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Día para la Prevención del Suicidio: los jóvenes, la economía y el poder sanador de hablar

Septiembre es el mes de la prevención del suicidio y este 10 de septiembre se recuerda al mundo que hablar puede salvar una vida.

En Argentina, los números de la Dirección de Estadísticas e Información en Salud (DEIS) muestran que se trata de un problema que no puede seguir en la sombra: en 2021 se registraron 2.865 muertes por suicidio, de las cuales el 80% correspondió a varones. Los adolescentes y jóvenes de 15 a 24 años son el grupo más afectado, convirtiendo al suicidio en la cuarta causa de muerte en ese rango etario.

El psiquiatra Emiliano Ávila Castro lo observa a diario en su consultorio. “Cada vez llegan pacientes más jóvenes con problemáticas graves. La tendencia es clara y preocupa, más allá de lo que digan las estadísticas”, cuenta Ávila Castro, psiquiatra forense y secretario de la Asociación de Psiquiatras de Santa Fe (APSF) que todos los días recibe en su consultorio historias que no suelen aparecer en los boletines oficiales.

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Aunque septiembre se convierta en mes simbólico, el especialista marca otro dato que no debería pasarse por alto: los picos suelen aparecer en los meses de calor. “Noviembre, diciembre, enero. Ahí es cuando la curva más se eleva”, explica. El estrés de fin de año, las tensiones familiares y la presión social se mezclan con el calor como un cóctel riesgoso.

Septiembre (2)
Hablar sobre el suicidio no aumenta el riesgo, por el contrario, permite que aquellos que atraviesan un sufrimiento profundo puedan expresarlo.

Hablar sobre el suicidio no aumenta el riesgo, por el contrario, permite que aquellos que atraviesan un sufrimiento profundo puedan expresarlo.

El tiempo es vida

En salud mental, llegar temprano puede cambiar el desenlace. “Cuanto antes se consulta, mejores son los resultados”, insiste Ávila Castro. El problema es que no siempre es posible. Los turnos se hacen esperar, los profesionales no alcanzan y el costo de una terapia o un tratamiento puede volverse inaccesible. En el medio, muchos jóvenes intentan manejar solos lo que sienten y terminan recurriendo al alcohol o a las drogas. “Eso empeora el cuadro, nunca lo mejora”, advierte.

La prevención no se limita al consultorio. Se juega en la mesa familiar, en las aulas y en los lugares de trabajo. El psiquiatra lo resume así: “Hablar de salud mental como se habla de diabetes o de hipertensión. Que no sea un tema prohibido. Eso abre la puerta para que alguien pueda decir ‘no estoy bien’ sin miedo al juicio”.

Cuando la economía enferma

En un país acostumbrado a vivir entre la inflación y la incertidumbre, los problemas económicos se vuelven también un gatillo. “La precariedad laboral, las deudas y la falta de oportunidades generan un estrés que enferma. El cortisol sube y con él llegan el insomnio, la ansiedad, la depresión. La economía también puede ser un factor de riesgo de suicidio”, dice Ávila Castro.

El suicidio no termina en una persona. Cada caso deja entre 20 y 30 allegados afectados de forma directa. A eso los especialistas lo llaman posvención: el acompañamiento después del dolor. “La primera reacción suele ser callar, mirar para otro lado. Pero lo que se necesita es lo contrario: hablar, poner en palabras lo que pasó, contener”, explica.

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Ávila Castro no duda cuando se le pregunta por la clave de la prevención: hablar. Hablar en la familia, en la escuela, en el trabajo. Hablar de lo que duele y de lo que preocupa. Hablar antes de que sea tarde.

“Lo más importante es animarse a hablar. Hablar de lo que nos pasa, hablar de lo que sentimos, hablar de salud mental. Porque hablar salva vidas”, concluye el psiquiatra.