La aparición de dos ejemplares de salmón, con pocos días de diferencia, en las marrones y templadas aguas del río Paraná a la altura de Fighiera, en el sur de Santa Fe, sorprendió a los pescadores de la zona y puso en alerta a los científicos que estudian la fauna ictícola de la región. Estos peces, que se crían en el sur de Chile con fines comerciales, son originarios del hemisferio norte y viven en aguas frías y claras: por eso, el registro de su presencia -por ahora accidental- merece ser estudiada y seguida muy de cerca, para evitar una poco probable, pero no imposible dispersión de la especie, muy agresiva con la fauna autóctona, en el sistema de ríos que conforman la cuenca del Plata.
Para eso es clave -según explicó Jorge Liotta, biólogo especializado en Ecología Acuática Continental por la UNL- generar información científica rigurosa y sistematizada a través de una red de trabajo colaborativo con pescadores y centros científicos que siga estas apariciones bien de cerca. “Sin ser alarmistas no hay que subestimar estas apariciones. Sería muy útil tener un monitoreo para poder así evaluar si existe riesgo de invasión o de mayor presencia de esta especie en este ambiente o si solo son casos aislados”, apuntó el experto.
Por qué aparecieron salmones en el río Paraná: las hipótesis
Si bien todavía los dos ejemplares se están estudiando, en principio se trata de dos piezas de salmón chinook (su nombre científico es Oncorhynchus tshawytscha), peces de aguas frías que viven en ambientes marítimos y que migran hacia arroyos y ríos para reproducirse.
En la década del ’80, la especie comenzó a trabajarse comercialmente en Chile a través de empresas de piscicultura que sufrieron episodios de escapes que se liberaron y terminaron primero en el Pacífico Sur, luego en el Atlántico y también en ríos de la Patagonia, tanto chilena como argentina.
Liotta, que es director del museo de Ciencias Naturales Antonio Scasso de San Nicolás, ya había trabajado sobre la aparición de un salmón de estas características en octubre de 2018 en el río Paraná, a la altura de San Pedro. “Ya habíamos trabajado sobre los esturiones cuando empezaron a aparecer en los 90 por escapes en Uruguay. Por eso, cuando en 2018 apareció el salmón, ya teníamos un marco conceptual de estudio de especies nuevas invasoras” contó.
En ese momento, mandaron analizar al pescado y encontraron que había habido un escape accidental de varios miles de ejemplares del sur de Chile. “Hicimos una nota científica para que quede registrado el hallazgo. Ahí está explicada la hipótesis de las corrientes marinas que pueden facilitar su llegada”, agregó. Liotta destacó que los dos ejemplares que aparecieron ahora lo hicieron en la misma época del año que en 2018, en primavera, uno de los momentos de migración de la especie.
Salmones en el río Paraná: pide un sistema de monitoreo
¿Por qué es clave estudiar a fondo estas apariciones? El especialista subrayó que es fundamental llevar el número de registros porque no es lo mismo que aparezcan dos que diez, y todos los años o esporádicamente. Esto serviría, por ejemplo, para establecer relaciones posibles con los pulsos de creciente y bajante del río “y tener un mejor panorama de lo que hace el animal en esta región”.
El análisis de los ejemplares pescados también es una fuente enorme de información: permite saber si comieron algo de la zona o no (“¿se están adaptando o llegan con la panza vacía?”) y si son machos o hembras, para evaluar mejor su estadio de maduración sexual y reproductiva. Los estudios genéticos, por su parte, ayudan a rastrear la población fuente, de donde vienen.
“Si bien la cuenca del río Paraná es muy distinta a las condiciones naturales de estos animales, no hay que bajar la guardia. Estamos apenas empezando a investigar la primera etapa de esta llegada, así empiezan todas y algunas -si se transforman en invasiones- luego son incontrolables”, advirtió el biólogo, para quien no se puede descartar de plano que sean capaces de encontrar afluentes o arroyos con lechos pedregosos y aguas un poco más frías y se establezcan ahí. "Los animales tienen una gran plasticidad y capacidad de adaptación, y si bien las probabilidades de que esto ocurra son bajas, hay que estar atentos”, insistió.
Los salmones son una especie invasora en la cuenca del río Paraná
La invasión de especies exóticas es un problema grave para los ecosistemas. La cuenca del río Paraná no es ajena a ese fenómeno, que se expresa a través de la aparición en aguas argentinas de peces cultivados en otras aguas con fines comerciales, tal como ocurre con los salmones.
Una de las amenazas es que cuando llega una especie a un lugar nuevo y logra sobrevivir, es probable que se produzca un crecimiento importante de sus poblaciones. Esto, lógicamente, atenta contra las especies nativas, ya que pueden competir con el alimento, alimentarse de otras especies o de sus crías y transmitir enfermedades o parásitos nuevos al ambiente.
Una característica de la llegada de especies exóticas de peces al Paraná es que no se nota a simple vista, lo que dificulta y retrasa posibles medidas de protección. El problema es que una especie invasora que se establece es muy difícil de erradicar y trae innumerables impactos ambientales.
Los salmones están considerados como una especie invasora riesgosa para los ecosistemas nativos, ya que son muy agresivos con la fauna local, tanto con los peces como con los pequeños vertebrados.
El debate por los salmones en Tierra del Fuego
El año pasado, la provincia de Tierra del Fuego protagonizó un histórico debate político, científico y social sobre un proyecto para instalar salmoneras en aguas del Atlántico Sur, que no prosperó después que la Legislatura de esa provincia decidiera por unanimidad prohibir la instalación de cualquier tipo de cultivo y producción de salmones en cautiverio en las aguas marinas y de lagos de la provincia.
De esta manera, Argentina se convirtió en el primer país del mundo en proteger sus ecosistemas, como resultado de una larga campaña de organizaciones civiles y ambientales, científicos, chefs, el sector turístico y comunidades locales de Tierra del Fuego que entendieron que la instalación de esa industria atentaba contra sus fuentes de trabajo relacionadas con el turismo de naturaleza.
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