Si piensa en su infancia, recuerda cómo la educación marcó su vida a través, no solo de los aprendizajes que adquirió, sino también de los docentes que la formaron y de los compañeros sordos junto a los que creció.
Al repasar su historia, Ayelén recuerda que desde niña soñaba con enseñar a otros chicos sordos como ella, continuar el legado que recibió y trabajar para fortalecer la cultura sorda. En diálogo con AIRE expresa: “Gracias a la vivencia que tuve en la escuela es que tengo la posibilidad de ser docente".
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Ayelén Gingene soñaba desde niña con enseñar a otros chicos sordos como ella.
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"Siempre sentí a este lugar como propio por el estímulo que recibía, por la calidad de la enseñanza y por todo lo que pude crecer. Hoy soy una mujer común, como cualquier otra persona, que pudo ser mamá y trabajar gracias a la educación que recibí”, señaló.
El valor de aprender en comunidad
Ayelén destaca que la escuela también le brindó la posibilidad de constituir su cultura y su identidad como parte de la comunidad sorda, algo que considera fundamental para su vida y que reclama como un derecho de todos los alumnos con esta condición.
“Actualmente, por un mandato ministerial, los niños sordos tienen que ir muchas horas a una escuela común. Observamos que en esta situación la calidad educativa es diferente, el modo de aprendizaje cambia y el acceso a la cultura se ve imposibilitado porque sus compañeros no saben lengua de señas y sus docentes no están formados para trabajar con ellos”, asegura.
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En la escuela especial, los niños tienen docentes que saben su lengua y estímulos para aprender español escrito y acceso a la cultura visual.
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“En cambio, en la escuela especial tienen compañeros sordos, docentes que saben su lengua, tienen estímulos para aprender español escrito y acceso a la cultura visual que en nuestro caso es tan importante. Estas cuestiones son vitales para su desarrollo.
La docente, que junto a otros dos instructores sordos trabaja en la escuela “Nils Eber” con alumnos de todos los niveles -desde estimulación temprana hasta secundaria- agrega que en la escuela especial los chicos tienen compañeros sordos, profesores que saben su lengua, estímulos para aprender español escrito y acceso a la cultura visual, cuestiones fundamentales para su desarrollo.
“Por eso, cuanto mayor tiempo pasan acá, mayores son sus logros y su aprendizaje”, resalta.
Los niños y adolescentes sordos que deben asistir a las escuelas de nivel no son educados en su lengua natural. Al respecto, la instructora explica que esto afecta el aprendizaje porque los alumnos no comprenden nada de lo que circula a su alrededor.
Es necesario que primero puedan desarrollar su lengua en la escuela de sordos y luego sí ir a la escuela común, pero esto no sucede. “Me duele la situación porque los niños sufren, porque se pierde el tiempo, porque ellos no pueden interactuar con sus compañeros, porque no hay accesibilidad”.
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La necesidad de que la sociedad conozca, al menos básicamente, la lengua de señas es otra gran inquietud de Ayelén.
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“Tenemos una lengua y una cultura que debe ser respetada, es nuestro derecho. Estamos en una lucha constante para que el Ministerio de Educación pueda reconocerlo. Es importante la inclusión, pero esto es un retroceso para nosotros y por eso peleamos por la preservación de nuestro espacio y de nuestra escuela”, interpela.
Una lengua y una cultura propia
La necesidad de que la sociedad conozca, al menos básicamente, la lengua de señas es otra gran inquietud de Ayelén. La instructora considera que esto es fundamental ya que muchas veces las personas sordas necesitan comunicarse con un médico o un policía, por ejemplo, y no pueden hacerlo, lo que les genera nerviosismo e incomodidad.
“Son situaciones en las que tenemos que pedir a un intérprete o familiar que nos acompañe para sortear un obstáculo comunicativo. Nosotros tenemos que tener un contacto directo con ese profesional, una comunicación que no tenga que ser mediada. La comunidad sorda es grande y tiene los mismos derechos que la sociedad oyente, estamos en igualdad de condiciones”, destaca.
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Ayelén destaca que la escuela también le brindó la posibilidad de constituir su cultura y su identidad como parte de la comunidad sorda.
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“Junto a distintas asociaciones a nivel local y nacional -agrega- tenemos un objetivo común que es luchar para lograr el reconocimiento de nuestra lengua y de nuestra cultura. Hace poco se logró la sanción de la Ley 27.710 que reconoce a la Lengua de Señas Argentina (LSA) como una lengua natural y originaria. Faltan muchas cosas todavía, nunca abandonamos la lucha por nuestros derechos lingüísticos y culturales.”