide el horario con el trabajo o que por la distancia y el tiempo no tiene con quién dejar a los chicos, hicimos un permiso especial que puede traer algún vecino”.

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Si bien el número total de inscriptos es de 473, el personal de la escuela aseguró que este año el número se incrementó a 500 niños. “Lo que pasa es que el informe con esa cantidad es de mitad del año pasado, con toda esta situación no se cargaron los nuevos datos en el sistema Sigae (de datos escolares)”, contó Graciela. Sin embargo, por la situación de pandemia, las distancias y las nuevas rutinas de cuarentena, al comedor asiste un promedio del 50% a buscar la comida. “El viernes se retiraron 270 viandas, pero hoy ya entregamos unas 300”, dijo la vicedirectora con una mirada esperanzadora.

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Además de las viandas del mediodía, el lunes también estaban entregando la copa de leche para toda la semana. Prepararon un litro de yogurt para cada niño que debe que durarle cinco días. “A pesar de que los alimentos tienen que aguantarles hasta el viernes, nadie nos manifesta que no tiene donde dejarlos, se los llevan igual”, afirmó Graciela.

“Nunca nos quedamos sin comida, porque si faltan algunos las chicas arman algo enseguida”, narró Graciela.

Durante los primeros días de la cuarentena, la tarea se hizo difícil. No por cuestiones organizativas, sino porque el personal de la escuela Domingo Guzmán Silva tuvo que negarle la vianda a varias personas que no estaban anotados en el listado porque ya no asisten a la escuela. “Nunca nos quedamos sin comida, porque si faltan algunos las chicas arman algo enseguida”, narró Graciela. “Pero los primeros días de la cuarentena varios papás nos pedían viandas para los hermanos mayores, por ejemplo, que antes venían a la escuela”, relató. “Tuvimos que decirles que no, porque no podemos”, se lamentó.

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Al comienzo de la entrega de las viandas durante la cuarentena por coronavirus la fila suele ser de casi una cuadra de largo.

Al comienzo de la entrega de las viandas durante la cuarentena por coronavirus la fila suele ser de casi una cuadra de largo.

Malabares para llenar pancitas

$21 para la vianda y $7,20 para la copa de leche. Nada más. Ni pensar en menos. Ese dinero es el que, por orden y porque es lo único que les dan, deben destinar a cada niño los comedores escolares.

--¿Y les alcanza?

La respuesta es obvia.

-- Hacemos malabares con $21 -dice Sandra, la ecónoma.

--No sé cómo hacen -agrega la vicedirectora.

Ambas mueven la cabeza de lado a lado, decepcionadas. No lo dicen, pero mientras tanto recuerdan alguna que otra vez en la que creyeron que no llegaban a comprar la comida para todos los nenes o se imaginan cómo van a hacer el próximo mes. “Tenemos la suerte de que acá son muchos chicos entonces compramos en grandes cantidades y sale más barato”, reflexionó Sandra y agregó agradecida: “tenemos acuerdos con algunos proveedores. Ellos nos traen las listas de precios y nosotros vemos cuál nos conviene más”.

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La ecónoma del comedor escolar, Sandra Torres, administra las partidas para comprar los alimentos.

La ecónoma del comedor escolar, Sandra Torres, administra las partidas para comprar los alimentos. "Hacemos malabares con $21", aseguró.

La partida del Gobierno de la Provincia les llega cada mes. Pero la de ahora, la de la cuarentena, es la misma cantidad de dinero que la de hace seis meses. “Siempre aumentan en marzo y junio, pero este año no sabemos qué va a pasar”, contaron las mujeres mientras se miraban desorientadas. “También tenemos lo que mandó Nación para esta situación, que lo usamos para comprar los platos de plástico”, dijo Sandra. En oportunidades anteriores en las que el comedor cerró, como paros docentes, el personal de la escuela 880 entregaba los alimentos en tupper que cada uno llevaba consigo. Sin embargo, por cuestiones de sanidad, en esta situación no se puede.

La partida del Gobierno de la Provincia les llega cada mes. Pero la de ahora, la de la cuarentena, es la misma cantidad de dinero que la de hace seis meses.

“No sé hasta cuándo va a durar, por ahora nos alcanza”. Con esa sensación se acostumbró a trabajar el personal del comedor escolar de la Domingo Guzmán Silva. Aunque es probable que todos los comedores escolares de la provincia trabajen de esa manera. “Lo único seguro es el menú”, contaron. Pegado en la puerta de entrada a la escuela, el cartel establece qué comida entregan cada día: “Salpicón de carne o pollo con el agregado arvejas, choclo y zanahorias. Pan. Fruta”, para el “Día 1”. Y así, la hoja indica al personal y a los comensales, que toca cada día.

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El lunes entregaron las viandas del día y la copa de leche para toda la semana: un litro de yogurt por chico.

El lunes entregaron las viandas del día y la copa de leche para toda la semana: un litro de yogurt por chico.

Educar, alimentar y comunicarse en tiempos de cuarentena

“Es muy valioso el trabajo del personal del comedor, pero también el de los docentes”, remarcó la vicedirectora. “Ellos son los que mueven cielo y tierra para contactarse con las familias, tanto para las tareas como para las actividades en la escuela como la entrega de viandas”, aclaró.

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El personal de la institución explicó que varios chicos no tienen Internet, computadoras ni WhatsApp, por lo que la comunicación se hace casi imposible. Sin embargo, las mujeres del comedor escolar remarcaron orgullosas el compromiso de los chicos y los padres. “Nos sorprendió la cantidad de padres que se acercaron para buscar y traer las tareas”, dijo Graciela. “Realmente vimos el interés que tienen en que sus hijos sigan educándose a pesar del coronavirus", aseguró.

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2Los asistentes escolares de la escuela Domingo Guzmán Silva se compraron barbijos y guantes para protegerse del virus.

2Los asistentes escolares de la escuela Domingo Guzmán Silva se compraron barbijos y guantes para protegerse del virus. "Una chica que los hacía nos ofreció 4 por $100 y los compramos nosotros mismos", contó Sandra, la ecónoma.

Al personal de la escuela Domingo Guzmán Silva le reconforta ver que “las redes están tendidas”. “Para nosotros es un riesgo venir y estar en contacto con tanta cantidad de personas, pero también lo sentimos como una obligación moral y social por la función que cumplimos”, destacaron las mujeres que confían “plenamente que van a salir adelante de esta situación”. Su fuerza hizo que cientos de chicos en el norte de la ciudad accedan a platos de comida diarios y hace que sigan educándose y alimentándose, a la distancia y sin tecnología.

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